Los analistas señalan que, dado que la inflación sigue superando el objetivo del 2% fijado por el Banco de Japón, los datos mantendrán vivas las expectativas del mercado de que el nuevo gobernador, Kazuo Ueda, modifique su política monetaria de control del rendimiento de los bonos.
La inflación subyacente al consumo en Japón se desaceleró en febrero, pero un índice que excluye los costes energéticos alcanzó un máximo de cuatro décadas, según mostró un informe el viernes, lo que sugiere que las presiones de los costes pueden persistir más tiempo de lo que pensaban los responsables de política monetaria.
Los analistas señalan que, dado que la inflación sigue superando el objetivo del 2% fijado por el Banco de Japón, los datos mantendrán vivas las expectativas del mercado de que el nuevo gobernador, Kazuo Ueda, modifique su política monetaria de control del rendimiento de los bonos.
El índice de precios al consumo (IPC) subyacente, que excluye los volátiles alimentos frescos pero incluye los productos petrolíferos, subió un 3,1% en febrero respecto al año anterior, igualando la previsión media del mercado y ralentizándose bruscamente desde el máximo de 41 años del 4,2% registrado en enero.
La ralentización se debió sobre todo al efecto de las subvenciones del Gobierno para frenar las facturas de los servicios energéticos. Los precios de los productos no energéticos, como los alimentos y los artículos de primera necesidad, siguieron subiendo, señal de que la repercusión del aumento de los costes de las materias primas aún no ha llegado a su fin.
“La presión inflacionista sigue siendo fuerte”, afirmó Yoshiki Shinke, economista jefe del Instituto de análisis Dai-ichi Life. “Muchos productores de alimentos han anunciado planes para subir más los precios en marzo”.
Como muestra de la persistente presión de los costes, un índice independiente que excluye los costes de los alimentos frescos y el combustible subió un 3,5% en febrero respecto al año anterior, acelerando la subida del 3,2% registrada en enero.
Este índice, denominado IPC “subyacente” y seguido de cerca por el Banco de Japón como indicador de la evolución de los precios en función de la demanda, registró el mayor incremento interanual desde enero de 1982.
Los datos ponen de relieve el reto al que se enfrenta el Banco de Japón a la hora de calibrar si la inflación impulsada por los costes dará paso a una subida de precios más sostenida e impulsada por la demanda, o si por el contrario enfriará el consumo y ahogará la frágil recuperación económica.
Las perspectivas de los precios y los salarios serán clave para que el Banco de Japón pueda retirar gradualmente su política monetaria de control del rendimiento de los bonos bajo la dirección de Ueda, que sucederá a Haruhiko Kuroda cuando finalice su mandato en abril.