Podemos decir que este libro se abre como una preocupación del hablante por la salud mental del país, pero también como una especie de diagnóstico de la situación del poeta en el contexto social y temporal en que le toca escribir, utilizando estrategias donde se incluye al poeta como personaje central de esta entrega.
“El delirio”, de Alberto Cecereu, es un libro de poemas que, a primera vista, surge de una preocupación por la salud mental, no tan sólo de quienes padecen enfermedades de este tipo; sino que también de un país entero.
En la dedicatoria podemos leer: “A los recluidos en los centros de salud mental/ a los depresivos/ a los potenciales suicidas/ a los suicidas consumados/ a los sobrevivientes” (p.7) y posteriormente: “pero/ existirá/ un/ día/ que/ el/ sistema/ de/ salud/ reventará/ de/ tantos/ dementes/ que/ somos” (p.8).
Podemos decir que este libro se abre como una preocupación del hablante por la salud mental del país, pero también como una especie de diagnóstico de la situación del poeta en el contexto social y temporal en que le toca escribir, utilizando estrategias donde se incluye al poeta como personaje central de esta entrega.
El cambio, la variación de tipografías y tamaños en palabras, versos y poemas o textos en prosa nos habla gráficamente de una inestabilidad quizá sólo formal, ya que el contenido general de la obra posee un continuo que podríamos catalogar de sólido, donde se dan cita sueños, desvaríos, alucinaciones, memorias, arquetipos, crítica multisistémica, imágenes fotográficas de sujetos recogidos, torcidos en la demencia y el delirio.
33 cantos mixturados con las “Notas en una Clínica Psiquiátrica”, como reza el subtítulo, conforman una especie de relato paralelo o simultáneo que intensifica la experiencia que significa esta lectura, la que posee múltiples entradas al campo o mundo de la locura y la demencia, la enfermedad y la clínica.
Así las cosas, es natural pensar en la obra de psicoanalistas, historiadores, filósofas, filósofos o pensadores que han dedicado parte o la totalidad de su trabajo a esta dimensión, condición, situación o padecimiento vital que podemos denominar de forma común como mundo psiquiátrico. Freud, Lacan, Zizek, el Benjamín de “Capitalismo y Esquizofrenia”, Foucault como sus teóricos más ilustres. Erasmo de Rotherdam, Shakespeare, Dostoiewsky, Kafka y movimientos artísticos completos, como el surrealismo, sus brazos narrativo y lírico.
El delirio, la locura: “a mí me llaman el colorino/ porque rescato los fuegos artificiales de los infartados/ los sueños de los drogadictos/ y las bendiciones papales de los desquiciados/ e inventamos en el brocal de las botellas/ las sinfonías los finales/ los mediáticos créditos fílmicos/ el cancionero fatalista de los hospitales/ para que celebremos la escuela de los esclavos/ la escultura de los pañuelos/ en el adorno de los discursos de los chiquillos del poder/ los niñitos de las financieras que creen que han descubierto a dios/ en los manuales de supervivencia/ y repiten como un canto: « el estado tiene una función subsidiaria»” (p.29).
En este libro nos podemos hundir en un mapa mental y en una cartografía laberíntica que de pronto nos recuerda la performática de Jodorowsky, sobre todo en versos o imágenes como: “DIOS TE SALVE MARÍA/ LLENA ERES DE GRACIA/ EYACULEMOS JUNTOS ARRIBA DE TU MARÍA LA PROSTITUTA/ HAZME TUYO” (p.91).
Asimismo podemos ver salpicada en distintos lugares del libro la relación de la locura y el crimen, como por ejemplo en prosas como: “El sábado 22 de abril de 2017, Felipe – de 10 años- fue asesinado por Fernando Adrián Sierra López, en la quebrada de las sierras de Villa Serrana de Uruguay. El niño presentaba una contusión en su cabeza producto del orificio de bala que deja un hematoma en el cuero cabelludo. Fernando se suicidó” (p.58).
La poética de Cecereu es una entrega que nos permite otear la deriva delirante como una posibilidad dentro de los focos de importancia en cuanto a la o las patologías psíquicas que iluminan sectores oscuros del complejo humano y que solemos dejar de lado, ignorando esta realidad tan patente -sobre todo en un país con el porcentaje o proporción de personas que sufren enfermedades mentales en el país-, como si continuáramos absortos mirando televisión, mientras la casa se incendia.
El Delirio. Notas en una clínica psiquiátrica. Alberto Cecereu. Ediciones Filactelia, agosto de 2019, 107 páginas.
Ramiro Villarroel Cifuentes. Escritor.