El mercado financiero nos da acceso -como ahorrantes/inversionistas- a muchas opciones para “poner a trabajar” nuestro dinero y lograr cumplir nuestros objetivos de una manera que se adapte a lo que necesitamos. Así, nos ofrece diferentes alternativas para que ello se dé. Dichas alternativas se denominan clases de activos y se categorizan por lo general (como grandes grupos pues existen muchas subclases) de la siguiente manera:
Es importante saber, o si no recordar, de qué estamos hablando cuando se mencionan instrumentos y vehículos a través de los cuales podemos ahorrar/invertir. El mercado financiero es un lugar (antiguamente físico, actualmente virtual) donde se intercambian diferentes instrumentos que permiten a las personas rentabilizar su dinero. Una de sus principales funciones y beneficio para la sociedad es que permite reunir a quienes tienen excedentes de fondos (ahorrantes/inversionistas), con aquellos que necesitan financiamiento.
El mercado financiero nos da acceso -como ahorrantes/inversionistas- a muchas opciones para “poner a trabajar” nuestro dinero y lograr cumplir nuestros objetivos de una manera que se adapte a lo que necesitamos. Así, nos ofrece diferentes alternativas para que ello se dé. Dichas alternativas se denominan clases de activos y se categorizan por lo general (como grandes grupos pues existen muchas subclases) de la siguiente manera:
Renta fija: Suele agruparse en esta categoría a lo que da una tasa de interés a quien ahorra. Sin embargo, dentro de ella hay instrumentos muy distintos, y es útil conocer las diferencias esenciales. La renta fija agrupa desde depósitos a plazo, letras, pagarés, hasta bonos, entre otros. Esta clase de activo se basa en prestar nuestro dinero a quien lo necesita por un período determinado. Dicho período determina de qué renta fija estamos hablando: Existen depósitos a un mes, tres meses, un año, y por lo general no más que ello. Los bonos, por otro lado, son deuda que contrae una empresa (bonos corporativos o privados) o un gobierno (bonos soberanos o públicos) y están dirigidos a quienes quieran ser acreedores a cambio del pago de una tasa de interés.
Acciones: Invertir o ahorrar en acciones nos hace propietarios de una parte de una empresa. La propiedad de éstas está dividida en partes iguales, y algunas de ellas o una parte, son ofrecidas en el mercado financiero, generalmente la bolsa. Cuando esto es así se dice que una empresa se “transa públicamente”, lo cual significa que se da acceso a los inversionistas o ahorrantes a participar de su desempeño financiero. ¿Por qué se “abren” empresas a la bolsa? Puede ser porque se buscan fondos “frescos” (capital) para nuevas inversiones y crecer, y ello lo hacen, tanto empresas cerradas (emisión inicial de acciones o IPO por sus siglas en inglés) como las que ya se transan públicamente. En el caso de las acciones, la rentabilidad para el ahorrante proviene de los aumentos en el precio e ingresos por los dividendos que reparten las empresas a sus accionistas (una parte de las ganancias del año).
Existen otras clases de activos disponibles, más allá de estos dos grandes, como por ejemplo las materias primas. En los mercados globales se puede comprar cobre, oro, trigo, maíz, en títulos, o sea, no en físico. También existen activos financieros, que se agrupan con el nombre de Alternativos, relacionados a propiedades, rentas inmobiliarias, proyectos diversos y tipos de acciones y bonos con características diferentes a las que hemos tratado. La mayor diferencia con los bonos y acciones tradicionales es que son instrumentos que no son líquidos, es decir, no se pueden comprar y vender en las bolsas y por el momento su accesibilidad es más limitada.
La globalización y la revolución tecnológica y digital han puesto al alcance de todos, variadas alternativas para ahorrar/invertir y además profesionales que se dedican a ello y nos asesoran para encontrar lo que mejor se adapta a nuestras necesidades.