Buenos días, ¿cómo estás hoy? Bienvenido a esta nueva entrega de Efecto Placebo, el newsletter de Salud de El Mostrador.
Por estos días, los hospitales siguen encabezando las noticias en salud: presupuesto, falta de insumos, problemas sanitarios… En este escenario, recibí un ranking de hospitales (públicos y privados) de América Latina. Una sola entidad chilena está en el listado (en el puesto 40), porque fue la única que entregó información, lo que deja en evidencia un tema del que nadie habla: la falta de transparencia en todos los indicadores de las entidades –públicas y privadas– que tienen en sus manos nuestra salud y nuestra vida.
Elegimos –si tenemos esa suerte– un hospital o clínica sin saber, por ejemplo, las tasas de mortalidad, de infecciones y reingresos que tienen. O la dotación de especialistas acreditados.
¿Te gusta el café? En la sección Mito o Verdad podrás saber si esta bebida (así como otras con cafeína) protege o deteriora la función cognitiva. Y en El chat con el especialista, aprovechando que hoy es el Día Mundial de la Diabetes, hablé con Felipe González, un profesor que vive hace 18 años con esta enfermedad y que entrega su testimonio.
Desde hace 16 años se realiza el Ranking IntelLat de los mejores hospitales (también clínicas) de América Latina. Es el estudio más exigente en cuanto a la información que se recolecta de los centros hospitalarios, que en total responden 163 preguntas y abren más de mil datos.
El fin es analizar e identificar cuáles tienen mejor desempeño en gestión general y clínica en nueve dimensiones: seguridad y resultados clínicos; personas; creación de conocimiento; eficiencia; tecnología; telemedicina y home hospital; sostenibilidad; experiencia del paciente; prestigio local y regional.
El único hospital o clínica nacional en el ranking es el Complejo Asistencial Dr. Sótero del Río, en el lugar 40.
El ranking también incluye un estudio de las principales “marcas” de hospitales en nueve países (gráfico 1, gráfico 2, gráfico 3). Este se realizó a través de una encuesta respondida por más de 8.600 profesionales de la salud de América Latina, que entregaron su percepción sobre los hospitales de la región. En Chile respondieron la encuesta 735 profesionales sanitarios. Algunos de los principales hallazgos son:
¿Por qué solo un hospital chileno está en el ranking? Simplemente porque ningún otro participó de la encuesta. Es importante mencionar que ser parte de este estudio es voluntario, pero los mejores hospitales de la región participan para compararse con los mejores y también contra sí mismos. En todo el mundo, estar en los rankings da prestigio y demuestra transparencia. En Colombia, a diferencia de Chile, 28 hospitales mostraron sus datos.
¿Qué ocurre en Chile, a diferencia de Colombia, donde también hay problemas presupuestarios, que casi no existe disposición a transparentar información?
¿Qué pasa con los centros de salud en Chile? Responden Ricardo Zisis y Luis Felipe Abarca, director ejecutivo y director de Estudios, respectivamente, de IntelLat:
“El sistema de salud chileno cuenta con buenos indicadores y sus profesionales son bien valorados a nivel internacional, además de que algunos de sus hospitales están entre los de mayor prestigio en América Latina. Sin embargo, pocos se someten a la presión externa (como se le llama en la literatura), a los procesos de acreditación o el benchmarking (comparación de resultados clínicos), que según la literatura contribuyen de manera relevante a mejorar la calidad. Por ejemplo, solo un hospital chileno (la Clínica Alemana de Santiago) actualmente cuenta con la acreditación de la Joint Commission International (JCI), la acreditación de mayor prestigio en el mundo, de origen estadounidense, que se enfoca especialmente en seguridad del paciente”.
En Chile tampoco hay instituciones certificadas en la acreditación de experiencia del paciente Planetree. Esta es una acreditación relativamente nueva y solo 4 hospitales de América Latina cuentan con este sello. Tampoco hay hospitales carbono neutrales, como sí los hay en el resto de la región.
¿Cómo elegir dónde operarse, por ejemplo?
“Por lo general, los pacientes van donde mejor les cubre su seguro de salud, esa decisión no se basa en datos confiables. Desde una mirada más bien comercial, las propuestas de valor de los hospitales solo se sustentan en la percepción de calidad, que adolece de mucha asimetría de información. Por ejemplo, una persona de la tercera edad con una patología crónica se puede afiliar a una isapre porque tiene convenio (o incluso es dueña) con un prestigioso hospital (clínica, para ser más claro), pero en realidad los médicos con las especialidades y con la mayor experiencia sobre esa patología están en otro hospital”, señala Luis Felipe Abarca.
El estudio plantea:
Ricardo Zisis explica:
Quedan muchas preguntas sin respuestas: ¿qué tanta investigación hacen los hospitales chilenos, qué tan eficientes son, cuál es la calidad de las principales especialidades, cuáles son las dotaciones de médicos y enfermeras, y de qué especialidades y subespecialidades?
Y también: ¿cuánto invierten los hospitales en tecnología y en experiencia del paciente y en reducir sus emisiones, qué tan eficientes son los hospitales privados (clínicas), cuáles hacen ensayos clínicos, especialmente dirigidos a los pacientes cuya última esperanza puede ser uno de estos estudios?
La artritis reumatoide es una enfermedad autoinmune crónica, que ocurre cuando el sistema inmunitario ataca por error los tejidos del cuerpo. Afecta principalmente las articulaciones, causando inflamación, dolor, rigidez y eventualmente la destrucción del cartílago y el hueso. En algunas personas, la afección puede dañar distintos sistemas corporales, incluyendo la piel, los ojos, los pulmones, el corazón y los vasos sanguíneos.
Actualmente, una vez que se diagnostica a un paciente de artritis reumatoide, el tratamiento con fármacos modificadores de la enfermedad comienza habitualmente con metotrexato. Este es un fármaco bien tolerado, pero en ocasiones no da el resultado esperado y debe retirarse o, más frecuentemente, complementarse con otros fármacos, principalmente anti-TNF (como infliximab, adalimumab, etanercept, golimumab o certolizumab).
Sin embargo, cada paciente tiene una respuesta diferente a cada uno de ellos y las causas son multifactoriales. Entre esos factores está la genética de cada individuo. El no poder conocer previamente cuál es el más adecuado para cada uno, causa que la terapia anti-TNFα resulte poco efectiva hasta en el 30-40% de los pacientes.
Agrega que esta información será clave para personalizar los tratamientos, es decir, adaptar el medicamento más adecuado para cada persona, lo que podría reducir los efectos secundarios y aumentar las probabilidades de éxito.
En el marco del proyecto (financiado por Fondecyt), Díaz está conformando un consorcio con otros científicos –de Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, México, Perú y España– que están recolectando muestras biológicas de pacientes con artritis reumatoide. Los análisis preliminares sugieren que determinadas variantes genéticas previamente asociadas con la enfermedad en poblaciones de ascendencia europea no tienen el mismo efecto en poblaciones latinoamericanas.
¿Has contado cuántas horas al día pasas sentado? Es normal sentirse algo rígido, con dolor en la zona lumbar y las caderas cuando se mantiene una postura durante mucho tiempo. Pero también puedes sufrir el síndrome de trasero muerto o amnesia glútea. Una condición que impide que los músculos de los glúteos hagan su trabajo –estabilizar la pelvis, la cadera, levantar la pierna y girar el muslo, además de actuar como base de la columna vertebral–, lo que afecta la alineación del cuerpo completo. Todo, debido a la inactividad.
No significa que tu trasero esté «muerto»: el término es simbólico. «Tus músculos siguen ahí, solo que no se están activando de manera eficiente”, puntualiza la fisioterapeuta.
Esta «muerte» ocurre más rápidamente que el tiempo que se necesita para revertir los efectos. Volver a la normalidad lleva muchas más horas de ejercicios y movimientos. Puedes sentir síntomas en otro lugar, como dolor de espalda, de rodilla, de pies y problemas de equilibrio.
Cuando se activa un músculo, como los bíceps o los cuádriceps, por ejemplo, puedes verlos abultados. En el caso de los glúteos, al igual que ocurre con el tronco, es más difícil de detectar esa activación. Aquí te dejo unas pruebas sencillas para evaluar tu trasero.
Se puede prevenir: levantándose cada hora para caminar o subir y bajar un tramo de escaleras. Si no puedes moverte de donde estás, los especialistas aconsejan realizar apretones de glúteos y estiramientos de isquiotibiales mientras estás sentado.
Esos sencillos pasos ayudan a alargar las áreas estrechas, estimular el flujo sanguíneo para calentar los tejidos y despertar un trasero muerto.
¿Cuántos cafés tomas al día? ¿O prefieres el té, el mate, una gaseosa cola? Todos tienen cafeína, en distintas proporciones, claro, pero todos tienen. El efecto de la cafeína en la salud y concretamente en la del cerebro y en el riesgo de desarrollar trastornos cognitivos, ha sido un tema de debate entre los investigadores, principalmente porque los resultados han sido diversos y a veces inconsistentes. Hoy entra en juego la edad y, también, la cantidad de cafeína que se toma por día.
Otros estudios observacionales y epidemiológicos indican que la ingesta de café y té tiene efectos beneficiosos sobre ictus, insuficiencia cardíaca, neoplasias malignas, diabetes y enfermedad de Parkinson.
Entonces, si eres menor de 60 años y bebes hasta 3 tazas por día, estás dentro del nivel protector. Si eres mayor y no sobrepasas las 3 tazas diarias, el deterioro cognitivo –según el estudio– no tendría que acelerarse por causa de la cafeína.
Hoy, 14 de noviembre –cuando se conmemoran 103 años del descubrimiento de la insulina–, es el Día Mundial de la Diabetes. Este año el lema promovido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es “Rompiendo barreras, cerrando brechas”, “que refuerza el compromiso de reducir el riesgo de diabetes y garantizar el acceso a un tratamiento y una atención equitativos».
La diabetes es una enfermedad metabólica caracterizada por niveles elevados de glucosa en sangre (o azúcar en sangre), que con el tiempo puede producir daños graves en el corazón, los vasos sanguíneos, los ojos, los riñones y los nervios. Los principales síntomas son necesidad de orinar con frecuencia, pérdida de peso, cansancio, falta de energía y mucha sed.
Existen dos tipos principales –entre otras– de diabetes: tipo 1 y tipo 2.
Felipe González (47) es profesor de educación básica en un colegio de Recoleta. Fue diagnosticado de diabetes tipo 2 a los 29 años y desde el 2023 es parte de la Fundación Mi Diabetes, en la que participa como vocero.
Cuenta que, en su caso, se combinaron múltiples factores que lo llevaron a tener diabetes: causas genéticas, pero principalmente años de malos hábitos alimentarios y una vida muy sedentaria.
“La mayor parte de mi alimentación se enfocaba en el consumo de grasas saturadas, muchas masas. Llegué a pesar 145 kilos. Siempre fui desordenado con las comidas, no existía en mi vida ningún espacio para el deporte. De un día para otro, mi vida dio un giro cuando mi páncreas dejó de secretar insulina, tenía una malformación congénita que facilitaba secretar más rápido de lo normal la insulina», relata.
«Fue un proceso fuerte para mí. Incluso pasé por un coma diabético sin una alerta previa. Existen otros casos en que se presentan señales de alerta, tales como la polidipsia (sed), polifagia (sensación permanente de hambre y ganas de comer) y poliuria (micción frecuente), causas comunes antes de tener diabetes”, cuenta Felipe González.
Y admite que hoy, luego de años, puede vivir con diabetes, pero esto exige una responsabilidad enorme y, a la vez, mucha ayuda del entorno para tener una mejor calidad de vida.
–¿Cómo recibió y enfrentó la enfermedad en un primer momento?
-Al principio fue muy incómodo, no solo por el cambio de paradigma que significaba replantear cómo estaba llevando mi vida hasta entonces. También sentir temor de quedarme sin vida social, de pensar que terminaría ciego o con amputaciones en mi cuerpo, fue un proceso muy chocante en general, pero luego vi que esta enfermedad me planteaba la necesidad de aceptarla y llevarla adelante con responsabilidad.
Entonces entendí que debía hacerme cargo y aceptar el cambio de vida. Hoy puedo decir que tener miedo al inicio es normal, que es parte del proceso de aceptación, pero que no debemos quedarnos ahí, debemos actuar. En mi caso, sin buscarlo, mi enfermedad se transformó en mi nueva profesión, soy parte de la Fundación Mi Diabetes, donde ayudo a que, con otras personas que han pasado lo mismo que yo, podamos en conjunto reunir experiencias y aprendizajes para llevar una mejor calidad de vida. La enfermedad me exigió educar a mi entorno, a mis colegas y estudiantes, que sin duda han sido claves en mi proceso.
–¿La diferencia de vivir con diabetes antes y hoy?
-En ese entonces tener diabetes era un tema poco hablado, estigmatizado e incluso discriminado. El acceso a la información era otra barrera con la que teníamos que enfrentarnos, los tratamientos por su parte eran más invasivos. Actualmente los avances de los tratamientos permiten contar con más opciones. Sin embargo, estas opciones no son iguales para todos, considero que sería un gran avance para la salud pública que se pudiese ampliar la canasta GES e incluir estos nuevos medicamentos que permitan mejorar la calidad de vida y el costo para todas y todos los que viven con diabetes.
–¿Qué deberían saber niños y jóvenes sobre prevención?
-En el Mes de la Diabetes, en el que se hace tan necesario visibilizar esta enfermedad que día a día aumenta tanto a nivel mundial como nacional, creo que el mensaje para las nuevas generaciones es la importancia de mantener hábitos de vida saludables, ya que es lo único que está en nuestras manos para prevenir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Son pequeñas grandes acciones que requieren constancia, que ayudarán a la prevención de enfermedades crónicas como la diabetes o la obesidad, porque vivir con diabetes por supuesto que se puede, pero no es fácil de manejar y requiere de un cambio de vida enorme. Solo es fuerza de voluntad y quererse un poco más, para prevenir.
Soy profesor y mi formación influye en la necesidad diaria de educar respecto a la diabetes, a desmitificar, porque es importante que hablemos de aquello que nos incomoda, porque educar no solo se trata de poner información a disposición. Se trata de impulsar cambios, y abordar temas tan importantes como la salud en edad temprana es clave, porque es ahí cuando tenemos la oportunidad de formar y de fortalecer hábitos saludables para generar conciencia y, en el mejor de los casos, ayudar a disminuir los casos de diabetes en Chile.
Hasta aquí llega esta edición de Efecto Placebo, ojalá te haya gustado tanto como a mí me gustó escribirlo.
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