En el mes de marzo la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) puso fecha tope a lo que pareciera ser el “fin de la fiesta” de los créditos simultáneos. Si por ahí todavía hay algún somnoliento, en Chile existe un punto ciego de información entre los bancos y el ente que regula la información de todas sus instituciones.
Esto ha funcionado por años y ha sido utilizado principalmente por inversionistas, quienes entraban en el negocio inmobiliario con más de una propiedad y en más de una entidad. La nueva normativa reducirá considerablemente los tiempos de entrega de información para los bancos, haciendo mucho más difícil esta “pillería criolla”, por lo que claramente estamos viendo el ocaso de todo este tipo de jugadas, las cuales gracias al avance tecnológico y un poco de voluntad, tienen los días contados.
Todos estos cambios en nuestra comunidad de inversionistas han generado revuelo y debate, pues tenemos decenas de clientes que desde hace años vienen utilizando todas las estrategias posibles para poder asegurar un retiro digno para ellos y sus hijos. Jamás se han atrasado en un centavo en su deuda. Son alumnos ejemplares de los bancos, quienes a pesar de estar «sobre endeudados» les siguen ofreciendo más liquidez, a la vez que acumulan capital año a año mientras y que ayudan a solucionar un problema tan complejo como es el acceso a la vivienda, a través del arriendo de sus propiedades.
Por otro lado, tenemos personas que ganando un sueldo menor a la media, son tentados por los bancos y casas comerciales, quienes les ofrecen tarjetas y créditos de consumo por un monto de 3 a 5 veces su ingreso. ¿Qué pasa en la mayoría de estos casos? Terminan cayendo en morosidad.
Entonces, hay algo en esta dicotomía que no me deja tranquilo. ¿Están actuando mal los bancos? ¿Es el sistema mismo el culpable? ¿Debería regularse más esto? ¿Qué responsabilidad tiene el gobierno, el empresariado y la sociedad en su conjunto?
Desde mi punto de vista, el factor mesiánico en este escenario fue, es y será uno solo: la educación. Y en este caso, la educación financiera. Generación tras generación hemos sido educados con formato industrial, ignorando completa y absurdamente el elemento que de forma irónica nos quita el sueño a la mayoría: el dinero.
Es por eso que, creo firmemente que el problema no está en la cantidad de dinero que ganas, el que debes o la ética y moral de las instituciones. Esto se trata simplemente de formación y de romper con el tabú de lo que más nos cuesta hablar, pero que finalmente más nos hace sufrir: nuestra salud financiera.