El anuncio de este proceso, que de ser aprobado por el Senado podría llevar a la destitución del mandatario, viene tras un nuevo escándalo que ha sacudido la presidencia de Trump. De acuerdo con reportes de medios estadounidenses, un informante alertó a los servicios de inteligencia de una llamada entre el mandatario estadounidense y un líder extranjero, que luego se reveló que era el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky.
La presidenta de la Cámara de Representantes del Congreso de EE.UU., Nancy Pelosi, anunció este martes el inicio de las investigaciones para realizar un juicio político contra el presidente Donald Trump.
En una conferencia de prensa, la demócrata consideró que Trump «traicionó su juramento al cargo» y que sus acciones «violaron la Constitución».
«El presidente debe rendir cuentas y nadie puede estar por encima de la ley», aseveró.
El anuncio de este proceso, que de ser aprobado por el Senado podría llevar a la destitución del mandatario, viene tras un nuevo escándalo que ha sacudido la presidencia de Trump.
De acuerdo con reportes de medios estadounidenses, un informante alertó a los servicios de inteligencia de una llamada entre el mandatario estadounidense y un líder extranjero, que luego se reveló que era el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky.
Aunque se desconoce el contenido de la conversación, los reportes indican que Trump amenazó con retener ayuda militar de su país para obligar a Ucrania a investigar las acusaciones de corrupción contra el ex vicepresidente Joe Biden y su hijo Hunter.
Aunque Trump reconoció haber discutido sobre Biden con Zelensky, indicó que al amenazar con retener la asistencia militar solo estaba tratando de hacer que Europa también aumentara su ayuda.
El mandatario estadounidense niega haber cometido algún error político en su diálogo con Zelensky y anunció que desclasificará el miércoles el contenido de la conversación para demostrar que no hubo conductas inapropiadas.
«…He autorizado la publicación mañana de la transcripción completa, completamente desclasificada y sin redactar de mi conversación telefónica con el presidente Zelensky. Verán que fue una llamada muy amigable y totalmente apropiada», escribió Trump en Twitter poco antes del anuncio de Pelosi.
Tras darse a conocer el inicio de las investigaciones, el mandatario escribió otra serie de tuits en los que se quejó de que los demócratas no esperaron a la publicación de la conversación y dijo ser víctima de una «cacería de brujas».
La decisión de Pelosi tiene lugar tras crecientes demandas de su partido que en ocasiones anteriores no fructificaron.
Actualmente, sin embargo, existe un amplio apoyo entre los demócratas en la cámara baja para la destitución: más de 145 de los 235 miembros están a favor.
No obstante, si el proceso avanza, es poco probable que se apruebe en el Senado, controlado por los republicanos.
El anuncio de Pelosi da el visto bueno oficial a la creación de un comité para investigar la llamada telefónica de Trump y el presidente ucraniano y determinar si hubo algún delito.
La líder demócrata indicó, además, que otros seis comités del Congreso que investigan a Trump sobre otros asuntos continuarían estudiando las acusaciones bajo el paraguas del juicio político.
Si el proceso avanza, la Cámara de Representantes votará sobre cualquier cargo que se encuentre contra el mandatario y, con la mayoría demócrata allí, podría pasar cómodamente a la cámara alta.
Pero luego pasaría al Senado, controlada por los republicanos y donde se requiere una mayoría de dos tercios.
Según una encuesta de YouGov, el 55% de los estadounidenses apoyaría la destitución si se confirmara que el presidente Trump suspendió la ayuda militar a Ucrania para presionar al gobierno de ese país para investigar a Biden.
Análisis de Anthony Zurcher, corresponsal de la BBC en Norteamérica
Durante meses, los líderes demócratas en la Cámara de Representantes han estado practicando un juego semántico: querían que los que apoyaban y los que se oponían a una investigación formal de juicio político al presidente Donald Trump pensaran que estaban obteniendo lo que querían.
Esta estrategia sugirió la existencia de un temor de Pelosi y otros de que emprender el camino hacia la acusación pondría en riesgo a los demócratas moderados que enfrentan duras peleas en las elecciones de 2020.
Ese cálculo parece haber cambiado, luego del rápido golpe de nuevas revelaciones sobre los contactos de Trump con el presidente ucraniano Volodimir Zelensky. Ahora, incluso los políticos más moderados están a favor de los procedimientos de juicio político.
La gota desbordó la copa. El genio está fuera de la botella… Elige tu refrán. El hecho es que Pelosi, una entusiasta jueza del estado de ánimo político dentro de su caucus, ha tomado la decisión de pasar de resistir el juicio político a, por lo menos, estar abierta a ello.
El camino a seguir es incierto. El presidente anunció que publicará la transcripción de su conversación telefónica del 25 de julio con Zelensky. Si bien eso no será suficiente para los demócratas, tal vez la Casa Blanca hará más para ceder a las solicitudes del Congreso.
Las encuestas de opinión podrían mostrar que esta situación está afectando a una de las partes haciendo que la voluntad política se desmorone.
O bien, ambas partes podrían iniciar una batalla larga y agotadora que podría arrastrar a días oscuros como en invierno.
En este contexto, el impeachment es el juicio político que tiene lugar en el Congreso de EE.UU. con vistas a una posible destitución del presidente.
La Constitución estadounidense establece que el presidente «debe ser destituido de su cargo si es acusado de y condenado por traición, soborno, u otros crímenes o delitos graves».
El proceso debe ser iniciado por la Cámara de Representantes y nada más necesita de una mayoría simple para ser activado.
El juicio, sin embargo, tiene lugar en el Senado. Y ahí se necesitan dos tercios de los votos para destituir al presidente.
Y esto nunca ha pasado en la historia de Estados Unidos.
A pesar de que la amenaza ha pendido sobre la cabeza de numerosos mandatarios estadounidenses, solamente dos han sido llevados a juicio político.
El más reciente fue Bill Clinton, el 42º presidente de EE.UU., quien fue procesado tras ser acusado de perjurio en frente de un gran jurado y de obstrucción de la justicia, después de que mintiera sobre la naturaleza de su relación con la pasante Mónica Lewinsky y supuestamente también le pidiera a esta que mintiera.
En diciembre de 1998 la Cámara votó 228 a 206 a favor de enjuiciar a Clinton por la primera acusación, y 221 a 212 por la segunda.
Para esa época, sin embargo, el nivel de aprobación popular de Clinton como presidente era del 72%.
Y cuando el caso llegó al Senado, en 1999, la acusación estuvo lejos de conseguir los dos tercios de votos que necesitaba para prosperar.
«En su prisa por destituir al presidente, (los congresistas republicanos) nunca se detuvieron a pensar si las acusaciones podían ser probadas más allá de cualquier duda razonable», se lee en un análisis publicado por la BBC en aquel momento.
El otro presidente de EE.UU. llevado a juicio político fue el número 17, Andrew Johnson, quien ocupó el cargo por dos períodos a partir de 1865.
Fue procesado por la Cámara de Representantes en 1868, solo 11 días después de que destituyera a Edwin Stanton, su «ministro de Guerra», quien no estaba de acuerdo con sus políticas.
A diferencia de Clinton, sin embargo, Johnson se salvó por los pelos: los dos tercios en el Senado no se alcanzaron por un único voto, gracias al número de Republicanos que había en la Cámara Alta.
No todos apreciaban a Johnson, pero el senador por Iowa James Grimes justificó su apoyo diciendo: «No puedo aceptar destruir el funcionamiento armonioso de la Constitución solamente para que nos podamos deshacer de un presidente inaceptable».