Según estimaciones de la Subdere, para el 2018 más de 343 mil perros y gatos sin dueños circulaban por las calles. La labor de alimentación y cuidado de estos animales lo realizan, en la mayoría de las casos, personas naturales y organizaciones animalistas, cuyo trabajo se ha visto menguado por la crisis sanitaria y los consecutivos despidos experimentados en el país. La interrupción de estas actividades podría incidir en la formación de jaurías y colonias de gatos.
“Las donaciones se han ido abajo”, asevera con preocupación Rolando Sánchez, quien mantiene por si solo un refugio de perros en Rancagua.
Cerca de 160 perros hay en su refugio. La mengua de financiamiento, debido a los ascendentes números de cesantía, lo ha obligado a disminuir la cantidad de alimento para los animales.
Muchos de estos refugios se sustentan solo en base a donaciones, que, además de alimentación, también se hacen cargo de vacunaciones, desparasitaciones, esterilizaciones y procesos de adopción.
“Uno ve que todas las organizaciones están haciendo llamados, a todas les han bajado los padrinos. Generalmente funcionan con sistemas de padrinos, de gente que les ayuda mensualmente con algún animalito que ellos hayan rescatado”, dice la directora de Fundación Vínculo Humano Animal, Claudia Ruiz, a El Mostrador.
La cuarentena y la crisis sanitaria-económica han llevado a superficie la endeble situación de los animales en abandono. Según estimaciones de la Subsecretaría de Desarrollo Regional (Subdere), para el 2018 más de 343 mil perros y gatos sin dueños circulaban por las calles. Y la labor se lo llevan a las espaldas, en la mayoría de los casos, las personas naturales y fundaciones, cuyo trabajo de por si corre con desventaja.
“La fundación que se dedica solamente al trabajo con animales siempre está en desventaja porque no podemos trabajar con la rebaja tributaria, no entramos en las leyes de donaciones. Se hace súper difícil conseguir una donación. En tiempos de crisis se hace más difícil todavía”, asegura Ruiz.
“No hay programas a nivel gobierno, a nivel municipio, que estén preocupados de la situación de los animales en las calles, de cómo controlar, de cómo esterilizar, de cómo alimentarlos, de cómo evitar la formación de jaurías”, enfatiza la directora de Vínculo Humano Animal.
A pesar de que la Ley 21.020 -más conocida como Ley Cholito- reconozca la figura del perro comunitario (animal que no tiene un dueño en particular pero que la comunidad alimenta y le entrega cuidados básicos), la normativa apunta a la tenencia responsable y no regula la situación de animales en abandono.
Lo más cercano a eso se encuentra en el artículo 12 de la ley. “Las municipalidades estarán facultadas para rescatar a todo animal que no tenga identificación, encontrado en bienes nacionales de uso público (…) pudiendo entregarlo a una de las entidades sin fines de lucro inscritas en los registros (…) para sanitizarlo, esterilizarlo y reubicarlo al cuidado de alguna persona u organización que asuma su tenencia responsable”, señala la normativa.
Pero hay escollos prácticos en las facultades que entrega la ley a las municipalidades. “Vas a la Municipalidad de Santiago, que es donde estamos nosotros, y dices: ‘hay un gato feral en tal lugar’ y te pasan una jaulas que están todas oxidadas que no sirven para nada, se la pasan a gente que no sabe cómo usar la jaula tampoco para poder atrapar ese gato para poder esterilizarlo”, sostiene Claudia.
Bajo contexto de cuarentena, el gobierno solo entrega permisos especiales a fundaciones u organizaciones para salir a alimentar a animales en abandono. El problema es que muchas personas que dan comida a estos ejemplares son personas naturales no pertenecientes a organizaciones.
“La gente común y corriente que alimenta las colonias (de gatos), que son la gran mayoría, te podría decir que el 80%, son personas que no pertenecen a organizaciones”, indica la directora de Fundación Felinnos, Verónica Basterrica, a El Mostrador.
Foto: Fundación Huella Animal
Claudia Ruiz relata que ya han empezado a ver migraciones de perros desde la comuna de Santiago a Recoleta y también han encontrado colonias de gatos que no están siendo alimentadas.
Para revertir esta situación, Fundación Vínculo Humano Animal y la Fundación Felinnos, en conjunto con otras organizaciones, se han unido para requerir al gobierno -entre otras demandas- unos permisos de circulación especiales para estos individuos que alimentan a los animales en abandono.
La importancia de estos permisos y la labor de las fundaciones animalistas radican en evitar la formación de jaurías y controlar las colonias de gatos.
“Si un perro en tres o cuatro días no recibe alimento y se empieza a sentir abandonado ese perro va a empezar a atacar. Ese perro va empezar a armar jaurías y finalmente se convierte en un problema mayor”, explica Ruiz.
Por su parte, Basterrica aclara que “los perros migran, los gatos no. Los gatos de colonia permanecen en su espacio y son territoriales”. Verónica advierte además que “sin poder controlar la reproducción de estos animales que están en la calle, esto va a ser una explosión en un par de meses más”.
“Una colonia de gatos tiene 10, 15, 30 gatos. Alimentar esa cantidad de animales día a día es titánico”, agrega la directora de Fundación Felinnos.
Las organizaciones que se unieron para requerir los permisos especiales, también están impulsando una campaña nacional de recolección de alimentos. La iniciativa, llamada #NecesitanComer, tiene entre sus objetivos la colaboración de las empresas para la entrega de alimentos.
“Estamos haciendo un llamado fuerte a las empresas a colaborar, a las marcas de alimentos para mascotas, a que nos puedan colaborar. A los supermercados que nos puedan donar su merma, en los supermercados siempre manejan merma de alimentos que están a puntos a vencer”, menciona la directora de Vínculo Humano Animal.
Asimismo, la campaña dispone de centros de acopio en Arica, San Antonio, La Serena, Valparaíso y Santiago. Las donaciones también se pueden hacer vía internet, a través de la tienda virtual Barrio Animal.