La violencia entre israelíes y palestinos se intensificó en los últimos días, con ataques aéreos en Gaza y los peores disturbios en Jerusalén desde 2017. El estatus de la ciudad y el posible desalojo de familias palestinas explican gran parte de la tensión actual.
Jerusalén fue escenario de varios días de disturbios, en una nueva escalada de violencia entre palestinos y fuerzas de seguridad israelíes que deja centenares de heridos, y ataques en represalia por parte de ambos lados.
Militantes palestinos han disparado cientos de cohetes desde Gaza hacia Israel desde el lunes por la noche, matando a al menos 3 israelíes.
La respuesta de Israel ha sido una serie de bombardeos que ha dejado una treintena de muertos en la Franja de Gaza.
Hamás había amenazado con atacar Israel después de que cientos de palestinos resultaran heridos en enfrentamientos con la policía israelí en un lugar sagrado para los musulmanes en Jerusalén el lunes.
Aquí te damos 3 claves para entender la creciente tensión.
Jerusalén vive desde el fin de semana los peores disturbios de este tipo desde 2017, impulsados en gran parte por un intento de larga data por parte de colonos judíos para apoderarse de casas de familias palestinas en el este de Jerusalén anexado por Israel.
Los enfrentamientos de este lunes tuvieron lugar fuera de la mezquita Al Aqsa, en la Ciudad Vieja de Jerusalén. Los palestinos arrojaron piedras a policías antidisturbios israelíes, que dispararon balas de goma y gases lacrimógenos.
La Media Luna Roja Palestina dijo que en los enfrentamientos del lunes en Jerusalén más de 300 palestinos resultaron heridos.
La fuerza policial israelí dijo que una veintena de agentes resultaron heridos.
La mezquita Al Aqsa se sitúa en una explanada conocida para los musulmanes como Haram al Sharif, o el Noble Santuario, y por los judíos como el Monte del Templo.
La fuerza policial de Israel dijo que miles de palestinos se habían atrincherado en el lugar con piedras y cócteles molotov en anticipación de un enfrentamiento durante una marcha judía planeada para el lunes para conmemorar el Día de Jerusalén.
La llamada Marcha de la Bandera conmemora la captura de la parte oriental de Jerusalén por parte de Israel en 1967, cuando, durante la Guerra de los Seis Días, tomó el control efectivo de toda la ciudad.
En Jerusalén Oriental se asienta la ciudad vieja, donde se ubican algunos de los lugares religiosos más sagrados del mundo: la Cúpula de la Roca y la propia mezquita de Al Aqsa de los musulmanes, el Monte del Templo y el Muro de las Lamentaciones de la religión judía y el Santo Sepulcro de la religión cristiana.
Y es considerada la ciudad más sagrada para el judaísmo y el cristianismo, y es la tercera ciudad más sagrada del islam.
El destino de Jerusalén Oriental está en el corazón del conflicto palestino israelí, y ambas partes reclaman su derecho sobre ella. Israel considera a toda la ciudad como su capital, aunque no es reconocida como tal por la mayor parte de la comunidad internacional, y los palestinos reclaman a Jerusalén Este como la futura capital de un futuro Estado independiente.
Por lo general, durante la Marcha de la Bandera, cientos de jóvenes israelíes ondean banderas y se abren paso a través de áreas musulmanas, cantando canciones patrióticas.
Muchos palestinos lo consideran una provocación.
La policía israelí decidió prohibir que los judíos visitaran el complejo durante las conmemoraciones por el Día de Jerusalén.
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, defendió la actuación policial.
«Esta es una batalla entre la tolerancia y la intolerancia, entre la violencia sin ley y el orden», dijo. «Los elementos que quieren expropiar nuestros derechos nos obligan periódicamente a mantenernos firmes, como lo están haciendo los agentes de policía de Israel».
Por su parte, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmoud Abbas, condenó las acciones israelíes.
«El brutal asalto de las fuerzas de ocupación israelíes a los fieles en la sagrada mezquita Al Aqsa y su explanada es un nuevo desafío para la comunidad internacional», dijo su portavoz Nabil Abu Rudeineh.
Gran parte de la última ola de violencia se debe a un esfuerzo legal de larga data por parte de grupos de colonos judíos para desalojar a varias familias palestinas de sus hogares en el cercano distrito de Sheij Jarrah, en Jerusalén Oriental.
El fallo de un tribunal inferior este año que respaldaba el reclamo de los colonos desató la ira de los palestinos.
El Tribunal Supremo de Israel debía celebrar una audiencia sobre el caso este lunes, pero la sesión se pospuso debido a los disturbios.
Esta nueva oleada de violencia tiene lugar en los últimos días del mes sagrado musulmán del Ramadán.
Las tensiones se han intensificado desde el comienzo de la festividad, a mediados de abril, con una serie de eventos que han provocado disturbios.
Cuando comenzó el Ramadán, estallaron enfrentamientos nocturnos entre la policía y los palestinos que protestaban contra las barreras de seguridad fuera de la Puerta de Damasco, en la ciudad vieja de Jerusalén, que les habían impedido reunirse allí durante la noche.
Pero los enfrentamientos no se han limitado a Jerusalén y también se registraron choques en la ciudad de Haifa, en el norte de Israel, y cerca de la ciudad de Ramala, en Cisjordania.
Los negociadores del Cuarteto para Medio Oriente —Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y la ONU— han expresado su profunda preocupación por la violencia, instando a todas las partes a mostrar moderación.