¡Una semana más de coronavirus! Y a pesar de todo el descalabro que implica, los humanos nos acostumbramos a todo. Ya casi parece normal vivir entre cuatro paredes. Menos quienes deben salir para ganarse el sustento diario, obviamente, que acudieron en masa al mall chino con las conocidas consecuencias. Lo más asombroso es la cantidad de autos que volvieron a repletar las calles. En Manquehue, ya volvió el taco de mediodía y la tarde. Es como si en los autos no se contagiara el coronavirus.
La cosa está avanzando, con mucha preocupación, eso sí. Pero con algunas luces de esperanza -algo frívolas pero necesarias- como la apertura de tiendas Pichara (de cosas para el pelo, para teñirse especialmente, por si alguien no sabía) que tenían una fila más larga de mujeres que las de las AFP los primeros días. O la buena noticia que volvieron las lanas luego de agotarse durante los peores meses de la cuarentena.
Por otra parte, ya comenzó la guerra de declaraciones entre quienes quieren realizar el plebiscito de octubre a toda costa y quienes creen que hay que ir viendo. Todo un tema. Como el del turismo y restauración, léase restaurante, bares y afines. En España, por ejemplo, algunas comunidades, como las del país vasco, decidieron cerrarlas nuevamente, ante la furia de sus propietarios.
Lo que está claro es que en medio de esta pandemia, muchos locales no volverán a abrir. En Santiago, por ejemplo, se devuelven locales, se desmantelan instalaciones y sus dueños simplemente están cerrando para siempre. No se nota aún pero el drama sigue. Y el sector exige apoyo del Gobierno en reuniones y declaraciones. Está complicada, muy complicada la cosa.
¡A seguir cuidándose y hasta la próxima semana!