Esta columna de la agencia oficial china Xinhua cuestiona los intentos desde EE.UU. de conectar el origen del COVID-19 con el laboratorio de Wuhan y sostiene que para Washington “el chivo expiatorio de China ha sido durante mucho tiempo una táctica conveniente para desviar la culpa de su desastrosa respuesta a la pandemia”.
Desde su inicio, la investigación dirigida por la comunidad de inteligencia de Estados Unidos sobre los orígenes de la COVID-19 ha generado una preocupación generalizada sobre la politización de este tema científico y, por lo tanto, ha provocado la oposición de científicos de todo el mundo.
Con las últimas revelaciones de los medios de que la Casa Blanca está considerando lanzar otra investigación si la actual «resulta inconclusa», queda al descubierto que Washington tiene el claro objetivo final de avivar la hipótesis de la fuga de laboratorio para desviar la atención de sus deficiencias en la respuesta a la pandemia y echar la culpa a China.
Según CNN, mientras la investigación de 90 días se acerca a su fin, los espías estadounidenses no han podido asociar el patógeno mortal con el instituto de virología de Wuhan «después de tres meses de estudiar detenidamente los datos brutos».
El fallido intento de los espías estadounidenses no es una sorpresa. De hecho, la infundada «teoría de la fuga de laboratorio» fue ampliamente ridiculizada durante todo un año y solo ganó fuerza este año después de Michael Gordon, quien escribió artículos engañosos o absolutamente inexactos sobre las armas de destrucción masiva en Irak antes de la invasión de 2003, insinuara una conexión inverosímil entre el «personal enfermo» del laboratorio de Wuhan y el brote de COVID-19, al citar un llamado «informe de inteligencia estadounidense no revelado anteriormente».
Incluso Anthony Fauci, asesor médico en jefe de la Casa Blanca, ha cuestionado abiertamente la «fuerza» y la «confianza» en la inteligencia estadounidense de conectar el origen de la COVID-19 con el personal enfermo del laboratorio de Wuhan en su entrevista con The New York Times.
Durante mucho tiempo, la justificación estadounidense para perseguir la «teoría de la fuga de laboratorio» ha sido que las pruebas tanto del origen natural como de la teoría de la «fuga de laboratorio» son débiles.
Sin embargo, como han argumentado muchos científicos, incluido David Robertson, director de genómica viral y bioinformática de la Universidad de Glasgow en Escocia, tal argumento ha establecido una «falsa equivalencia» entre ellos, porque muchas pruebas apuntan ahora a un evento de propagación natural.
Para las élites gobernantes en Washington, el chivo expiatorio de China ha sido durante mucho tiempo una táctica conveniente para desviar la culpa de su desastrosa respuesta a la pandemia. Sin embargo, esta maniobra política no engaña a nadie.