MERCADOS
Para exacerbar el dilema de Fernández, está el hecho de que venció a Macri criticando las medidas de austeridad del gobierno y su estrategia favorable al mercado para frenar la inflación e impulsar la economía. No está claro cómo va a lograr los mismos objetivos con diferentes políticas, a la vez que mantiene el apoyo crítico del Fondo Monetario Internacional.
Tras ganar en las elecciones primarias de Argentina, el candidato presidencial Alberto Fernández de repente se encuentra en la incómoda situación de tener que explicarse.
Las acciones, los bonos y el peso se desplomaron el lunes después de que Fernández, de 60 años, derrotara al presidente Mauricio Macri en una primaria que sirvió como indicador de la opinión pública para la próxima votación presidencial. El resultado casi asegura la victoria de Fernández el 27 de octubre, pero también lo pone en posición de tener que aclarar su opaco programa económico para detener la desbandada y asegurarse de no heredar una crisis.
«Estamos esperando las primeras palabras de Fernández, si aparecerá con un mensaje para calmar a los mercados», afirma Matías Carugati, economista jefe de la consultora Management & Fit en Buenos Aires. «Estamos en estado de shock y sin señales del gobierno sobre el camino por delante».
Para exacerbar el dilema de Fernández, está el hecho de que venció a Macri criticando las medidas de austeridad del gobierno y su estrategia favorable al mercado para frenar la inflación e impulsar la economía. No está claro cómo va a lograr los mismos objetivos con diferentes políticas, a la vez que mantiene el apoyo crítico del Fondo Monetario Internacional.
La presencia de la expresidente Cristina Fernández de Kirchner como su compañera de fórmula solo aumenta los temores de que regrese hacia las políticas intervencionistas que marcaron su administración. Y el riesgo de un camino lleno de baches hasta las elecciones se destaca en el colapso del peso de 25% hoy.
Hasta ahora, Fernández ha proporcionado pocos detalles de su programa económico, más allá de repetir que no revivirá los controles de capitales. Su equipo declinó responder las preguntas de Bloomberg sobre el tema el lunes. Sus promesas iniciales han dejado a los inversores al límite: renegociar el acuerdo récord de Argentina por US$56.000 millones con el FMI y revertir una política monetaria estricta utilizada por el banco central para combatir la inflación y estabilizar la moneda.
En una entrevista radial el lunes por la mañana, culpó de la venta masiva de los mercados hoy a Macri, diciendo que la administración creó una crisis al tomar demasiada deuda.
Su equipo económico incluye a Matías Kulfas, quien se desempeñó brevemente como director del banco central durante parte de la presidencia de Fernández de Kirchner, y Guillermo Nielsen, quien renegoció el acuerdo anterior con el FMI como secretario de Finanzas durante la presidencia de Néstor Kirchner. Kulfas dijo que un eventual gobierno de Fernández tendría «voluntad absoluta de pagar» la deuda externa, según La Nación.
Si bien Fernández dijo el domingo por la noche que su partido nunca fue “loco” mientras gobernaba, los inversores temen que sus políticas se parezcan mucho a las de Fernández de Kirchner. Durante su presidencia entre 2007 y 2015, la viuda del expresidente Néstor Kirchner nacionalizó los fondos de pensiones, impuso controles de divisas y manipuló las estadísticas económicas.
Los temores de que el poder realmente resida en Fernández de Kirchner se deben a su enorme rol en la fórmula. De hecho, Fernández ni siquiera estuvo en la conversación electoral hasta mayo, y fue la propia Fernández de Kirchner quien anunció que él se postularía para presidente. En una manifestación reciente, los votantes dijeron que solo votarían por Fernández porque está con ella.
Fernández tendrá que «demostrar que él, y no Fernández de Kirchner, está a cargo», escribió el lunes en una nota Siobhan Morden, jefe de estrategia de renta fija para América Latina de Amherst Pierpont Securities. «Sus asesores económicos también se dividen entre facciones ortodoxas y heterodoxas».
Mientras tanto, todavía no está claro cómo responderá el equipo de Macri.
Al reconocer una «mala elección» el domingo por la noche, el presidente dijo que él y sus seguidores tendrían que «redoblar los esfuerzos» antes de la votación de octubre. Desde entonces, sus asesores se han quedado en silencio. El presidente tiene previsto hablar en una conferencia de prensa en Buenos Aires después de una reunión de gabinete a las 3:30 p.m.
En la primera señal de reacción del gobierno, el banco central elevó las tasas de interés a un récord de 74% y vendió dólares en el mercado inmediato por primera vez desde que Guido Sandleris quedó al frente de la entidad el año pasado. Eso hizo poco para contener la caída del peso.
«El gobierno tendría que dar un giro de 180 grados, pero no creo que lo haga ahora», asegura Sergio Berensztein, un analista político argentino. «Macri siempre dijo que moriría con las botas puestas, y está a punto de cumplir esa profecía».
