Fundación MERI y la Gobernación Marítima de Castro se aliaron para reducir muertes por choques. Entre otras sugerencias del documento destacan la incorporación de vigías capacitados en las naves para identificar las distintas especies de cetáceos, la notificación de avistamientos vía radial a la autoridad marítima chilena y máximos de velocidad diurna y nocturna de 10 y 8 nudos, respectivamente.
Entre octubre y abril aumenta la presencia de ballenas en las costas de Chile. Los cetáceos regresan a esta parte del hemisferio a alimentarse, tras pasar meses reproduciéndose en las aguas del norte.
La llegada de estos mamíferos crea gran expectación en las costas chilenas; sin embargo, grandes amenazas como el tráfico marítimo y la contaminación acústica ponen en riesgo sus vidas.
Entre 2007 y 2016 más de 1200 ballenas en el mundo han sufrido colisiones con embarcaciones. En Chile, desde 2017, se han encontrado cuatro ballenas muertas por esta causa, una cifra importante considerando la población mundial de esta especie.
Para reducir las muertes por choques, en enero de 2019 Fundación MERI y la Gobernación Marítima de Castro se aliaron para elaborar la primera normativa del país orientada a regular la navegación en la Patagonia Norte.
Entre otras sugerencias del documento destacan la incorporación de vigías capacitados en las naves para identificar las distintas especies de cetáceos, la notificación de avistamientos vía radial a la autoridad marítima chilena y máximos de velocidad diurna y nocturna de 10 y 8 nudos, respectivamente.
A un año de la puesta en marcha de esta normativa, la iniciativa espera ser replicada en todo el territorio nacional, para lo cual fundación MERI y Directemar están buscando acuerdos y vías de acción adicionales a implementar.
Entre los lugares privilegiados para observar a estos mamíferos se encuentran Chañaral de Aceituno, Golfo Corcovado y Antofagasta.
Uno de los principales riesgos para las ballenas es el tráficos marítimo.
El 90% del transporte de mercancías a nivel mundial se realiza a través de los océanos. Desde la década de los 90, se ha cuadriplicado el número de las embarcaciones que transita por esta vía, así como su tamaño. Las grandes embarcaciones chocan con los cetáceos, principalmente ballenas, provocándoles heridas o la muerte.
Hay cerca de 87 especies de cetáceos en el mundo. La mitad ha sido registrada en Chile, convirtiendo a nuestro país en un lugar privilegiado para estudiarlos.
El sonido es la principal vía de comunicación de los organismos marinos, especialmente mamíferos.
La contaminación acústica que generan los barcos altera el comportamiento habitual de los cetáceos. Este ruido se sobrepone a los sonidos biológicos que emiten las ballenas para comunicarse entre ellas.
En algunos casos es tan intenso, que puede provocar daños auditivos, hemorragias internas o desorientación y el varamiento y muerte de los animales.