Mediante sensores instalados en focas cangrejeras, instrumentos satelitales y modelos estadísticos, un equipo de investigadores obtuvo información inédita. El trabajo fue publicado en la prestigiosa revista científica Nature Climate Change.
Si conoces la conducta del predador, entenderás como se desplaza su presa. La frase podría pertenecer a un libro del género policial, pero no es el caso. Esa fue la premisa que un equipo de científicos utilizó para llevar a cabo un estudio multidisciplinario que arrojó proyecciones de los efectos del cambio climático en la Península Antártica, hasta ahora, desconocidas.
Para contextualizar los resultados de la investigación hay que situarse en el extremo sur del planeta, específicamente en el continente blanco. Allí habita la foca cangrejera, el mamífero grande más abundante de la Tierra después del humano. Se considera un depredador muy importante y, a diferencia de otras especies, no suele formar colonias. Vive asociada al hielo marino.
Por otra parte, el Océano Austral también es el hogar del krill, un pequeño crustáceo que de adulto mide entre tres y seis centímetros. Se le conoce como el “eslabón clave” de las tramas tróficas, pues es el principal alimento de ballenas, peces, pinípedos, pingüinos y aves marinas. Sin embargo, estos no son los únicos animales que comen el apetecido eufáusido.
Se estima que el 98% de la alimentación de la foca cangrejera es krill. De hecho, sus dientes tienen modificaciones para filtrarlos de mejor manera. Son los únicos depredadores homeotermos del crustáceo que permanecen durante todo el año en Antártica, a diferencia de por ejemplo las ballenas que solamente llegan en verano.
Teniendo en cuenta este antecedente, un equipo de científicos llevó a cabo una investigación, cuyos resultados fueron publicados recientemente en la prestigiosa revista Nature Climate Change, e indican que el krill cambiará su distribución actual: se alejará de la costa, desplazándose hacia zonas más oceánicas y el sur de la Península Antártica, cercanas al polo.
El trabajo fue encabezado por la Universidad de California, en conjunto con el Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh) y las universidades Oregon State, San Jose State, Old Dominion, De Alaska Anchorage y Sonoma State.
“Los datos muestran que existirá una disminución en las densidades de krill en aguas costeras, lo que traerá un impacto en las tramas tróficas. Probablemente los animales que se alimentan de este crustáceo, en el futuro tendrán que desplazarse distancias mucho más grandes para encontrarlo”, asegura el ecólogo marino de la University of California Santa Cruz y líder del estudio, Luis Huckstadt.
Pero, ¿cómo llegaron a esta conclusión? Los investigadores se dieron cuenta de que si lograban conocer la conducta de la foca cangrejera, podrían modelar los datos y de esa forma, entender cómo será la distribución del krill en el futuro.
Para llevar a cabo el trabajo científico, en primera instancia, instalaron sensores en las focas cangrejeras que otorgaron referencias de las rutas de desplazamiento, la profundidad de los buceos, salinidad, temperatura y densidad del mar, entre otros. Los dispositivos enviaron directamente los datos a instrumentos satelitales. Con la información obtenida, los científicos pudieron alimentar un modelo estadístico que les permitió realizar las proyecciones y que fue capaz de resolver de forma representativa las condiciones de la Antártica.
“Una de las proyecciones de escenarios futuros de cambio climático indican que los vientos del oeste en la Península Antártica se intensificarán. A raíz de ello, forzamos condiciones ambientales: aumentamos en un 20% los vientos e incrementamos la temperatura de transporte de la Corriente Circumpolar Antártica en la subsuperficie”, explica la oceanógrafa física del Centro IDEAL y coautora de la investigación, Andrea Piñones.
El trabajo científico determinó que la distribución del krill variará sobre la base de tres factores clave: la circulación oceánica, la temperatura del agua y la distribución del hielo marino. Las proyecciones de la biomasa del crustáceo serán afectadas negativamente por estas variables.
¿Podrán adaptarse los organismos marinos que se alimentan del crustáceo a las condiciones futuras de cambio climático? Para responder aquella interrogante, es necesario seguir investigando.