Fueron observadas madres con crías en el Golfo de Penas, un apartado sector dentro del litoral en la región de Aysén, ubicado al sur del Parque Nacional Laguna San Rafael, donde, hasta la fecha, no hay presencia de actividades de acuicultura o habitantes residentes. Hallaron un refugio para sus crías, precisamente en la Bahía San Quintín. A partir de observaciones obtenidas entre los años 2017 y 2020, científicos pudieron corroborar que este proceso ha sido constante y ya es un hecho.
A finales de septiembre se llevó a cabo una expedición científica multidisciplinaria exploratoria al Istmo de Ofqui, un lugar remoto de la región de Aysén, donde la intervención humana es mínima.
Parte del equipo de investigación especializado en el área marina, tenía dentro de sus objetivos el estudio de cetáceos, lo cual se llevó a cabo con colaboración de tres instituciones: el Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (CIEP), de la región de Aysén, el Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA) de la región de Coquimbo y la Fundación Aysén Mira el Mar, también de Aysén.
En conjunto con Destino Patagonia, empresa turística especializada en el sector, se adentraron al litoral del Valle Exploradores para poder identificar la presencia de cetáceos, en específico de la Ballena Franca Austral (Eubalaena australis) y la Ballena Sei (Balaenoptera borealis).
Hasta el 2017 existía el supuesto que la población de Ballenas Francas en Chile era muy escasa, debido a que se tenían muy pocos registros anuales de ellas, siendo considerada hasta entonces una especie en peligro crítico. Esta ballena que habita en el hemisferio sur se acerca a la costa en bahías protegidas en la época de reproducción y crianza, en ellas se cobijan durante el invierno y encuentran tranquilidad para esta importante etapa, la cual ocurre cada tres años.
En el año 2020, fueron observadas madres con crías en el Golfo de Penas, un apartado sector dentro del litoral en la región de Aysén, ubicado al sur del Parque Nacional Laguna San Rafael, donde, hasta la fecha, no hay presencia de actividades de acuicultura o habitantes residentes. Hallaron ahí un refugio para sus crías, precisamente en la Bahía San Quintín. Investigadores de CEAZA, a partir de unas observaciones obtenidas entre los años 2017 y 2020, pudieron corroborar que este proceso ha sido constante y ya es un hecho.
La expedición, llevada a cabo el 2021, según el director ejecutivo de CEAZA Carlos Olavarría, confirma que “hay una importancia en la identificación del sector Golfo de Penas como un área de reproducción y crianza de la Ballena Franca Austral, ya que esta especie ha tenido durante mucho tiempo una población vulnerable, y si bien a la fecha hay pocos ejemplares, es la única área que tenemos en Chile donde podemos predecir la presencia de estas ballenas durante este proceso”.
El director ejecutivo de CIEP, Giovanni Daneri, considera que la colaboración ha sido lo primordial.
“Gracias al trabajo conjunto y multidisciplinario es que hemos podido llevar a cabo esta exitosa expedición, donde, por un lado CIEP contaba con recursos de su proyecto de fortalecimiento de centros regionales, financiado por ANID, para que especialistas de diversa áreas pudieran explorar el Golfo de Penas, y por otro, CEAZA y Fundación Mira el Mar, junto a Destino Patagonia, poseían experiencia en la zona y sobre todo en el estudio e identificación de cetáceos. Esta alianza permitió llegar a los hallazgos obtenidos que se traducen en colaboración para fortalecer la investigación de esta especie”.
Basados en la información de años anteriores, los especialistas consideraron importante la realización de una expedición para la temporada de 2021, donde las profesionales Ana Ansón de Fundación Aysén Mira el Mar – Ceaza y Tania Ponce de CIEP emprendieron viaje a este extremo de la región con miras a observar y tomar registros de las ballenas, objetivo que se logró con excelentes resultados. Durante los cinco días de monitoreos, se registraron un total de 27 avistamientos, pudiendo identificar al menos seis individuos, cuatro adultos y dos crías, basado en los patrones de callosidades distintivos que tiene esta especie en la cabeza.
Además, se pudieron realizar registros acústicos a través de un hidrófono, equipo que permite registrar los sonidos que estos animales realizan, los que actualmente se encuentran en revisión. Ana Ansón considera que “es probable que las madres con crías divisadas este año sean ejemplares diferentes a los del año anterior; ahora es importante estudiar los registros fotográficos para poder diferenciar los rasgos de identificación de cada individuo”.
Para esta labor, con apoyo de la línea de Ecología del Paisaje de CIEP, Angela Hernández y Francisco Albornoz, quienes participaron de la expedición, pudieron realizar registros y tomas a través de drones con una alta calidad de resolución, permitiendo identificar de mejor medida los individuos y así diferenciar y cuantificar mejor su presencia.
Por su parte, Tania Ponce pensando en las futuras investigaciones, “es importante considerar un monitoreo constante en esta zona para identificar cuánto tiempo se quedan en esta bahía, y cuántos individuos se encuentran, ya que estas observaciones son los puntos claves para constatar la reproducción y la permanencia de la especie en el litoral de Aysén”.
La información recolectada en esta expedición, junto a lo de años anteriores, permitirá plantear un monitoreo constante en este lugar que entregue información esencial para la conservación y protección de esta especie, por ejemplo por fotoidentificación aérea para la individualización de ballenas, y estimar así, su tamaño poblacional, el uso de un hidrófono permanente para registrar el patrón de presencia a lo largo de todo el año, marcaje satelital para conocer los movimientos migratorios, e incluso, obtener muestras de piel para análisis de variabilidad genética y de grasa para estudio de ecología trófica.
Otra investigación realizada durante esta expedición fue el monitoreo de las mortandades masivas de Ballenas Sei, que se viene registrando desde el año 2015, donde 337 ballenas fueron encontradas muertas, siendo el sector de Seno Escondido en cercanías de la bahía de San Quintín, el segundo lugar con mayor cantidad de ballenas muertas, y donde en años posteriores se continuó registrando estos eventos.
Sin embargo, durante la expedición del 2021 se pudo constatar que no había nuevos individuos muertos este año. Desde la Fundación Aysén Mira el Mar, quienes lideran un proyecto de reconstrucción de un esqueleto de ballena Sei en la comunidad de Puerto Río Tranquilo, financiado por el Proyecto Ciencia Pública del Ministerio de Ciencia, destacan el gran trabajo de vinculación con la comunidad, relevar la importancia de la existencia de ballenas, generando un magnetismo que une a las comunidades aledañas a querer ser parte en la protección marina, y en especial a la protección de los cetáceos.
Junto a lo anterior, Daniel Torres de la empresa turística Destino Patagonia, quienes constantemente navegan y recorren la bahía, agrega que “hay una necesidad de apoyar estas investigaciones. Buscamos poner en valor la conservación de nuestro patrimonio natural del Parque Nacional Laguna San Rafael”.