Sabemos que las industrias cárnica y láctea actuales perjudican nuestro planeta, y que comer demasiada proteína animal puede ser malo para nuestra salud. Entonces ¿por qué seguimos comiendo carne?
El ser humano come carne desde la era prehistórica, pero solo en los últimos 50 años se ha cuadriplicado la producción mundial de carne, llegando a unos 350 millones de toneladas anuales, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Para 2050, se prevé una producción mundial de carne de 455 millones de toneladas.
Durante mucho tiempo, los científicos expresaron su preocupación por el impacto ambiental del consumo de carne, sobre todo de la que se produce de manera industrial, porque requiere más energía, agua y tierra que cualquier otra fuente de alimento, lo que resulta «ineficiente” para el medio ambiente.
Un estudio sobre el impacto medioambiental de la agricultura reveló que la producción de carne de res es responsable de seis veces más emisiones de gases de efecto invernadero y de 36 veces más uso de terrenos en comparación con la producción de proteína vegetal.
Por lo tanto, evitar la carne y los productos lácteos es la mejor manera de reducir nuestro impacto ambiental en el planeta, concluyó el estudio. La explotación global de terrenos agrícolas podría entonces reducirse a más del 75%.
El Dr. Benjamin Buttlar, psicólogo social de la Universidad de Trier, cree que mucha gente consume carne por hábitos culturales aprendidos.
«Creo que mucha gente simplemente disfruta del sabor de la carne. Y la otra cuestión es la identidad de la comida. Muchas cocinas tradicionales giran en torno a ciertos platos de carne», dijo a DW, y agregó que, a menudo, incluso no cuestionamos lo que hacemos: «La mayoría de las veces, dichos hábitos impiden que pensemos que el consumo de carne es realmente negativo, porque es algo que hacemos todo el tiempo».
Otro aspecto importante es que, cuando comemos carne, no lo asociamos con el sufrimiento de los animales. Solo cuando hablamos con vegetarianos, veganos, o cuando vemos un documental sobre el bienestar animal, lo justificamos diciendo que el ser humano ha comido carne desde tiempos inmemoriales.
Sobre todo los hombres se justifican más cuando comen carne diciendo que es una parte natural, normal y necesaria de nuestra dieta. Buttlar explicó «que hay más mujeres jóvenes que quieren ser vegetarianas que hombres, porque el comer carne sigue siendo un estereotipo masculino, que responde a la imagen de hombres fuertes cazando, y está unido a conceptos evolutivos erróneos sobre el consumo de carne”.
Durante mucho tiempo, los investigadores creyeron que comer carne ayudó a nuestros antepasados a desarrollar rasgos físicos más parecidos a los humanos, y el consumo de carne y médula ósea aportó al Homo erectus la energía que necesitaba para desarrollar y alimentar un cerebro más grande, hace unos dos millones de años.
Pero un nuevo estudio cuestionó la prioridad del consumo cárnico en nuestra evolución. Los autores de dicha investigación argumentaron que, si bien la evidencia arqueológica del consumo de carne aumentó con la aparición del Homo erectus, eso sucedió quizás porque el tema se investigó exhaustivamente y se buscaron más restos de huesos consumidos por humanos en ese periodo.
«Definitivamente, me sorprendió mucho ese hallazgo», dijo a DW Briana Pobiner, paleoantropóloga del Museo Smithsonian de Historia Natural de EE. UU. y coautora del estudio: «Fui una de esas personas que, durante mucho tiempo, manejó esa narrativa de que el Homo erectus evolucionó porque el consumo de carne aumentó, por lo que estos hallazgos me obligaron a repensar mi percepción de nuestra historia evolutiva».
En la actualidad, el 75% de los alimentos del mundo proviene de 12 vegetales y cinco especies animales. Pero si consumimos demasiado una sola fuente de alimentos, eso puede causarnos problemas de salud.
«Innumerables estudios demuestran que el consumo de proteína animal está relacionado con el desarrollo de una variedad de cánceres», dijo a DW el Dr. Milton Mills, médico internista y especialista en cuidados intensivos en EE. UU.
Mills, defensor de las dietas basadas en vegetales y fundador de un sitio web para el esclarecimiento del tema, no está de acuerdo en que los vegetarianos y veganos carezcan de ciertas proteínas y nutrientes.
«Esas teorías se originaron hace 50 o 60 años, cuando la gente tenía la impresión equivocada de que la carne era de alguna manera más nutritiva que los vegetales. Ese era un concepto erróneo que la gente solía tener, que solo hay ciertos aminoácidos que se pueden obtener de los animales. Y eso no es del todo cierto», subrayó Mills.
Si la población mundial continúa con el actual apetito por la carne, ya no podrá satisfacer la demanda de alimentos en 2050, cuando haya casi 10.000 millones de habitantes en el planeta.
Pero, ¿cómo se pueden reducir los niveles del consumo mundial de carne? «Por ejemplo, haciendo que los productos cárnicos sean tan caros como deberían ser para garantizar el bienestar de los animales y, en términos de costos, para el clima. Y haciendo que las alternativas sean más baratas», señala Benjamin Buttlar. También es importante que la gente tenga experiencias gastronómicas positivas con los vegetales, argumenta. En lugar de decir «no deberías comer carne», habría que estimular a las personas a probar platos diferentes sin productos cárnicos, explica.