Calidad de vida, mayor contacto con la naturaleza y costos más bajos son los principales móviles que están impulsando a los adultos de entre 30 y 45 años a salir de la realidad santiaguina.
Desde hace unos años antes de la pandemia se venía registrando cierta tendencia demográfica que mostraba que los millennials estaban poco a poco saliendo de las grandes ciudades para establecerse en lugares donde hubiese más conexión con la naturaleza. Argentina, Colombia, Estados Unidos, España y, por supuesto, Chile han sido parte de este proceso que se vio fuertemente acelerado por la pandemia.
El Covid-19 golpeó fuertemente a las metrópolis de distintas maneras como la congestión del sistema de salud, el cierre de muchas fuentes de trabajo y el confinamiento entre paisajes de cemento. Ingredientes que empujaron con fuerza a los adultos de entre 30 y 45 años a mudarse a otras regiones del país.
“Los nuevos compradores de viviendas en provincias fuera de la zona metropolitana son personas solas o matrimonios jóvenes de hasta un hijo, divorciados y adultos recientemente jubilados, en una menor proporción”, comentó Joaquín Muñoz, gerente de Desarrollo de la inmobiliaria Castellani y Muñoz.
Machalí es una comuna de la Región de O’Higgins que ha evidenciado una mayor demanda de viviendas por parte de santiaguinos que buscan alejarse de la ciudad. La cercanía con la capital del país la hace ideal para aquellos profesionales que desean tener una vida alejada del caos de la metrópoli, pero con la facilidad de poder acceder a ella rápidamente en caso de tener la necesidad de realizar algún trámite o asistir a reuniones.
“Las personas que están llegando a vivir a Machalí se sienten atraídos por la tranquilidad, la buena conexión y ubicación que tiene la comuna, además de fomentar la cercanía con la naturaleza y las buenas prácticas medioambientales con propuestas inmobiliarias sustentables que apuntan a satisfacer las necesidades de un comprador mucho más consciente”, agregó Muñoz.
La pendemia fue el punto de inflexión para muchas personas que tras las extremas situaciones comenzaron a valorar al medioambiente. Además, las políticas de teletrabajo abrieron la oportunidad de poder desempeñar las labores desde cualquier lugar, contando solo con una buena señal de internet. Esto aumentó la movilidad. Ya no fue necesario vivir en Santiago por obligaciones laborales.
Además de esta tendencia a buscar mayor contacto natural, otra motivación importante es el menor costo de vida que implica vivir en regiones. “Las propiedades en Machalí, por ejemplo, en general cuestan un 30 a 40% menos que en Santiago, tomando en cuenta exactamente el mismo tipo de vivienda. Esto brinda la posibilidad de instalarse en una casa con patio, opción que se ve más lejana en la capital”, añadió.
La nueva generación de adultos, impulsados por el Covid-19, está apostando así por una mejor calidad de vida y tiempo en familia antes de pasar tanto tiempo en la ciudad. Esta tendencia ayuda, además, a fomentar la descentralización y alta congestión de los centros urbanos del país.