Giova es uno de los exponentes del arte urbano que destacaron en Chile por plasmar los símbolos más representativos de ese momento histórico en las calles. Y ahora en Barcelona, donde reside, pintó al Perro Matapacos en un espacio público y emblemático para el street art de la ciudad, como es Las Tres Chimeneas. “La gente está cansada de los símbolos humanos, de los símbolos políticos y este es un quiltro, que viene desde abajo, que pelea con la policía y quién le puede recriminar algo”, dice sobre las motivaciones de su obra.
Con la motivación de hacer arte político y social -siendo dirigente estudiantil mientras estudiaba Psicología- Giovanni Zamora, más conocido como Giova, se unió a la brigada muralista Ramona Parra. Tiempo después encontró su propio estilo y comenzó a “graffitear” las calles de Valparaíso con creaciones que reivindicaban al pueblo chileno.
Durante el estallido de 2019, realizó obras que destacaban hitos y símbolos del momento histórico. A dos años de ese hito, y radicado en Europa, pintó al Perro Matapacos en un espacio público y emblemático para el street art de Barcelona, lugar en el cual reside actualmente, en conmemoración al hecho que marcó un antes y un después para su país y para su carrera.
Giova, dueño de un estilo realista y quien hoy se encuentra perfeccionando su técnica en una academia de España, conversó con El Mostrador sobre su trabajo, la revuelta y el mundo del arte urbano.
-¿Por qué elegiste al Perro Matapacos para pintarlo en conmemoración al Estallido Social en Barcelona?
-Fue un trabajo en conjunto con un amigo muralista, Allan Halley. Lo pensamos porque queríamos recordar un hito ya que estamos lejos y la memoria funciona con hitos y con acciones, entonces decidimos pintar este símbolo popular de la protesta, un símbolo puro. La gente está cansada de los símbolos humanos, de los símbolos políticos. La mayoría de las revoluciones siempre tienen un caudillo que las dirige y el ser humano es imperfecto, se equivoca, conspira, se transforma y cuando desde la oposición se ataca a ese caudillo, se ataca al movimiento. En el caso del perro, éste es inatacable, es puro, no tiene pecado, es representativo de una sociedad mucho más amplia. Además, es un quiltro, que viene desde abajo, que pelea con la policía y quién le puede recriminar algo. Eso era lo importante que queríamos destacar de la revolución chilena.
-¿Cómo fue el recibimiento de la gente en Barcelona?
-Lo pintamos justo el 18 de octubre en Las Tres Chimeneas, que es un lugar público y emblemático de aquí, pero también es efímero porque puede que lo borren mañana y eso es parte del proceso histórico de la calle. Pero mucha gente la ha sacado fotos, sobre todo chilenos que viven acá. Además, pusimos la estrella blanca que es como una metáfora de La Estrella de Belén que está guiando al pueblo.
-¿Qué significó para ti y para tu carrera el Estallido Social?
-En ese momento lo que sentí fue una sintonía de todo el mundo cultural. Eso es lo que me parece más significativo porque se creó una estética nueva de un sentimiento de furia social que se traspasó a las artes callejeras. Por ejemplo, los grafiteros que antes rayaban sus nombres, dejaron de hacerlo y aprovecharon de rayar consignas, uno las puede ver en todos lados: “lucha”, “aprueba”, “justicia”. Toda esa energía que estaba canalizada y dividida individualmente se colectivizó y se unificó en una propuesta simbólica que es súper interesante de analizar en torno a sus colores, a sus elementos, a sus símbolos que representaron gráficamente un sentir de cambio. Todo el mundo salió a pintar a las calles, gente que no había tomado nunca una brocha. Se hacía como se podía, así se expresaba y esa explosión artística es la matriz que debe tener el arte urbano.
-¿Los murales que hiciste durante la revuelta seguían la línea gráfica de tus trabajos anteriores o la cambiaron?
-Se modificó porque uno se inspira en los sentimientos y en los colores que se hacen cotidianos en los momentos que se viven y con el Estallido Social los colores cambiaron. El negro es un color que yo no usaba y en un momento apareció porque lo tenían varios símbolos, al igual que el blanco, el rojo y los grises. En mi caso, yo antes utilizaba colores más saturados, pero en ese periodo también quise demostrar un poco de luto con colores más apagados.
-Cuando pintaste el mural del estudiante del Instituto Nacional saltando el torniquete del Metro recibiste comentarios que apelaban a que las primeras en saltar habían sido las estudiantes del Liceo 7 ¿Cuál fue tu postura?
-Yo no lo vi como una disputa de género, lo vi como algo simbólico nacional y hubo gente que quería a la chica también porque estaba el debate sobre quiénes habían saltado primero, entonces pensé, lo resuelvo y pinto dos y si alguien quiere al Perro Negro Matapacos saltando el torniquete, también lo hago. Yo respondí a ese llamado porque el arte urbano es eso, es un arte para emplazar y criticar. Al ser público está el espacio para que la gente lo critique. La obra no es mía, esa obra es de los y las estudiantes saltando el torniquete, ellos y ellas crearon la obra y yo la hice pintura. La obra es el símbolo, no es una obra mía, es una obra colectiva. Yo usé una interpretación y la transformé en pintura. Es una creación de la sociedad chilena de un momento histórico. Por eso a la gente le gustó, porque lo veía como un momento unificador. Todos y todas estaban detrás de ese salto que representa el salto hacia una nueva sociedad.
-¿Y cómo ves que durante el estallido se hayan sumado tantas chicas al mundo del arte callejero?
-Yo no soy vocero y hay que preguntárselo a ellas, pero yo lo veo como algo positivo porque la sociedad chilena es bien machista y el arte urbano también lo es, pero ha ido cambiando. Uno tiene que ser autocrítico, yo también he sido machista, y hay un proceso de reflexión de todos los que pintamos en el arte urbano sobre esa discusión. La discusión está, pero falta mucho para que esto cambie de verdad, para que las mujeres que hacen arte urbano tengan la misma visibilidad porque no se les ha dado por culpa de un sistema patriarcal que no da los espacios. Aunque las indicadas para hablar sobre esto son ellas.
-¿Crees que la academia y el arte callejero son incompatibles?
-El arte callejero no tiene academia, es un arte bastante autogestionado, siempre libre. Se hace, se practica, se pinta y esa es la mejor escuela y desde ahí se avanza y se proyecta un propio estilo. Aunque no creo que sea dicotómico. El arte callejero está siempre obligado a relacionarse con el espacio público, con el entorno urbano, con la sociedad y de alguna forma emplazarla porque está expuesto, es una exposición constante, pública y libre cualquier persona puede taparlo, puede borrarlo, simplemente así funciona porque se desarrolla en la ciudad. La academia te puede entregar elementos técnicos para hacerlo mejor en la calle. Todo arte parte de una forma libre y luego se institucionaliza, quizás el arte callejero también lo haga, no lo sé, no soy adivino. Hay procesos de institucionalización de este arte porque partió muy clandestino y ahora está muy profesionalizado. No creo que todo el arte callejero vaya a terminar así, pero hay una parte que es indudable.
-¿Y esa profesionalización la encuentras positiva o negativa?
-No me atrevo a juzgar si es malo o es bueno, es parte del proceso histórico de todas las artes. Obviamente yo apuesto por un arte urbano que mantenga su independencia crítica, su postura sin reglas, que le dé la máxima libertad de expresión a las personas para manifestarse.
¿Cómo crees que se está desarrollando el arte urbano en Chile?
Creo que en Chile el arte urbano va por un muy buen camino. Hay una explosión de arte urbano que a mí me gusta con todas sus libertades y rebeldía. No me interesa hacer una crítica técnica, porque la gente va aprendiendo a través de diferentes estilos. Ahora las personas tienen una nueva noción del arte urbano, lo valoran mucho más. Me parece súper positivo.
-¿Qué proyectos tienes en Barcelona?
-Quiero aprender un poco más de técnica para que así el mensaje sea mejor comunicado y hacer mejores composiciones. Estoy en un proceso de reflexión de mi arte, no sé hacia dónde me quiero proyectar. Por ejemplo, hace poco hice una residencia en Francia en la Universidad de Bretaña Sur donde pinté, con dos chicos más, sobre cómo el mundo se va a relacionar post Covid. Necesitaba un periodo para mejorar y pensar en cómo seguir. Siempre quiero hablar de lo que sucede, porque eso es parte de la historia de uno.