Perú es el segundo país de América Latina con más casos de covid-19 en términos absolutos después de Brasil y el duodécimo a nivel mundial. ¿A qué se debe este récord si el país fue uno de los primeros de la región en imponer una restrictiva cuarentena?
Perú fue uno de los primeros países de América Latina en imponer una cuarentena total sobre sus ciudadanos para contener la propagación del coronavirus.
El 16 de marzo, el gobierno decretó un estado de emergencia sanitaria, cerró las fronteras del país, ordenó que la gente saliera solo para fines imprescindibles, como comprar alimentos y medicamentos, y decretó toques de queda en distintos horarios en todas las ciudades.
Desde entonces, la cuarentena se ha ampliado cinco veces. El presidente, Martín Vizcarra, anunció este viernes la última y más larga extensión de la medida (y de la emergencia sanitaria), que estará vigente hasta el 30 de junio. Paralelamente se irán reanudando algunas actividades económicas.
Muchos expertos y peruanos aplaudieron en marzo la prontitud de las medidas para contener el brote y los paquetes económicos para ayudar a las personas afectadas por la paralización de la economía.
Incluso hasta ahora, el 80% de los ciudadanos aprueba la gestión de Vizcarra, según una encuesta de mayo de la consultora Ipsos Apoyo.
Sin embargo, a poco más de dos meses de iniciadas las restricciones, Perú es el segundo país de América Latina con más casos de covid-19 en términos absolutos después de Brasil, y el duodécimo a nivel mundial, según la Universidad Johns Hopkins, que monitorea el avance de la pandemia en el planeta.
Hasta este viernes, Perú registra 111.698 casos de covid-19 y 3.244 fallecidos.
Casi el 30% de las muertes, 977, han ocurrido en los últimos ocho días, de acuerdo a datos analizados por el diario peruano El Comercio.
Parte de esos números se justifica en que Perú ha aplicado más pruebas de detección de covid-19 que otros países de América Latina con mayor población. Hasta este viernes había tomado 750.526 muestras. Mientras que hasta este jueves, México había hecho 193.589; y Argentina, 116.689. Hasta este miércoles, Colombia había realizado 214.536 pruebas.
Pero la mayor cantidad de pruebas no explica por sí sola el mayor número de casos de Perú o el hecho de que el gobierno no haya aplanado la curva de contagios tanto como hubiera querido.
Varios expertos consideran que algunos problemas preexistentes de la economía y la sociedad peruana ayudan a entender por qué Perú todavía no contiene el brote.
Estos son cinco factores.
Muchos peruanos cumplieron con minimizar sus salidas fuera de casa, señala Hugo Ñopo, investigador principal del centro peruano de investigaciones GRADE, a BBC Mundo.
Pero las condiciones económicas y la obligación de tener que ir a lugares aglomerados, entre otras circunstancias, impidieron que se cumpliera con el objetivo más importante de la lucha contra el nuevo coronavirus: maximizar la distancia social.
Alrededor del 71% de la población económicamente activa en Perú ocupa puestos de trabajos informales o se desempeña en oficios en los que obtienen sus ingresos día a día.
«Estamos hablando de hogares donde el ingreso monetario es diario y por lo que su logística de funcionamiento también es diaria», dice Ñopo.
«Los peruanos que tenían que salir a trabajar [tanto de sectores formales como informales] fueron a estaciones de transporte, o los peruanos que salieron a hacer compras [o a vender] han ido a mercados muy aglomerados donde no se ha respetado en absoluto la distancia social», dice Ñopo.
«Entonces minimizamos las salidas, pero nos olvidamos de maximizar la distancia social. Por eso parte de los contagios», agrega.
Una de las dificultades que explica esta necesidad de salir frecuentemente es el hecho de que solo el 21,9% de hogares pobres de Perú tiene refrigeradora, es decir, poco más de uno de cada cinco hogares pobres, según la última Encuesta Nacional de Hogares de Perú, de 2019.
Estos hogares «no cuentan con una logística que les permita abastecerse de alimentos por muchos días», dice Ñopo a BBC Mundo.
«Tienen que salir a abastecerse con cierta frecuencia y salir especialmente hacia los mercados», añade.
Muchas otras personas han estado yendo a los mercados porque en un país tan gastronómico como Perú, existe la costumbre de comer productos frescos.
«No hay día que la gente no salga a comprar diez céntimos de culantro (cilantro), diez céntimos de cebolla china, las conchitas para el cebiche», contó el periodista peruano Harry Gordillo al podcast «La Encerrona», a fines de abril, sobre la situación en el distrito en el que vive en la región Lambayeque, la segunda con más casos después de Lima y Callao.
Precisamente los mercados han sido identificados por el propio presidente Vizcarra como «los principales focos de contagio».
Por ejemplo, en el Mercado de Frutas de La Victoria, en Lima, el 86% de sus vendedores resultó infectado con covid-19, según datos oficiales.
Días después, Vizcarra anunció que se habían intervenido para ordenarlos y reducir la propagación del virus.
«Identificamos que los problemas se estaban dando en las zonas de contagio más concentradas, que eran los mercados. Dijimos: vamos a trabajar directamente con los municipios para revertir la situación y [ya] se comienzan a ver los resultados», dijo Vizcarra este martes.
«Si no disminuimos el nivel de contagio en los mercados, no vamos a poder disminuir la infección de esta enfermedad», añadió.
Pedro Lavado, profesor de Economía de la Universidad del Pacífico, dijo a BBC Mundo que muchas personas de mayores ingresos también se aglomeraron en los supermercados para abastecerse y pasar los días y horarios en los que estos estarían cerrados, como Semana Santa.
El investigador social peruano Rolando Arellano comenta a BBC Mundo que «los horarios restringidos de mercados y bodegas (incluyendo cierres de todo el fin de semana) favorecieron la aglomeración».
Pero los mercados no han sido los únicos focos de contagio en Perú durante la pandemia.
Paralelamente a las restricciones, Perú destinó entre el 9% y el 12% de su PIB para ayudar a la gente que hubiera perdido su empleo (o autoempleo) y a las empresas que se hubieran quedado sin ingresos a causa de la emergencia.
Estos paquetes de ayuda convirtieron a Perú en uno de los países de América Latina que más ha gastado en la lucha contra la pandemia.
Una de las medidas fue el pago de un bono de 760 soles (unos US$222, en una o dos partes) para unos 6,8 millones de hogares vulnerables, pobres, pobres extremos y con trabajadores independientes.
Pero solo el 38,1% de los peruanos adultos tiene cuenta bancaria, según el último reporte de inclusión financiera de la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS) de Perú, de junio de 2019.
Aunque el Ejecutivo ofreció opciones virtuales para recibir los bonos, muchos de los beneficiarios tuvieron que ir personalmente a los bancos a cobrarlos, y por lo tanto formar colas y aglomeraciones.
Vizcarra también reconoció a los bancos como unos de los «puntos críticos» de contagio, junto a los mercados y al transporte público.
«Otro sitio [de contagio] son, dado que estamos repartiendo los bonos, también los bancos. Ahí también tenemos que mejorar la distribución, las transferencias de los recursos pero sin generar las aglomeraciones que veíamos», dijo el mandatario en una conferencia el 13 de mayo.
Esa semana el gobierno amplió el horario de atención de los bancos, centros comerciales y farmacias.
De esta manera, la gente «tiene más tiempo en el día, entonces hay menos concentración de gente», dijo Vizcarra sobre la medida.
Pero los peruanos no solo tuvieron que «salir» a lugares aglomerados. Según la Encuesta Nacional de Hogares de 2019, el 11,8% de hogares pobres de Perú ocupa viviendas hacinadas, lo que dificulta mantener la distancia social en casa.
«Es decir, [estos hogares] tienen a cinco o más personas viviendo en casas que o no tienen una habitación para dormir, o sea, solo una sala o algo así, o que tienen solo una habitación para cuatro o más personas», explica Ñopo.
Fuera de estos problemas, Lavado, de la Universidad del Pacífico, dijo a BBC Mundo que faltó implementar un sistema de rastreo de contactos de las personas contagiadas.
Mirando hacia el futuro, Arellano cree que se debe «educar sobre las formas de cuidado y distanciamiento en la ciudadanía (responsabilizándola de sus actos) y mejorar los sistemas de comercialización, transporte, etc. para facilitar la asepsia y el distanciamiento».
El ministro peruano de Defensa, Walter Martos, dijo este viernes que «la Policía y las Fuerzas Armadas no se cansarán de trabajar en calles, mercados, bancos y paraderos para contribuir a crear esta nueva cultura de respeto a las normas para aprender a convivir con el virus».
Ñopo señala que el 16 de marzo, cuando empezó la cuarentena, las medidas que tomó el gobierno eran «el mejor curso de acción, dadas las circunstancias».
«El problema está en que esas condiciones en que nos encontrábamos eran muy precarias», lamenta.
Sobre la extensión de las restricciones y la reanudación en paralelo de ciertas actividades, Ñopo opina que es «lo más sensato» que se puede hacer.
«Este virus es desconocido. Lo sensato es extender la cuarentena por un periodo largo, porque todavía no sabemos cómo va a evolucionar esto. Que se queden en casa quienes pueden quedarse en casa, pero hay que comenzar a permitir salir a quienes necesitan trabajar, porque hay muchos hogares imposibilitados de generar ingresos», dice.
«Pero hay que transmitir mensajes claros, precisos y potentes a la población para maximizar la distancia social», agrega.
A inicios de mayo, Vizcarra dijo que, debido a que el covid-19 es una enfermedad nueva, «lo que hace un mes podía ser la mejor decisión, a la luz de los resultados, requiere los ajustes necesarios para tener mejores resultados». Agregó que «eso no ocurre solo en Perú, sino a nivel mundial».
Dijo también que «si los resultados no han sido lo que exactamente esperábamos, sí han sido auspiciosos en función de lo que se ha evitado».