Es una situación, que como nunca antes en la historia, nos concierne a todos. Pasa en Chile, en Estados Unidos, en Australia, Italia, Perú y tantos otros países. Es un virus que se ha tomado las portadas de todos los medios de comunicación del mundo, y que preocupa a toda la humanidad. Una situación que ha perjudicado enormemente diversas industrias, aunque sin lugar a dudas la más golpeada es la del turismo.
Se trata de una pandemia que irrumpió fuertemente en el curso de la historia, y que de pronto nos hizo a cada uno, protagonistas del desenlace, aún no escrito. Y es que, al igual que la manera correcta de vencer al Coronavirus, que radica en entender la responsabilidad de cada uno, con la industria del turismo ocurre lo mismo. Debemos aprender y entender que la tendencia de ahora en adelante, debe enfocarse en un turismo sustentable y responsable con el medio ambiente. Al final, si no fuera por el planeta (que está aquí mucho antes que nosotros), ni siquiera habría industria sobre la que conversar.
Quien lo entendió, incluso mucho antes de que todo esto comenzara a pasar, es la capital de Dinamarca. Copenhague quiere ser una ciudad verde e inteligente libre en un 100% de carbono, para el año 2025. De lograrlo, se transformaría en la primera capital del mundo en funcionar sin emisiones de CO2. Por supuesto, la meta no es fácil. Para llevar este plan a la realidad, debe ocurrir una transición energética profunda, donde se establece además la adaptabilidad de residencias y edificios hacia un sistema más tecnológico y amigable con el medio ambiente.
Todo es parte de un proyecto denominado CPH Plan Climático 2025, donde la capital danesa se hace cargo de su cuota de responsabilidad con el cambio climático y trabajan para demostrar que es posible el funcionamiento de una metrópolis, combinando el desarrollo y una mayor calidad de vida reduciendo las emisiones de CO2.
Este plan plantea 4 objetivos que se alzan como los pilares fundamentales del proyecto: consumo de energía, producción de energía, movilidad verde y administración de la ciudad. Un claro ejemplo de como Copenhague está llevando a la práctica este plan, es la nueva pista de esquí recientemente inaugurada, sobre una planta de conversión de residuos energéticos.
Este proyecto iniciado en 2013 se basa sobre la filosofía de la empresa constructora a cargo (BIG) que plantea la idea de “salvar el planeta mientras nos divertimos haciéndolo”. El Centro de Recursos Amager (RAC) es todo un hito en la capital, al añadir una montaña en una ciudad que se carateriza por ser plana. El RAC puede convertir 400 mil toneladas de desechos cada año al tiempo que proporciona calor a 150,000 hogares y electricidad baja en carbono para 550 mil personas, mientras los danesas se divierten esquiando sobre ella.
Una impresionante muetra de tecnología, desarrollo y sobre todo responsabilidad. Una apuesta de los daneses en el marco de su plan hacia 2025; una lección de lo que debimos aprender mucho tiempo atrás. Sin embargo, aún estamos a tiempo. Depende de todos y cada uno de nosotros salir de esta crisis, y construir hacia un futuro mejor.