El alza en las tasas de interés ha provocado que los compradores evalúen “con lupa” las distintas alternativas que entrega el mercado. Acá analizamos los pro y contra de cada una.
Aunque estemos atravesando por un escenario económico complejo, marcado por el alza en las tasas de interés y la mayor inflación, entre los actores de la industria habitacional hay consenso en que la inversión inmobiliaria sigue siendo atractiva. La posibilidad de repactar el crédito hipotecario cuando mejoren las condiciones y las oportunidades que se están presentando en oferta, son dos elementos que impulsan el interés de la gente.
Si la decisión de compra ya está tomada, es esencial revisar todas las figuras que existen para comprar una, sus ventajas y desventajas. Son tres las modalidades más comunes a la hora de hacer una inversión inmobiliaria: compra en blanco, verde o usado. “Las unidades nuevas ya terminadas, son también una opción, pero tienen un costo entre 3 a 10% más elevado que una propiedad usada, por ejemplo”, señala Víctor Danús, gerente general de PROurbe Gestión Inmobiliaria.
Comprar en blanco consiste en adquirir una vivienda cuando no ha comenzado la construcción y el proyecto solo cuenta con el debido permiso de edificación. En la medida que va avanzando el desarrollo, el precio tiende a subir, por lo que en esta primera etapa es cuando el propietario puede acceder a los mejores valores. Además, se accede a un mayor abanico de posibilidades en términos de orientación, la altura o el número de estacionamientos.
¿Y la compra en verde? Es cuando una persona adquiere una casa o departamento de un proyecto que aún se encuentra en ejecución. En este período el tiempo de espera es menor, por lo que el riesgo de que las condiciones de mercado y de financiamiento cambien, también lo es. Asimismo, al igual que las propiedades en blanco, existen facilidades de pago con el pie, que puede pactarse en cuotas.
“Si bien ambas figuras pueden ser una opción atractiva, tienen la desventaja de que hay un lapso de tiempo donde no es posible utilizar la vivienda, mientras que con una propiedad usada, la venta es llave en mano”, explica Danús. A su juicio, esta última opción es la más atractiva, pues también es posible ve de inmediato cómo funcionan las instalaciones y cómo es la administración de la vivienda, si es que hay un condominio.
Inclinarse por una casa o departamento usado permite, además, mayor flexibilidad para negociar el precio. “Actualmente, quienes tienen en oferta sus propiedades son personas que realmente necesitan comprar. La mala práctica de los ´precios inflados’ ya no existe”, advierte Danús.
Para el especialista, otra ventaja de las propiedades usadas es que pueden ser viviendas más espaciosas y con mejor ubicación. “En general se ubican en zonas más consolidadas, que de todas maneras afecta positivamente su plusvalía y en consecuencia, aumentan sus posibilidades de arriendo”, concluye.