Javier Milei es un economista mediático que se hizo conocido por su paso asiduo por los programas de televisión, sus posiciones ultraliberales y su look particular de pelo largo y flequillo que le cae por el rostro. Y en víspera de las elecciones intermedias de noviembre, en los últimos meses saltó de la fama televisiva a la política. Fundó, con otros socios, un partido -Avanza Libertad- y se postula como primer candidato a diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires (CABA). Pero la política argentina tiene, desde la transición democrática de 1983, una clara tradición de permitir la emergencia de terceras fuerzas políticas —por sobre el peronismo y el radicalismo— y luego dejarlas caer.
“Vamos a derrumbar el modelo defendido por la casta política que solo nos ha hecho más pobres”. “No vengo a guiar corderos, vengo a despertar leones”. Así, a los gritos, vestido con campera de cuero y pelo largo, como un rockstar, Javier Milei se dirigía a un numeroso público, sobre todo joven, un soleado sábado siete de agosto en una plaza pública.
A los días, en un programa radial exclamaba que él y sus votantes iban a echar a los políticos “….con una patada en el culo”. En un programa de TV proponía el desmantelamiento del Estado empezando por “….el cierre del Banco Central”. Otro día proponía las privatizaciones de las calles, que los vecinos la gestionen, las cuiden, cobren peaje, y que los automovilistas, con su GPS, sepan que calles tomar y cuanto les va a costar.
De la TV a la política
Javier Milei es un economista mediático que se hizo conocido por su paso asiduo por los programas de televisión, sus posiciones ultraliberales y su look particular de pelo largo y flequillo que le cae por el rostro. Y en víspera de las elecciones intermedias de noviembre, en los últimos meses saltó de la fama televisiva a la política. Fundó, con otros socios, un partido -Avanza Libertad- y se postula como primer candidato a diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires (CABA).
Su capital político es su irreverencia discursiva, su apariencia desenfadada y juvenil, un liberalismo exacerbado que tiene adeptos urbanos y el atrevimiento a decir y proponer todo lo que es impolíticamente correcto en un electorado que tiende del centro a la centroizquierda. Su acierto estratégico: apelar a una porción del electorado que está definitivamente harta de la política y la clase política, algo que se viene manifestando desde principios de siglo. El escenario es propicio: una crisis socioeconómica in crescendo agravada por la pandemia que tampoco ha sido bien gestionada por el gobierno actual.
El público que sigue fervorosamente a Milei, para quién es una especie de gurú insultante —outsider de la política—, se compone básicamente de jóvenes urbanos, de clase media y media alta, de buen nivel educativo y sin problemas a futuro pero que se sienten frustrados e inhibidos para desarrollar sus carreras y profesiones. Es el mismo público joven que afirma que es mejor emigrar aunque el país pierda un valioso capital humano. Lo cierto es que es un público totalmente hastiado de la clase política argentina, sus entuertos pasados y presentes, y sus disputas partidarias que aplazan una y otra vez las resoluciones de los problemas urgentes del país.
Es un público que capta claramente las incongruencias actuales de la política argentina pero que solo la rechazaba individual o socialmente, es decir en círculos de amigos. Milei les ofrece el discurso, el tono y la agresión necesaria contra ese status quo, a la vez que una propuesta política cuyo sentido último es derribar la institucionalidad vigente por caduca, corrupta e ineficiente. La simbiosis entre Milei y ese público fue inmediata.
Milei y su Avanza Libertad
[cita tipo=»destaque»]El público que sigue fervorosamente a Milei, para quién es una especie de gurú insultante —outsider de la política—, se compone básicamente de jóvenes urbanos, de clase media y media alta, de buen nivel educativo y sin problemas a futuro pero que se sienten frustrados e inhibidos para desarrollar sus carreras y profesiones. Es el mismo público joven que afirma que es mejor emigrar aunque el país pierda un valioso capital humano. Lo cierto es que es un público totalmente hastiado de la clase política argentina, sus entuertos pasados y presentes, y sus disputas partidarias que aplazan una y otra vez las resoluciones de los problemas urgentes del país.[/cita]
A partir de esa relación convocante, Milei abandonó todo intento de presentarse a primarias por Juntos Cambiemos, la alianza política que llevó a Mauricio Macri a la presidencia en 2015, y decidió jugársela por su lado. Junto a otras personas de perfil similar, aunque menos estruendosas, fundaron Avanza Libertad y se lanzaron a la campaña.
Avanza Libertad es, en esencia, una configuración política ultraliberal en lo económico. No hay más novedad que esa. Milei le agrega las propuestas desenfadadas y aparentemente contracorriente, propias de las actuales corrientes libertarias: hiperindividualismo, derechos de las personas sin restricciones, libertad absoluta de decisión —importante entre quienes rechazan la vacuna Covid-19— y nula injerencia del Estado en cuestiones de decisión personal. Por otro lado, evita lo que sostienen otras corrientes libertarias: racismo, homofobia, condena al discurso de género y diversidad sexual o la apelación a fundamentos religiosos, posiciones que son límites claros en la cultura política argentina debido, también, a su predominio laico.
El discurso de Milei es liberal en el sentido histórico de la Escuela Austríaca (Von Hayek, Ropke,) y el legado de Milton Friedman. Es decir, una centralidad absoluta del mercado como productor y distribuidor de los bienes sociales, y un liberalismo que se traslada a todas las demás arena de la vida social: educación, salud, vivienda, transporte, trabajo, legislación, normas, etc.
En conclusión, el Estado debe abstenerse de todo lo que se desee y pueda ser ofertado por un privado. Y en esta coyuntura política, se suma el rechazo absoluto a lo que, algunos consideran, un aprovechamiento de la pandemia para atropellar las libertades individuales y conculcar derechos.
La pregunta no es si a Milei y su partido les irá bien en esta elección, ya que con viento a favor conseguirán algunas diputaciones. El tema es como va a evolucionar el partido y el personaje.
La política argentina tiene, desde la transición democrática de 1983, una clara tradición de permitir la emergencia de terceras fuerzas políticas —por sobre el peronismo y el radicalismo— y luego dejarlas caer, es decir, no extender ese apoyo electoral más que por dos o tres elecciones. Se puede entonces pensar, con cierto fundamento, que la perdurabilidad de esta fuerza política y el liderazgo de Milei, es muy incierto.
Quizás Milei devenga, por su poder de convocatoria, en un dirigente taquillero de Juntos Cambiemos o como se siga llamando esa alianza política liberal. Y quizás, satisfecho su ego, se dedique luego de un breve paso por la política a la arena escénica, la cual maneja muy hábilmente.
Es posible que encauzada —un poco— la crisis que vive la Argentina y tras una renovación política en 2023, amaine la furia política del sector que apoya a Milei y así se atenúe su poder de convocatoria. Lo cierto es que, hoy, es la figura emergente de la política argentina. No tanto por intención de voto sino por la articulación de un discurso nuevo, apto para este escenario de decepción y desafección política.
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Diego M. Raus Director de la Licenciatura en Ciencia Política y Gobierno de la Universidad Nacional de Lanús. Profesor titular de la Facultad de Ciencias Sociales de la Univ. de Buenos Aires (UBA). Licenciado en Sociología por la UBA y en Ciencia Política por Flacso-Argentina.