Siempre escuchamos de lo bien posicionados que se encuentran nuestros vinos en mercados internacionales. Pero para el paladar inexperto puede resultar complicado identificar claramente el porqué. Conversamos con tres enólogos para comprender los atributos de la producción nacional.
Hace pocos días varias localidades del país realizaron sus respectivas vendimias. Pueblos como Colchagua, Curicó y Casablanca fueron algunos de los que se abrieron al público para compartir la experiencia vitivinícola con los interesados. Y es que en Chile, buena parte del Valle Central tiene industria relacionada a viñas. Sin ir más lejos, el 2018 nuestro país exportó más de 2.000 millones de litros de productos derivados de la uva, según datos de la oficina de Estudios y Políticas Agrarias, Odepa.
Pero eso es sólo cuanto a cantidad. Cuando hablamos de calidad, ¿qué atributos tienen los vinos de Chile que los vuelven indispensables en el mercado mundial?
Para la agrónoma y enóloga chilena Marilú Marín, los vinos chilenos tienen tanta importancia como nuestro mismo país. La cantidad de territorio rural dedicada a la producción de vino no sólo permite una producción industrial del mosto, sino que también otorga una gran gama de vinos posibles. «Afortunadamente, hoy en día estamos demostrando que producimos muy buenos vinos tanto en el norte como en el sur. Excelentes vinos al lado del mar y también en la cordillera. Somos un país diverso, con gente de mucha cultura regional. No solamente por un tema de calidad, sino que también para dar a conocer zonas muy interesantes».
De la misma manera que se vincula a la champaña con la localidad francesa de Champagne-Ardenne o el coñac con su comuna homónima, Marín recomienda que cuando hablemos de vino, primero debemos hablar de sus espacios de producción. «De lo que tenemos que hablar es de regiones. Los grandes vinos en el mundo no son las variedades, sino el lugar del cual se produce tal calidad de vino», sentencia Marilú.
A opinión del enólogo Christián Sepúlveda, recientemente reconocido como mejor enólogo nacional por el Círculo de Cronistas Gastronómicos y del Vino, la historia de nuestro país es fundamental para entender la relevancia del vino en mercados internacionales. Por lo mismo, ve con buenos ojos las iniciativas de distintos productores, no vinculados a los grandes viñedos, por recuperar parras abandonadas.. «Hay muchos pequeños productores de vinos que se están centrando en recuperar toda la zona central interior. Parras que no se riegan, que están en manos de pequeños productores. Para mi eso ha sido fundamental que salgan un poco del viñedo tradicional, que se vaya a viñedos que están dentro de la tradición de Chile, abandonados por mucho tiempo»
Sin embargo, Sepúlveda también reconoce, al igual que Marilú, la importancia de la geografía nacional en la producción, lo que le otorga una ventaja comparativa a otros gigantes vitivinícolas, como Francia, Italia o Estados Unidos. «Puedes estar a las 12 del día tomando un sauvignon blanco, comiendo mariscos, y a las dos horas esquiando. Eso tu lo llevas en paisajes, a nivel suelo, temperatura (…) Tenemos una diversidad enorme por la influencia del Pacífico y los Andes. Tenemos la libertad de buscar y tener grandes vinos».
Si consultamos al sommelier español y asesor gastronómico Pascual Ibáñez, nos dirá que la gran cualidad del vino chileno reside en su armonía de sabor. «No tiene aristas, es muy vino muy redondo. Tu haces un plato y le pones un poco de limón de más, o un poco de sal de más, siempre va a haber un paladar al que una de esas aristas no les guste. En cambio el vino chileno está todo amalgamado. Es amable, sedoso, frutado. El promedio es un vino sano, grato y fácil. No tiene alcalinos duros o acidez alta», comenta Ibañez, quien compara el vino chileno con el francés, que por ser vinagres deben reposar un bien tiempo para que maduren, algo que no ocurre con el vino nacional.
Pascual también reconoce la importancia que están tomando los vinos naturales, que son los que son hechos solamente con la uva, sin quitar ni agregar más. «Se han aprendido a manejarlos, con estilos más de campo pero con una enología bien hecha, limpia», juzga el sommelier, comparando la situación con el desdén que generaban estos mismos vinos hace algunos años, y que ahora se encuentran en un pequeño boom comercial.