Rebeca Schäfer fue un personaje controvertido, que da cuenta del drama vivido en la secta alemana en Chile. Su partida deja grandes preguntas. ¿Qué se sabe de su vida y su rol dentro de la colonia?
En la prensa quedó grabada la imagen de una joven chilena de trenzas negras, con un marcado acento alemán, que cuidaba al pedófilo Paul Schäfer, en el momento de su detención en Argentina, en 2005. Fue una de las pocas visitas que tuvo en la cárcel, y más tarde, en 2010, siempre fiel, lo acompañó en su funeral. Se trataba de Rebeca Schäfer, la hija adoptiva del líder y fundador de Colonia Dignidad.
Hace pocos meses se supo entre los colonos que la mujer, de 55 años, padecía un cáncer del aparato digestivo. Falleció el miércoles 1.03.2023 en el sur de Alemania, donde vivía desde 2017.
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La última vez que los medios la contactaron fue cuando, a principios de 2020, la encontró el periodista argentino Daniel Otero, quien esperaba convencerla de dar una entrevista para la serie documental “Los sobrevivientes. Colonia Dignidad”, dirigida por Rosario Cervio, y que exhibe Amazon Prime.
Otero llegó hasta su departamento, en una pequeña ciudad cercana a Núremberg, donde vivía con el excolono Peter Schmidt. “Ella llegó manejando, era muy chiquita y ágil. Se veían como un matrimonio común, sonriente, bajando las bolsas de supermercado del auto, en un barrio corriente”, cuenta a DW.
Cuando se presentó, Rebeca se puso tensa, como una niña asustada, recuerda Otero: “No aceptaron ser entrevistados. Quien más se opuso fue Rebeca. Repitió varias veces “Estoy quemada” y dijo que odiaba “la televisión y el cine”.
“En cierta medida, ella era la persona más cercana a Schäfer, con el añadido de que había todo un misterio alrededor suyo. Hay gente que en la colonia habla muy mal de ella, que tiene muy malos recuerdos”, consigna el periodista.
Nació en 1967 y fue inscrita como Rebeca del Carmen Valenzuela Soto. Hay distintas versiones sobre su llegada a la colonia. Una es que su madre habría muerto y que su padre la habría llevado, a las pocas semanas de vida, al cuidado de la vecina comunidad de inmigrantes alemanes que se había instalado en 1961 en un campo cercano a Parral, unos 400 kilómetros al sur de la capital, Santiago. También se dice que los padres la habrían internado en el hospital de la colonia a los siete años por desnutrición, y que luego se les impidió verla.
Según datos del libro “Der Fall Colonia Dignidad” (El caso Colonia Dignidad), del investigador Jan Stehle, de los 21 chilenos (15 niños y cinco niñas) adoptados en las décadas de 1960 a 1980, Rebeca fue la única entregada a un hombre soltero. Eran procesos fraudulentos, realizados mediante engaño o contra la voluntad de los padres, varios de ellos analfabetos y de situación vulnerable. En la práctica se trataba de apropiación de niños. La adopción de Rebeca, registrada en 1975, habría sido parte de la fachada de labor benéfica que montó Schäfer.
Stehle, investigador de Centro de Investigación y Documentación Chile-Latinoamérica (FDCL), señala a DW que “cuando Schäfer quiso regularizar la adopción en la embajada alemana, la diplomacia podría haber indagado más, pues se trataba de un hombre buscado por la fiscalía de Bonn desde 1961 hasta 1974 por abuso de menores”.
El politólogo observa que “este caso simboliza la situación de los menores chilenos apropiados: autoridades alemanas y chilenas contaban con mucha información, pero no indagaron. Hasta el día de hoy, han sido el eslabón más bajo de la jerarquía y no ha habido mecanismos para ayudarlos”.
Como los demás niños en el interior el enclave, Rebeca creció en el sistema de casas separadas para hombres y mujeres, al cuidado de una “tía”. De niña no tuvo una relación cercana con Schäfer, pero ostentaba cierto liderazgo y gozaba de algunos privilegios, como, por ejemplo, no hacer trabajos pesados. Tocaba el violín, cantaba en el coro y fue jefa del grupo de niñas Falken (Halcones). Excolonos han relatado que tenía un trato duro y solía delatar a quienes no cumplían las normas.
En el libro “Lasst uns reden” (“Déjennos hablar”, relatos de mujeres de Colonia Dignidad) Eva Laube, quien pertenecía al grupo de Rebeca, la describe como competitiva, agresiva y maltratadora: “Si ella quebraba algo, te echaban la culpa a ti, y así yo tenía que mentir para que ella saliera libre de culpa. Sinceramente, yo vivía bajo un constante miedo”, consigna en el libro de Heike Rittel.
Sin embargo, Rebeca nunca llegó a ocupar un lugar de poder en la jerarquía de la colonia, reservada a los hombres. Su principal rol lo tuvo como cuidadora de su padre, ya anciano, en la clandestinidad. “Tuvo un fanatismo extremo. La transformaron en un espejo de quienes ejercieron el poder en la secta”, dice a DW Hernán Fernández, abogado de víctimas de Colonia Dignidad.
“Hasta el final fue fiel a Schäfer, no reconocía los crímenes que él cometió. Y fue la única adoptada que no se reencontró con su familia”, cuenta a DW un excolono, quien no quiso ser identificado. Al menos dos familias de la zona cercana intentaron contactarla para verificar si era la hija perdida, pero ella nunca quiso indagar esta posibilidad.
Su caso también da cuenta de la falta de investigación en temas patrimoniales de la excolonia. Rebeca viajó junto al médico de la colonia, Hartmut Hopp, a las Islas Saint Kitts y Nevis, en el Caribe, donde compró una casa y sacó pasaportes falsos, con el apellido Berger, para ella y su padre.
“No hay antecedentes de que algún ente policial haya investigado qué pasó con esa propiedad. No se ha cumplido el acuerdo establecido por Chile y Alemania de indagar el patrimonio”, alerta Stehle.
En la clandestinidad, junto a Schäfer también estuvo, entre otros, Peter Schmidt, con quien ella compartió su vida desde entonces. Hijo de Hermann Schmidt, quien fuera el presidente formal de la colonia, compró las propiedades donde se escondieron en Argentina. Tras la detención del líder, regresaron a Chile.
Rebeca había sido absuelta por la Corte Suprema de una condena en primera instancia por complicidad, pero Peter sí fue condenado y quedó con arraigo. Una vez cumplido este, viajaron a Alemania, hace unos seis años. En este país, ella se capacitó en temas de alimentación natural y vitaminas, y hacía asesoramiento nutricional, también a algunos antiguos colonos, en Alemania y en Chile.
“Todo niño que nació o fue adoptado en Colonia Dignidad es víctima. Si después reconoce o no que se equivocó, eso es otra cosa. Se educó en una sociedad con otra forma de vida, cultura y valores, les inventaron un mundo que no era real y les negaron el mundo real”, observa Otero.
Entre los colonos se cuenta que hace poco le pidieron que tomara una postura ante los hechos del pasado. En enero Rebeca habría enviado un mensaje a las mujeres de su grupo, pidiendo perdón por la forma en que las habría tratado.
“Rebeca es un caso emblemático. Muestra el daño que causaron el Estado alemán y el Estado chileno por sus graves omisiones, porque fueron indiferente a este verdadero secuestro, a adopciones fraudulentas, al robo de niños a familias chilenas, y no la rescataron de este sistema sectario y de asociación criminal”, dice el abogado Fernández.
En su opinión, “es también un caso muy desolador, porque nunca supimos todo lo que ella supo, estando tan cerca del poder, sobre las violaciones masivas de derechos humanos a chilenos, las torturas a los colonos, y también sobre el manejo financiero de Paul Schäfer y sus colaboradores”.