«Lamentamos la partida de Efraín Barquero, un autor que transformó las cosas simples de la vida en poesía. El Premio Nacional de Literatura fue un reconocimiento a ese talento y sensibilidad social. Valoramos su gran legado y enviamos condolencias a su familia», señaló la ministra de Cultura, Consuelo Valdés. Ubicada por la crítica dentro de la prolífica Generación Literaria de 1950, al igual que Enrique Lihn, Armando Uribe Arce y Jorge Teillier, entre otros, su obra transita por una cierta continuidad de la tradición poética que incorpora elementos propios de la lírica popular y del mundo de la poesía infantil.
El poeta Efraín Barquero, Premio Nacional de Literatura 2008, murió este lunes a los 89 años en Santiago, según informó la editorial Lastarria.
«Lamentamos la partida de Efraín Barquero, un autor que transformó las cosas simples de la vida en poesía. El Premio Nacional de Literatura fue un reconocimiento a ese talento y sensibilidad social. Valoramos su gran legado y enviamos condolencias a su familia», señaló la ministra de Cultura, Consuelo Valdés.
«Quisiera dormirme en este aroma áspero/y en esta bandada de garzas desatadas/dormirme (…) junto a los ojos de niebla despertados/Y soñar con la edad azul del río», había escrito el poeta en uno de sus versos.
Barquero era el seudónimo de Sergio Efrain Barahona. Nació en 1931 en Piedra Blanca, Teno, en la región del Maule. Uno de sus últimos libros fue «Escrito está».
En 2008, este medio reseñó que era «un poeta que teje sus trabajos a partir de la visión de las cosas simples del acontecer cotidiano, como por ejemplo, el pan, la miel, la agricultura, como asimismo, existe un fuerte compromiso con la mujer, en este caso ‘la compañera’, a quien ha dedicado tres libros» («La compañera», «La compañera poema de amor» y «La Compañera y otros poemas»).
«Barquero retoma el camino trazado por Neruda a partir de ‘Residencia en la tierra’ y la influencia de Saunt John Perse; su vínculo con la tierra y la experiencia del exilio cruzan su obra lamentablemente casi desconocida para los lectores más jóvenes», señala el editor Felipe Reyes. «Después de Neruda la poesía de Barquero anticipa el larismo desarrollado posteriormente por Teillier».
El poeta era considerado un hombre quitado de bulla, que cultivaba el bajo perfil literario. Aunque de apariencia un tanto dura, sus cercanos lo veían como una persona afable.
Nacido en 1931, el vate estuvo exiliado en Francia entre 1975 a 1990, y donde permanece una parte de su familia. Estuvo en Chile poco tiempo y regresó al país galo, y vivió alternadamente en Chile y el exterior.
Ubicada por la crítica dentro de la prolífica Generación Literaria de 1950, al igual que Enrique Lihn, Armando Uribe Arce y Jorge Teillier, entre otros, la obra de Efraín Barquero transita por una cierta continuidad de la tradición poética que incorpora elementos propios de la lírica popular y del mundo de la poesía infantil.
En la obra de Barquero la utilización de arquetipos del mundo popular y campesino, como «el padre» o «la compañera», son las constantes de una poesía emparentada con la tierra y con una suerte de mitología de lo cotidiano, donde se refuerza la presencia de la tradición.
Como señaló la crítica literaria Ana María Larraín, en Barquero «los espacios míticos aparecen ritualizados por la individualidad del recuerdo de su infancia transcurrida en la zona central», lo que permitiría incluso vincularlo con la poesía lárica de Teillier o con ciertos pasajes de la obra de Juvencio Valle.
Considerado en sus inicios como el natural continuador de la línea de desarrollo poético abierta por Pablo Neruda, su primer libro, «La piedra del pueblo» (1954), fue incluso prologado por el Premio Nobel, además de tener un buen recibimiento de la crítica por su temática y por el surgimiento de una voz definida y bien calibrada dentro del panorama literario, según reseña el sitio Memoria Chile de la Biblioteca Nacional.
Entre sus siguiente sobras destacan «La compañera» (1956) y «El viento de los reinos» (1967), obra que nace de un viaje a China, y en la que el poeta realiza un notorio intento por acceder a niveles de expresión y trascendencia no totalmente presentes en su obra anterior.
Tras el golpe de Estado de 1973, Barquero continuó su labor creativa en el extranjero, principalmente en Francia, país en el que escribió «A deshora» entre 1979 y 1985, y que fue publicado en Chile el año 1992, al igual que «Mujeres de oscuro» y «El viejo y el niño».
Decepcionado de Chile y amarrado ya por la costumbre del exilio, Barquero regresó a Francia al poco tiempo de intentar radicarse en nuestro país.
Antes de su retorno a Francia, ahora como autoexiliado, el vate publicó «La mesa de la tierra», libro con el que obtuvo el Premio Municipal de Literatura en 1999 y del que el crítico Camilo Marks dijo que «puede y debe leerse en varios niveles y puede especialmente leerse en voz alta, lo que no sucede con la poesía actual. En definitiva, se trata de un libro que vuelve a situar a Efraín Barquero como un creador clave de la lírica chilena contemporánea».
Inscrita por la crítica dentro de la generación de 1950, la poesía de Efraín Barquero se caracteriza por su vínculo con la tierra, la incorporación de elementos de la lírica popular y el encuentro con los orígenes.