La vigilancia epidemiológica que aplica Cuba es considerada por entidades como la Organización Panamericana de Salud como una estrategia agresiva para frenar la pandemia que muestra resultados favorables. ¿Cómo le va a la isla?
Rubén Darío llevaba meses a la espera de un viaje en velero desde Cuba hasta Alemania para ser parte de una conferencia climática organizada por Naciones Unidas, pero a poco de iniciar su recorrido tuvo que «virar pa’trás».
La embarcación en la que iba el activista climático, junto a otros voluntarios latinoamericanos y europeos, apenas había llegado a la zona de Bermudas cuando se les comunicó que ya no podían avanzar por culpa de la pandemia.
Para el joven de 23 años era el fin (al menos temporal) de un sueño y el inicio de algo mucho menos grato.
Al retornar a la ciudad cubana de Santa Clara, donde él y su familia residen, descubrió que se había contagiado de coronavirus; sospecha que contrajo la enfermedad mientras volvía a la isla a través de los aeropuertos de Nueva York y Miami.
«Hice autoaislamiento en casa, pero al tercer día de haber regresado tenía un poco de fiebre y tos y decidí ir al médico. Me trasladaron a un centro de monitoreo y luego de tres días allí me hicieron la prueba y di positivo», relata Rubén Darío a BBC Mundo.
Así, el 23 de marzo, el joven se convirtió en el contagio 78 de la isla caribeña, pero eso no fue todo…
Su padre, su madre, hermana y abuelo también tuvieron que ser aislados y declarados en vigilancia epidemiológica.
Para alivio de Rubén Darío, ninguno de ellos resultó contagiado, pero eso no evitó que tuvieran que pasar casi dos semanas en un centro especial de aislamiento, al igual que sucede con otros miles de cubanos.
«Estaba muy preocupado por ellos, especialmente por mi abuelo, que es muy mayor y tiene dificultades respiratorias, pero afortunadamente el único que se contagió fui yo», añade.
Hasta el 29 de abril, Cuba sumaba 1.500 contagios confirmados (alrededor de 800 activos) y 61 fallecimientos.
Además, son casi 3.000 personas las que fueron puestas en vigilancia epidemiológica clínica(como le sucedió a los familiares de Rubén Darío) y otras 6.900 quedaron bajo observación en sus casas.
Eso significa que, con 800 casos activos, la isla tiene casi 10.000 personas bajo aislamiento para verificar si están contagiadas y evitar que propaguen el virus.
Durante los primeros 45 días desde el primer contagio confirmado, Cuba realizó 802 pruebas de coronavirus en promedio por día.
Este modelo de vigilancia epidemiológica es considerado por entidades como la Organización Panamericana de Salud como una estrategia agresivapara frenar la pandemia que muestra resultados favorables.
Sin embargo, también surgen voces desde el interior de la isla que señalan que, por ejemplo, los aislamientos en las casas de los sospechosos de contagio no son efectivos porque algunos todavía salen a la calle.
Cuba no solo adecuó centros de salud para recibir a miles de personas que puedan portar el virus, sino que también fueron instalados hospitales de campaña en unidades educativas, predios universitarios y otras instalaciones en toda la isla.
Estas dependencias están reservadas principalmente para los sospechosos que tuvieron contacto con pacientes confirmados, mientras los casos de contagio se encuentran en otros centros clínicos.
Pese al aumento masivo de la capacidad hospitalaria, desde La Habana, donde se concentra la mayor cantidad de pacientes, se han reportado denuncias de personas que tuvieron que acudir a dos o tres centros de aislamiento antes de poder aislarse debido a la falta de camas.
El representante de la OPS en Cuba, José Moya, es optimista y cree que este modelo de vigilancia aplicado en la isla puede generar buenos resultados, aunque es consciente que todavía no se puede cantar victoria.
«Según las proyecciones hechas, la curva (de contagios) en Cuba se encuentra en un escenario favorable, pero eso no significa que el tema ya esté controlado. Faltan unas semanas más de esfuerzo hasta aplanar la curva», indica el experto a BBC Mundo.
Moya estima que después de aquello es posible que surjan otras oleadas menores de infecciones en las que se deberán implementar otras medidas, además de atender a los problemas que ya se han detectado como las aglomeraciones.
«El tema de las filas está pasando en todos los países y Cuba también tiene esta situación de que la gente tiene que salir a comprar alimento. Hemos visto filas muy bien organizadas, pero también hemos visto casos en los que se aglomera más gente y es un tema prioritario que se tiene que abordar», concluyó el representante de la OMS.
El pasado domingo, durante la presentación del reporte diario oficial en cadena nacional, Francisco Durán García, director de Epidemiologia del Ministerio de Salud Pública (Minsap), respondió a las consultas de BBC Mundo respecto a este modelo aplicado en la isla para combatir la covid-19.
«Nuestro país, desde el mes de enero, elaboró su plan de prevención y control del coronavirus cuando todavía era una amenaza», indicó.
Durán afirmó que la estrategia cubana es «intersectorial» debido a que involucra a múltiples sectores de la institucionalidad cubana dado que «esto no lo puede resolver solo el sistema de salud».
Durán reconoció, sin embargo, que no están «totalmente satisfechos».
«Quisiéramos que fueran menos los casos, los casos graves, los casos críticos y, sobre todo, los fallecidos, pero indiscutiblemente se involucró a todos los organismos para lograr mejores resultados», concluyó Durán.
Rubén Darío pasó su enfermedad en una sala con divisiones en la que se encontraban otras dos personas.
«Había una señora mayor de unos 91 años que estaba frente a mi cubículo, estaba débil y apenas se alimentaba, eventualmente falleció», cuenta.
El villaclareño relata que verla así lo afectó mucho y que se puso a reflexionar sobre «la soledad por la que pasan los pacientes que no sobrepasan la enfermedad y fallecen solos».
Su estado de ánimo estaba muy afectado por aquella realidad y la imposibilidad de recibir visitas.
Solo tenía el teléfono celular y lecturas a su disposición para pasar el día en medio de los dolores musculares y las nauseas que le provocaba la enfermedad.
Entre la música y podcasts que escuchaba desde su teléfono móvil, además de los dos libros que llevó a su aislamiento, más de un mes después de ese soñado viaje fallido a Alemania, Rubén Darío se recuperó y volvió con su familia.
Tres medicamentos son utilizados en Cuba una vez que se confirma un contagio: el antirretroviral Kaletra, el inmunomodulador conocido como cloriquina y el Interferon Alfa 2b, que es un antiviral elaborado con tecnología cubana.
Desde la aparición de los primeros casos de la covid-19 en la isla, el Minsap ha resaltado que la inclusión del Interferón Alfa 2b en los protocolos de tratamiento muestra resultados positivos.
Este fármaco, según publicó la agencia AFP a mediados marzo, es producido en Cuba y en China por una empresa de ambos países, aunque todavía se investiga la eficiencia de su uso en pacientes con covid-19.
La OMS, en un boletín informativo publicado el 10 de abril, señaló que «por el momento, no se recomienda ningún medicamento específico para prevenir o tratar la infección por el nuevo coronavirus (2019-nCoV)».
Además de los aislamientos y los fármacos, existen brigadas de estudiantes de medicina y odontología que recorren desde hace semanas las calles de la isla con el objetivo de encontrar nuevos posibles contagios.
Son las llamadas «pesquisas casa por casa», que son fortalecidas con una aplicación para teléfonos móviles llamada el Pesquisador virtual, desde la que un cubano con acceso a internet puede reportar que presenta síntomas de contagio.
Monica Baró, periodista habanera, cuenta a BBC Mundo que todos los días pasa un estudiante de medicina por su casa para preguntar si «está todo bien», aunque indica que conoce lugares donde la búsqueda no es tan sistemática ni seria.
Pero además de la consulta diaria del estudiante, Mónica añade que recibió un medicamento que ella prefirió no tomar: el Prevengho-Vir.
Se trata de un medicamento homeopático que se aplica en gotas debajo de la lengua durante tres días seguidos y que inicialmente se repartió en hogares de adultos mayores y centros de salud, pero que ya llegó a diferentes sectores de Cuba.
«No lo estoy tomando porque, por lo que he leído, es homeopatía y no creo en lo que pueda ayudarme. Creo que no es un medicamento y no es un tratamiento efectivo», señala Baró.
El gobierno cubano reconoce que la pandemia representará un golpe a la economía de la isla, aunque insiste en que el embargo impuesto por Estados Unidos es el principal obstáculo para su desarrollo.
Diferentes organismos multilaterales, como el Banco Mundial, estiman que el impacto del coronavirus en el crecimiento económico en toda la región será significativo y en la isla ya se ven algunos indicios.
Mariana* es una cuentapropista habanera que perdió absolutamente a todos sus clientes.
Comenzó rentando una habitación de su casa en La Habana Vieja, pero luego logró ampliar su oferta para turistas conectándolos con conductores, cuartos y restaurantes en los principales destinos turísticos que ofrece Cuba.
Era, a su manera, una operadora turística muy eficiente y valorada por aquellos que acudían a sus servicios.
Entre el 20 de marzo y el 1 de abril, la isla cerró sus fronteras y gestionó la salida de decenas de miles de turistas que en ese momento se encontraban allí.
«No se mueve nada y es justo este momento en el que necesitamos de divisa (dinero que ingresa del turismo) para las compras», cuenta la mujer a BBC Mundo.
Añade que conseguir alimentos «ya estaba difícil» en los últimos años y que la pandemia complicó aún más esa situación.
El 70% de los cubanos adultos trabajan para el Estado y no han dejado de percibir ingresos (Cuba tiene uno de los salarios mínimos más bajos de la región).
Sin embargo, según estimaciones, al menos 500.000 personas son cuentapropistas o emprendedores, entre los cuales muchos ahora padecen el congelamiento de diferentes actividades en la isla.
Desde mediados de marzo, Cuba suspendió eventos masivos como conciertos y luego cerró escuelas y universidades por el coronavirus.
También clausuró el transporte público y prohibió los viajes interprovinciales.
Así, de a poco, todos los cubanos se vieron afectados, según cuenta Mónica Baró.
«Desde el 23 de marzo, cuando se implementaron las medidas más estrictas en el país, la vida de las personas se ha transformado drásticamente», señala.
La periodista, al igual que Mariana, señala en primer lugar al problema de la escasez.
«Para tu adquirir los insumos, los alimentos y lo que necesitas tienes que hacer unas colas mucho mayores que las que hacías antes de la pandemia», indica.
Baró explica que dado que como las salidas están restringidas y la cantidad de productos que se pueden comprar están regulados se genera «un nivel de estrés y desorden muy grande» en varias ciudades del país.
Dificultades para adquirir artículos de primera necesidad se han reportado desde diferentes partes de Cuba.
Baró señala que también hay muchas denuncias de uso excesivo de la fuerza.
«Diariamente constatamos que hay un abuso de poder de la policía», indica.
Baró relata que ella misma fue amenazada por un policía por sacar una foto desde la ventana de su casa a una aglomeración en un mercado.
La periodista concluye que las arbitrariedades y las detenciones en medio de esta coyuntura no son casos aislados.
La dificultad por conseguir alimentos, productos de higiene y de primera necesidad no son el único problema en la isla y así lo refleja el diario oficial cubano Granma, que el 24 de abril reportó un preocupante aumento en el consumo de energía eléctrica.
Los niveles de consumo actuales superan las capacidades de generación, según el medio estatal, que incluyó en su reporte un pedido del comandante de la Revolución y viceprimer ministro Ramiro Valdés a ahorrar energía eléctrica y agua.
Un llamado que suena a eco de un pasado no muy lejano y repetido varias veces.
La escasez y los racionamientos no son algo nuevo para Cuba, donde además suenan muy familiares los pedidos de sacrificio y restricción que ahora no se escuchan solo en la isla, sino en muchos otros países.
Es como si los cubanos se hubiesen estado preparando durante décadas para esta coyuntura, pero la pandemia ha demostrado ser tan irrevocable en esta isla como en casi todo el resto del planeta.
Y puede señalarse como novedoso que esta vez el imperialismo yankee no sea señalado como el principal culpable de las precariedades actuales.