El 4 de abril se cumplieron 14 años desde que Colbún S.A. presentó el proyecto “Central Hidroeléctrica San Pedro” por primera vez ante la Comisión Regional de Medio Ambiente (COREMA), actual Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) de la región de Los Ríos. Asimismo, se cumplieron 14 años de ardua oposición ciudadana a esta cuestionada y potencialmente peligrosa iniciativa que no se alinea con las características geológicas de su lugar de emplazamiento, con la estrategia de desarrollo regional, ni con las necesidades y visión de los habitantes de la región.
La central, con capacidad generadora de 170 megawatts (MW) y la promesa de crear 27 empleos en sus operaciones, fue aprobada en octubre de 2008. En el mismo período, la primera Estrategia Regional de Desarrollo 2009-2019, establecía que era aceptable un desarrollo hidroeléctrico sustentable con centrales de capacidad de generación máxima de 20 MW, es decir, la Central San Pedro superaba con creces este máximo.
A esta falta de alineamiento, se suma que el proyecto nunca ha tenido buena evaluación local. En primer lugar, porque pone en riesgo a la población innecesariamente, y es además una amenaza transversal a la cuenca hidrográfica del río Valdivia, tanto en lo referente a su biodiversidad, como a su vocación territorial, orientada cada vez más al turismo sustentable y de naturaleza.
A pesar de lo anterior, Colbún salió airosa de los cuestionamientos y logró darle el vamos a su plan. Pero el sabor a triunfo no duró mucho. Luego de deslizamientos de laderas contiguas al río, durante el inicio de las obras, y errores críticos en los estudios de factibilidad y de diseño, los técnicos de la empresa reconocieron “nuevas condiciones geológicas” en el área de construcción. Esto gatilló el congelamiento de los trabajos y la consecutiva presentación de nuevas obras y adecuaciones. Primero en 2009, luego en 2015 –las que no fueron admitidas a trámite-, y finalmente insistiendo en 2018. Este último, ciego esfuerzo de la empresa frente a la realidad territorial, aún se encuentra en evaluación ambiental.
El deslizamiento de laderas del río mientras comenzaban las obras era un hecho altamente esperable. ¡Cómo no! Si la zona es tristemente recordada por la inestabilidad geológica que conllevó al desastre natural conocido como Riñihuazo, ocurrido tras el terremoto de 1960. En este episodio histórico, se produjeron deslizamientos masivos de las laderas en varios puntos del río San Pedro, obstruyendo el cauce y acumulando el agua, provocando embalsamientos naturales que estuvieron a punto de desbordarse e inundar todos los poblados río abajo, incluyendo las ciudades de Los Lagos y Valdivia.
¿Qué razón más evidente habría para deducir que aquí no es ni será buena idea, construir un gigante de concreto?
A lo mencionado, se suma la preocupación sobre terremotos inducidos por actividad humana, otra potencial causa de deslizamientos de laderas y desestabilización de obras. En la plataforma de información geológica Human-induced earthquakes, se levanta una revisión mundial de estos casos, señalando que el 15% de ellos son producidos por la construcción y habilitación de embalses artificiales, significando la tercera causa más recurrente. Siendo un agravante en este caso, que la Central Hidroeléctrica San Pedro, esté emplazada sobre la falla geológica del tipo cortical “Llecué”, acumulándose causas que originan desastres.
Con todos estos antecedentes sobre la mesa, el Proyecto Adecuaciones ingresado en 2018, recibió más de 3000 observaciones ciudadanas. En paralelo, el equipo técnico del SEA, en representación de todos los servicios con competencia ambiental de la administración pública, presentó un Informe de Solicitud de Aclaraciones con más de 500 observaciones. En conjunto, estas observaciones dan cuenta de información inconsistente e incompleta, desorden e ilegibilidad en los textos y figuras presentadas por la empresa, y solicitud de nueva información, destacando la demanda de una “modelación hidráulica en caso de ruptura de la presa”.
El 11 de noviembre del 2020, Colbún presentó su primera adenda para responder a las observaciones. Esta vez entregó información más legible y completa, sin embargo, no respondió a todas las preguntas y la esperada modelación hidráulica, que ayudaría a dimensionar los riesgos para la vida de las personas en las ciudades de Los Lagos y Valdivia, aún no ha sido presentada públicamente por la empresa. Asimismo, todavía no reconoce la extensa área de influencia real, acotándola solo al área de inundación por el embalse.
Si descartar un desastre evitable es la mayor causa de preocupación y oposición ciudadana, existen otras razones por las cuales la Central Hidroeléctrica San Pedro se ha ganado el rechazo generalizado. Y no se trata de razones antojadizas.
Parte de la cuenca del río San Pedro tiene la categoría de Zona de Interés Turístico (ZOIT), reconocida por la Subsecretaría de Turismo y cuenta con un creciente desarrollo del sector vinculado al turismo de naturaleza. Si la construcción de la Central prospera, muchos emprendedores y operadores turísticos de la región de Los Ríos, no podrán realizar actividades como rafting y kayaking. Además, la demanda de servicios como alojamiento y alimentación, disminuirá al tener menos visitantes. Este es un punto crucial para la economía local que ha crecido gracias a esta actividad durante la última década, apuntando a la vocación del territorio y al desarrollo sustentable. La hidroeléctrica puesta aquí, sería como un elefante en una cristalería.
Destaca también que parte de la cuenca fue declarada Reserva de la Biósfera por la UNESCO, y en varias secciones es considerada como Sitio Prioritario para la Conservación en la Estrategia de Conservación de la Biodiversidad de la Región de Los Ríos. Estos antecedentes, más la singularidad de su biodiversidad y riqueza de especies, hacen del San Pedro, un sistema complejo y de alto valor ecológico, que alberga numerosas especies con problemas de conservación, destacando el huillín o nutria de río (Lontra provocax) y el pez tollo de agua dulce (Diplomystes camposensis), ambas en peligro de extinción.
Finalmente, es necesario tener presente que el río Calle-calle, aguas abajo del San Pedro, abastece temporalmente de agua potable a Valdivia desde una bocatoma situada en el sector de Cuesta Soto. Por esta razón, la disminución del caudal producto de una real baja en las precipitaciones debido al cambio climático, sumado a la operación de la central hidroeléctrica y una mayor salinidad por el aumento del nivel del mar, son factores que incidirán directamente en la calidad y cantidad de agua que capte dicha instalación, y que reciban los habitantes de Valdivia.
Actualmente estamos ad portas de una nueva etapa de consulta ciudadana, donde también deben pronunciarse lo servicios públicos, quienes, entre otras responsabilidades, deben exigir a la empresa una respuesta concreta y adecuada a las preguntas realizadas. Debido al contexto sanitario, el proceso se ha pospuesto numerosas veces durante los últimos meses, retomándose el próximo 30 de abril, según indica el SEA.
No podemos permitir que una de las últimas cuencas en buen estado de conservación de Chile sea sacrificada, ni que sus habitantes vean arriesgada su integridad y calidad de vida. Es de esperar que este año se dé el último y fallido intento de Colbún, y que tanto el SEA como los servicios públicos y representantes ministeriales con competencias ambientales, así como el Intendente Regional Sr. César Asenjo, se pronuncien a la altura que la ciudadanía espera y necesita.