En Chile, un líder evangélico con coronavirus murió tras ir a un evento masivo. En Perú o Colombia sorprendieron a pastores reunidos con fieles pese al confinamiento. Y en Brasil o Estados Unidos, muchos evangélicos relativizan la amenaza del covid-19.
Del sur al norte de América, distintos grupos evangélicos se han puesto al frente de la resistencia al distanciamiento social instaurado para combatir una pandemia que causa estragos en el continente.
Esa actitud provocó grietas dentro de la propia comunidad evangélica, donde otros advierten sobre la peligrosidad del nuevo virus y optaron por ofrecer apenas servicios en línea.
Pero el fenómeno también colocó un foco especial en esa religión y el fuerte respaldo de sus devotos a presidentes como el estadounidense Donald Trump o el brasileño Jair Bolsonaro, que buscan el regreso a la normalidad pese a la creciente pandemia en sus países.
Detrás de esas posturas hay desde motivos de fe hasta intereses económicos de algunas iglesias que temen que la crisis disminuya la prosperidad y las contribuciones que reciben de sus adeptos, según expertos.
«Si paras de trabajar, disminuye tu diezmo», explicó Cecília Mariz, una profesora de sociología de la religión en la Universidad del Estado de Río de Janeiro, a BBC Mundo.
La evangélica es la religión que más ha crecido en años recientes en América Latina: uno de cada cinco personas en la región (19%) se definía como tal en 2017, según una encuesta de Latinobarómetro en 18 países.
Esto ocurrió a costa de una pérdida de apoyo a la Iglesia Católica, cuyos fieles pasaron a ser 59% de los latinoamericanos según la misma encuesta.
El cambio dio más influencia en el debate político a las iglesias evangélicas en temas como su rechazo al aborto o al reconocimiento de derechos de homosexuales.
Pero esos grupos están lejos de actuar de forma monolítica y la pandemia del coronavirus se volvió ahora una peculiar prueba de fuerza para ellos.
En Argentina, un pastor evangélico y senador de la provincia de Mendoza causó polémica la semana pasada al criticar las medidas de aislamiento por la pandemia impuestas por el gobierno nacional.
«Hay más muertes por abortos que por el covid, entonces tendríamos que estar encerrados para que no haya abortos», comparó Héctor Bonarrico durante una sesión virtual de su legislatura y reclamó subsidios para las iglesias evangélicas.
Su propuesta naufragó en una votación dividida. Y su comparación levantó varios repudios.
En Brasil, donde el coronavirus avanza de forma alarmante y ya causó más de 10.000 muertes según la Universidad Johns Hopkins, el presidente Bolsonaro enfrenta crecientes críticas por oponerse al confinamiento y haber calificado al covid-19 de «gripecita».
Pero los evangélicos mantienen un apoyo fuerte a Bolsonaro.
Según una encuesta de la firma Datafolha realizada en abril, en Brasil los evangélicos evalúan de manera más positiva la gestión del presidente y son más contrarios al confinamiento que la población general.
Influyentes líderes evangélicos como Edir Macedo, de la Iglesia Universal del Reino de Dios, y Silas Malafaia, de la Iglesia Asamblea de Dios Victoria en Cristo, son grandes críticos al aislamiento social en Brasil, alineados con Bolsonaro.
En distintas iglesias evangélicas brasileños continúan los cultos en persona donde, pese a medidas adoptadas para guardar distancia entre los fieles y darles gel desinfectante a la entrada, se observan hasta 3.000 asistentes a un mismo templo en plena cuarentena.
«Creen que Dios puede resolverlo», señaló Mariz. «La idea es que ‘Dios provee todo’ y no precisas hacer aislamiento».
Esto contrasta con la actitud que han asumido otros pastores de diversas denominaciones en defensa de la suspensión de cultos en persona y ofreciendo servicios por internet.
«Pero es una minoría», sostuvo el teólogo Kenner Terra, que enfrentó una ola de críticas por defender el aislamiento social.
«El hecho de que consideres las recomendaciones de la OMS es casi como un ‘acto de resistencia'», dijo Terra a BBC Brasil.
Distintos tipos de iglesias en Latinoamérica han cerrado sus puertas temporalmente ante la pandemia y han buscado adaptarse ofreciendo de servicios religiosos por redes sociales.
Pero otros optaron mantuvieron reuniones en persona.
Grupos evangélicos en Nicaragua han participado de actividades públicas, algunas de ellas promovidas por el gobierno de Daniel Ortega, criticado desde el exterior por evitar adoptar medidas contra el covid-19 recomendadas por especialistas en salud.
Desde la Iglesia católica, el cardenal nicaragüense Leopoldo Brenes advirtió el domingo que salir a la calle «es riesgoso».
En zonas de Colombia y Perú alejadas de las capitales se han reportado intervenciones de la policía para detener algún encuentro evangélico en curso que se salteaba las restricciones.
En Chile hubo casos donde los propios pastores estaban contagiados de covid-19 y celebraron de todas formas cultos con sus fieles.
Mario Salfate, un pastor chileno, asistió a una reunión religiosa con unas 300 personas el 16 de marzo, cuando en su país ya había advertencias y medidas por la peligrosidad del virus.
Unos días después, Salfate dio positivo de covid-19 junto a otros tres participantes del encuentro. Murió a mediados de abril.
En EE.UU. falleció el mismo mes, tras contraer el covid-19, el pastor evangélico Gerald Glenn, quien había desafiado los avisos sobre el riesgo de infección al afirmar que «Dios es más grande» y seguiría predicando en su iglesia de Virginia.
Los evangélicos blancos figuraron como el grupo religioso de EE.UU. menos propenso a creer que el covid-19 supone un riesgo para la salud pública en una encuesta de marzo del Centro Pew de Investigación.
Y, pese a las controversias que provocó Trump con el coronavirus, tres de cada cuatro evangélicos protestantes blancos indicaron en el mismo sondeo que Trump respondía bien al brote de infecciones.
«Eso fue mucho más alto de lo que vimos entre otros grupos religiosos», dijo Greg Smith, director asociado de investigación del Pew, a BBC Mundo.
Con el argumento de que las medidas contra la pandemia van contra sus libertades, algunos evangélicos conservadores en EE.UU. se han unido a protestas alentadas por el propio Trump en reclamo de la reapertura de actividades.
Una gran mayoría (82%) de los estadounidenses que asisten regularmente a iglesias disponen ahora de esos servicios religiosos por TV o internet, según otra encuesta de Pew a fines de abril.
Pero algunos pastores mantienen las reuniones colectivas, como Rich Vera, que el domingo lideró una ceremonia en Florida llamando a los asistentes a sentarse más cerca de él: «No hay coronavirus aquí», sostuvo, sin prueba científica posible.
«El llamado que Dios puso en mi vida es predicar el evangelio, poner las manos sobre los enfermos para que él pueda sanarlos», respondió Vera cuando la BBC le preguntó recientemente si es responsable que mantenga contacto físico con sus fieles. «Ese es mi llamado».