La sede de la Cepal, en Santiago de Chile, albergará a partir de este miércoles la primera reunión de la Conferencia de las Partes de Escazú, un tratado firmado por 24 países pero ratificado solo por doce y que está llamado a resolver la «conflictividad socioambiental», añadió la ministra de Medio Ambiente, Maisa Rojas.
Con la reciente adhesión al Acuerdo de Escazú, el gran pacto de Latinoamérica por la naturaleza y el primero en el mundo que incluye la protección de los activistas medioambientales, «Chile vuelve a la arena internacional», dijo en una entrevista con Efe la ministra de Medio Ambiente, Maisa Rojas.
La sede de la Cepal, en Santiago de Chile, albergará a partir de este miércoles la primera reunión de la Conferencia de las Partes de Escazú, un tratado firmado por 24 países pero ratificado solo por doce y que está llamado a resolver la «conflictividad socioambiental», añadió Rojas.
El expresidente Sebastián Piñera fue uno de los principales impulsores del tratado, pero en su segundo periodo (2018-2022) cambió de opinión por presiones de la minería y se negó a firmarlo.
En cambio, solo una semana después de asumir el poder, el actual mandatario, Gabriel Boric, firmó la adhesión, qué cambio tan radical de postura, ¿no?
MR: Con la adhesión, Chile vuelve de alguna manera a la arena internacional con un tratado en el que tuvimos mucho protagonismo en su negociación. Chile cree en el multilateralismo y, en particular, en este tratado. El otro gran mensaje es que nosotros entendemos el cuidado de la naturaleza también como un tema de derechos humanos.
¿Por qué es tan importante el Acuerdo de Escazú
MR: Es un tratado de acceso a la información, a la participación y a la justicia sobre temas ambientales. En el caso de Chile, hemos visto en los últimos años un alto nivel de conflictividad socioambiental cuando tenemos que tomar las decisiones en los territorios y nosotros creemos firmemente que esa conflictividad se puede resolver con mayor información, con mayor transparencia y con la anticipación temprana o significativa de todos los actores.
Para su entrada en vigor, el acuerdo necesita ser ratificado en el Congreso. En países como Colombia o Brasil, la tramitación parlamentaria está estancada, ¿teme que pueda pasar lo mismo?
MR: Espero que no. Se está empezando a discutir en la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados y esperamos que en un par de semanas llegue a la Comisión de Medio Ambiente, que es donde yo iré a exponer. Espero que tengamos una tramitación expedita.
Es una de las científicas más reputadas de la región, ¿por qué decidió dejar la academia y dar el salto a la política?
MR: La situación del mundo es muy crítica y esta década es absolutamente fundamental. He pasado de la creación de la evidencia, una evidencia que ya está muy clara, a tomar un rol activo para que ese conocimiento lo podamos aplicar en las políticas públicas.
Boric prometió durante la campaña una ambiciosa agenda medioambiental y la conformación del primer gobierno ecologista de Chile, ¿Cómo se logra eso?
MR: Es una agenda ambiciosa, pero nos toca a nosotros darle contenido y explicarla. Es muy importante para países de nuestra región, con tantos desafíos ambientales pero también sociales, explicar que estas dos agendas van de la mano.
No podemos resolver el problema de la pobreza si no abordamos al mismo tiempo la agenda de la crisis climática, de la biodiversidad, de la devastación. Un país que tiene altos niveles de degradación, es un país que también tiene altos niveles de pobreza.
¿Cree que se debería hacer lo mismo con Medio Ambiente y transversalizar así la lucha contra la crisis climática?
MR: Sí, definitivamente. Hace poco descubrí que hay al menos tres ministerios en Europa de Transición Ecológica en España, Francia e Italia. Yo creo que para allá vamos. En el caso de Chile, está a punto de promulgarse la Ley de Cambio Climático, que involucra a casi la mitad de los ministerios y que va a obligar a transversalizar.
La convención aprobó la semana pasada la nueva definición del Estado, con un primer artículo que dice que «Chile es un Estado social y democrático de derecho. Plurinacional, intercultural y ecológico, ¿fue un hito meter la ecología en la definición primaria del Estado?
MR: Definitivamente. Estamos todos mirando con mucha atención cuál va a ser el resultado de la convención, pero es bastante evidente que se va a hacer cargo de la crisis en la que estamos. La convención se declaró el año pasado en crisis climática y en ese sentido puede ser una constitución muy vanguardista.
Fue una de las autoras del informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) que se publicó en agosto de 2021 y que causó gran impacto mundial, ¿cree que la pandemia y ahora la guerra en Ucrania están desplazando la atención y poniendo en un segundo lugar la agenda medioambiental global?
MR: Creo que no. Puede parecerlo en los medios, pero debemos recordar que estos «shocks» son una pequeña muestra de lo que va a ser el mundo si no controlamos el aumento de la temperatura. Para enfrentar los «shocks», necesitamos resiliencia. Europa lo ha hecho con su Green Deal y está aprovechando la pandemia para refocalizar las inversiones. La guerra nos ha demostrado lo peligroso que es depender solo de una fuente de energía.
Habla de cambiar el modelo, pero el cobre ha desempeñado un papel fundamental en la recuperación económica de Chile y está siendo fundamental para enfrentar este escenario mundial tan complejo, ¿se puede explotar tanto cobre y a la vez preservar el medio ambiente?
MR: Se debe, no hay otra manera. La crisis de degradación es tan profunda… No podemos seguir pensando en un desarrollo que socave nuestro planeta. Se debe encontrar un modelo de desarrollo que no sea dicotómico, contradictorio entre el cuidado de la naturaleza y desarrollo económico.