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La fonda que armó un grupo de artistas chilenos en Nueva York CULTURA

La fonda que armó un grupo de artistas chilenos en Nueva York

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Una de sus impulsoras es la artista audiovisual Nicole Costa. En esta entrevista, habla sobre la Fonda York, da un repaso sobre su propia vida como artista y anticipa detalles del estreno de su documental, “El viaje de Monalisa”, una película sobre la ruta del artista transgénero Iván Monalisa Ojeda, que está a punto de ser presentada en el Festival Internacional de Cine de Valdivia.


En el año 2015, los artistas chilenos radicados en Nueva York, Manuela Viera Gallo (artista plástica), Mauricio Arenas (artista urbano), Nicole Costa (artista audiovisual) y la productora Francisca Molina deciden aunar sus talentos para conformar la productora SHAPE.

Esta iniciativa se da en respuesta al éxito obtenido tras producir juntos “BURN THE SQUARE”, un evento celebrado en un galpón industrial del barrio de Queens, donde más de una decena de artistas latinoamericanos de distintas disciplinas llegaron a intervenir el espacio.

A partir de ese entonces decidieron aplicar esta fórmula, que incorporaba el arte a la celebración, al formato que Viera Gallo venía trabajando desde el 2009 con la “Williamsburg Fonda”. Así, tras un cambio de imagen y de directiva, se dio inicio a la popular Fonda York.

Hoy por hoy, la Fonda York se yergue como uno de los eventos más significativos de la comunidad chilena en Nueva York, recibiendo a más de 300 invitados por año, y dando espacio a diversos exponentes de nuestra cultura, lo que la perfila además, como un importante ejercicio de gestión cultural.

La fonda en Nueva York

Nicole Costa nos recibe en su apartamento de Bed-Stuy, Brooklyn, para contarnos más detalles sobre la Fonda York y para darnos también un repaso sobre su propia vida como artista, incluyendo el estreno de su documental, “El Viaje de Monalisa”, película sobre la ruta del artista transgénero Iván Monalisa Ojeda, que está a punto de ser presentada en el Festival Internacional de Cine de Valdivia.

-¿El evento de Fonda York ha sido un punto importante de unión entre chilenos viviendo en Nueva York?

– ¡Eso esperamos! Al menos esa es nuestra intención. Desde la Fonda York intentamos abrirnos a las propuestas de artistas que creemos que pueden encajar en el marco de la fiesta.

Cada año nos conectamos con más artistas que ven la fonda como una buena plataforma para visibilizar y difundir su trabajo, y además de generar redes dentro de la comunidad. Cada una de estas intervenciones debe ser adaptada al espacio y al contexto, es decir, no podemos olvidarnos de que es una fonda, por lo tanto intentamos que se mantengan las características de la fiesta popular.

La música (a cargo del productor musical Mauricio Díaz) se programa como una propuesta transgeneracional, y los productos que se ofrecen, son pensados para generar una experiencia gastronómica. Para nosotros es importante que las piscolas, los sours y las empanadas sean de buena calidad, y que de esta manera consigan transportarnos directamente a las memorias y a los sabores de nuestras tierras.

– ¿Qué eventos artísticos hubo en esta edición de la Fonda York?

– Abrimos la noche con la performance de poesía electrónica de Paula Barouh, una artista chilena con un discurso feminista bien potente. Ella irrumpió con su micrófono de luces estroboscópicas y se apoderó del espacio intentando incomodar a los oyentes haciéndolos reflexionar, y lo consiguió.

Luego tuvimos la intervención de Vedran, un diseñador de Antofagasta que vino al Fashion Week, y que participó en la fonda con una versión de pasarela más performática, adaptada para la ocasión. Sus modelos bajaron por una escalera ataviados con sus diseños al ritmo de una música festiva, y en vez de desfilar, acabaron sacando a bailar a la gente, mezclándose con la multitud.

Más tarde fue el turno de Mario Gallo, un cantante chileno radicado en Miami con un par de temas bien bailones. Y por último, cuando las frecuencias de la fiesta ya estaban álgidas, cerramos con la aparición de Natalia Dufuur y su extraordinario show de burlesque.

Vida de artista en Nueva York

– ¿Cómo ha sido tu vida como artista en Nueva York?

– Llegar a Nueva York hace siete años fue bastante abrumador, yo apenas hablaba inglés y no conocía a mucha gente. Me sentía fascinada por los estímulos de la ciudad, pero también muy insegura, especialmente por el idioma. Yo venía de vivir en España por 15 años, pero aun así, me sentía provinciana. Por eso creo que la comunidad chilena que había acá por ese entonces fue fundamental para mí.

Entré rápidamente a trabajar en La Escuelita de Yvonne González, un pre kinder donde trabajábamos puros artistas chilenos como profesores. Poco a poco comencé a adaptarme al estilo de vida de acá y junto a un amigo, el Pelao Carrasco, nos inventamos una empresa en que hacíamos caterings de vino chileno para eventos culturales de Nueva York.

La empresa duró poquísimo porque mi amigo se devolvió a Chile, pero al menos me sirvió para conectarme con un montón de gente acá relacionada con la cultura y el arte. Paralelamente comencé a desarrollar mis prácticas audiovisuales, haciendo fotos y videos en eventos, consiguiendo a alguien que editara luego. Hasta que decidí aprender yo misma y dejar de depender de terceros.

Mi primer trabajo audiovisual remunerado fue el videoclip para la canción “Qué me importa a mí”, de Colombina Parra. Luego vinieron un par de videos más, que hice para la banda neoyorquina Plastic Spoon. Así comencé a agarrar confianza y a tomar la iniciativa de querer armar proyectos más ambiciosos.

Regreso a Chile con película

– ¿Cómo ha sido el proceso de convertirte en directora de cine?

– Ha sido en realidad un proceso que se ha ido dando muy naturalmente. Yo estudié Teatro en la Universidad de Chile a una edad que no sabía muy bien lo que quería. Creo que inconscientemente me fui de Chile a los 23 años porque no quería ceder a la presión de tener tan clara la carrera que debía seguir.

Yo sólo quería tener experiencias nuevas que me hicieran replantear la versión de mí que se había gestado por haber crecido en el contexto que me tocó. Así que me fui a España y entré a estudiar Comunicación Audiovisual en la Complutense (Universidad). La verdad es que aquí nunca aprendí las cosas prácticas que estaba buscando, porque era una licenciatura bastante teórica. Sin embargo logré conectarme con personas muy talentosas quienes hoy en día son grandes amigos y con quienes realicé un sinfín de proyectos alternativos y de los cuales aprendí muchísimo.

En quince años en Madrid tuve miles de experiencias, trabajé como camarera, monitora de campamentos para personas con discapacidad intelectual, tuve una banda de electro-cabaret, fui encargada de una panadería francesa y hasta llegué a ser la jefa del departamento de animación de un hotel en la playa de Alcossebre. Me divertí muchísimo. Pero de pronto llegó la crisis económica y todo se cayó a pedazos. El trabajo escaseaba y no tenía ni idea por donde debía seguir. Ese momento de devastación me obligó a salir de mi zona de confort y decidí venirme a Nueva York.

Acá me reencontré con mi amigo/a Iván Monalisa y supe inmediatamente que quería documentarlo. No sabía muy bien para qué, pero intuía que debía hacerlo. Y lo hice, sin saber que siete años más tarde esas grabaciones con teléfonos antiguos acabarían convirtiéndose en una película. Debo recalcar que esto no hubiera posible sin el apoyo de mi marido, Gregory Costa, y Daniela Camino (Mimbre), ambos productores de este trabajo.

Nicole y Monalisa

– ¿Qué significa para ti Iván Monalisa en tu proceso creativo? ¿Cómo se potencian ambos creativamente?

– Al Iván lo conocí en Chile el año 93, todavía no existía la Monalisa. Yo tenía diecisiete años cuando entré a estudiar Teatro en la Chile y él, para ese entonces, ya estaba terminando la carrera. Nos hicimos amigos de una.

A mí él me impactó mucho. Tenía una pluma fortísima y no tenía ningún interés en disimularla. Esto llamaba mucho la atención porque en los 90, la gente iba recatada, incluso en una escuela de arte. Él, sin embargo, operaba siempre desconectado de cualquier expectativa. Me parecía además un artista extraordinario, al que yo admiré profundamente.

Cuando el año escolar terminó, él volvió al sur, y nunca más supe de él. En esos tiempos sin redes sociales, podías fácilmente perderle la pista a alguien. Así que yo seguí la mía y me fui a España, preguntándome siempre por él. Una vez oí rumores de que se había venido a vivir a Nueva York. Pero no fue hasta que yo llegué acá, que decidí buscarlo. Y me encontré con Iván, y con Monalisa.

Este reencuentro despertó mi inspiración automáticamente, y creo que en él, algo se despertó también. Ambos nos volvimos a mirar, y a ver; tal y como nos veíamos en la Escuela de Teatro, y recuperamos nuestras dinámicas artísticas como si nos hubiéramos visto el día anterior.

Entonces sí, creo que el respeto y la admiración mutua fueron el push que ambos necesitábamos para poner en perspectiva todo lo que habíamos aprendido hasta ese momento, y sentirnos seguros en pro de la creación.

– ¿Qué significa para ti volver a Chile con una película?

– Para mí estrenar esta película en Chile, y además en Valdivia -más hacia el sector que vio crecer a Iván Monalisa (Llanquihue)- significa mucho para mí. No sólo porque me parece necesario llevar su historia a sectores de menos acceso, sino también porque Iván Monalisa se encuentra ahora mismo en un complicado proceso de legalización, que aún no le permite salir libremente de EEUU. Es decir, podría salir, pero no es seguro que pudiera volver a entrar, y a estas alturas no se puede permitir tomar ese riesgo.

Su hogar es Nueva York y él quiere que siga siéndolo. Sin embargo, después de 22 años, ya tiene ganas de ver a su familia y a sus amigos. Tiene ganas de poder volver a mostrarse tal cual es hoy, como Iván Monalisa, sin los miedos que tenía cuando se fue. Entonces de alguna manera, esta película será mi forma de hacerlo volver. Será como un regreso poético. Ya regresó antes a través de sus libros, y ahora me toca a mí llevarlo en forma de película. Y poder hacerlo, es algo que sinceramente me llena de felicidad.

La película “El viaje de Monalisa” de Mimbre Producciones, se estrenará próximamente en Chile, en el Festival Internacional de Valdivia, durante la semana del 7 al 13 de octubre, y se exhibirá en el 2020 en las salas comerciales de todo el país.

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