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Preocupación internacional por el tráfico ilegal de fauna silvestre durante la pandemia Animales

Preocupación internacional por el tráfico ilegal de fauna silvestre durante la pandemia

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Sofía Roblero Valenzuela
Por : Sofía Roblero Valenzuela Estudiante de periodismo UC
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El comercio ilícito de animales salvajes alrededor del mundo ha mantenido en alerta a organizaciones ambientales, ya que el Covid-19 ha significado una disminución en la vigilancia y en el presupuesto dirigido a fiscalizar este negocio. Por otro lado, este tráfico aumenta las probabilidades de transmisión de infecciones de la fauna silvestre a las personas, por ende, la reducción de la venta ilegal podría ayudar a evitar futuras pandemias.


Durante estos meses de pandemia ha cobrado relevancia la importancia de una mayor regulación al tráfico de animales salvajes. Este comercio ilícito se ha visto en aumento en zonas de Sudamérica, Asia y África, en donde se capturan animales en la selva y se venden a otros países. Según National Geographic, son millones los animales salvajes capturados cada año en el Amazonas brasileño.

Se venden como mascotas, comida exótica, decoración, cosméticos o medicamentos, en mercados ilegales o a través de internet y redes sociales. La ONG Freeland Brasil denuncia que las autoridades de dicho país no le dan importancia a esta situación, pudiendo encontrarse muy pocos datos fiables para investigar la temática.

A pesar de que la legislación de Brasil prohíbe el tráfico desde 1967, el contrabando se mantiene como una constante. Incluso se han realizado investigaciones en el último tiempo en donde se ha revisado la vinculación de funcionarios públicos y empresarios con redes de tráfico ilegal de animales. “El tráfico está fuera de control. Al reunir datos de diferentes agencias y fuentes, vemos que el crimen es extremadamente relevante en Brasil y América del Sur”, afirma a National Geographic Juliana Ferreira, directora ejecutiva de Freeland Brasil.

“Durante la cuarentena, los traficantes tienen más impunidad”, agrega Ferreira. Esta frase refleja una preocupación latente en especialistas ambientales: el temor de que la pandemia esté facilitando las acciones de las redes criminales, debido a las dificultades de mantener una vigilancia estricta ante el tráfico internacional y a los bajos presupuestos destinados al control.

Prevención de futuras pandemias

Por otro lado, el origen del Covid-19 llevó a que se pusiera atención en la concientización de la zoonosis -enfermedad infecciosa que se puede transmitir a través del contacto con animales- y su relación con el surgimiento de los virus de carácter pandémico como el actual. 

La zoonosis tiene directa relación con el mercado ilegal de fauna silvestre y con la intervención humana en ecosistemas naturales. Según un informe publicado en julio por la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Delito, “las enfermedades zoonóticas representan hasta el 75% de todas las enfermedades infecciosas emergentes e incluyen el SARS-CoV-2 que causó la pandemia de Covid-19. El informe señala que los pangolines, que se identificaron como una fuente potencial de coronavirus, son los mamíferos salvajes más traficados en el mundo”.

“Sin interferencia humana a través de la captura, sacrificio, venta, tráfico, comercio y consumo de vida silvestre, la evolución y transmisión del coronavirus que causa el COVID-19 habría sido altamente improbable”, agregan

Thomas E. Lovejoy, presidente del Centro de Biodiversidad del Amazonas y miembro de la Fundación de las Naciones Unidas, escribió en National Geographic sobre la necesidad de modificar nuestra relación con la naturaleza para prevenir futuras pandemias: “La mayoría de esos agentes patógenos formaban parte de ciclos naturales que solo implicaban a los animales. Saltaron a los humanos porque la naturaleza se vio perturbada de un modo u otro. De ello podemos sacar una lección”.

Esta alerta se puede ver también en estudios que muestran que la deforestación de la Amazonía puede ser fuente de nuevas enfermedades, debido a que se altera el ecosistema natural de múltiples especies de fauna, produciendo el acercamiento de estas con las personas y su traslado a otros lugares, causa de epidemias como la fiebre amarilla.

“Incluso después de que la vacunación contra la fiebre amarilla comenzara en las ciudades brasileñas, alguna que otra persona salía del bosque con un caso de fiebre amarilla selvática de vez en cuando. Durante mucho tiempo, cómo la contraían los humanos fue algo misterioso y desconcertante, porque el ciclo natural ocurría a 30 metros de altura”, aseguró Lovejoy con respecto a la histórica fiebre amarilla. “(…) Normalmente, esos mosquitos solo viven en las copas de los árboles y pican a los monos. Solo tenían la oportunidad de picar a los humanos porque los humanos habían talado sus casas”.

Es por esta razón que no fue sorpresa para los expertos el surgimiento del Covid-19, ni su carácter pandémico. Tampoco lo es que se encuentren nuevos parientes del SARS o de otros virus como el A H1N2. El tráfico ilegal, la compraventa, el traslado y el consumo de fauna silvestre, al igual que la destrucción de hábitats, deben ser controlados para evitar estas alteraciones a la naturaleza.

“Toda esa biodiversidad es básicamente una biblioteca gigantesca de soluciones a diversos retos biológicos probadas previamente por la selección natural y la evolución. Por ejemplo, la biología idiosincrática de los murciélagos (el hecho de que sean inmunes al coronavirus en cierta medida) podría contribuir al desarrollo de un tratamiento en humanos. La humanidad respeta mucho las bibliotecas que albergan nuestras propias obras; hay muchas razones para tratar la biblioteca viva de la naturaleza con el mismo respeto y cuidado”, concluyó Lovejoy.

Además de la deforestación, la agricultura intensiva también puede aumentar el contacto con animales silvestres. Un estudio publicado en la revista Nature muestra que la explotación de tierras para la agricultura intensiva puede hacer más probable el surgimiento de estos virus de fácil propagación, ya que produce perturbación al hábitat de animales y los acerca a las personas.

Este estudio fue realizado por un equipo de la Universidad College de Londres (UCL) que revisó 6.800 ecosistemas del planeta. En el proceso se dieron cuenta de que los animales portadores de patógenos, aquellos que pueden transmitir enfermedades infecciosas, como los murciélagos, los roedores y los pájaros, son más numerosos en los paisajes que han sido modificados por actividades de hombres.

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Según el informe de la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Delito, es necesario que cada nación se preocupe de fortalecer sus medidas contra el tráfico ilícito de fauna silvestre, prohibiendo “la entrada, saluda y posesión de productos conseguidos ilegalmente en cualquier otro lugar del mundo”. A esto se debe sumar la fiscalización de la caza furtiva y la revisión del consumo de especies silvestres.

Podemos ver que algunas de estas medidas han sido evaluadas en lugares del mundo. Por ejemplo, en julio el Gobierno de Vietnam prohibió el comercio de animales salvajes y cerró los mercados donde se vendían de manera ilegal, de este modo buscan evitar futuras pandemias como la del Covid-19.

Finalmente, otro tema que ha preocupado en lo que va del año ha sido la venta online de fauna silvestre. El Foro Mundial para la Naturaleza, más conocido como WWF, investigó sobre este comercio ilegal en Facebook, contabilizando hasta mayo un total de 2,143 animales salvajes de 94 especies ofertados en la plataforma, de los que el 92% eran animales vivos. Tan solo en Myanmar encontraron más de dos mil publicaciones de venta.

Tras la información de WWF, Facebook decidió tomar medidas especiales en contra de estos grupos de compraventa. Eliminaron más de 500 publicaciones y grupos entre abril y junio y ahora utilizan más monitores con el fin de identificar a los vendedores.

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