Un reciente estudio ha comprobado que los tonos azules y amarillos de los herrerillos pierden intensidad con el calor y la falta de precipitaciones. Sin recursos suficientes, a los animales les cuesta mantener sus ornamentos.
El 3 de abril de 1860 en una carta al botánico estadounidense Asa Gray, Charles Darwin expresaba su frustración ante la presencia de las llamativas colas de los pavos reales: “¡La visión de una pluma en la cola de un pavo real, cada vez que la contemplo, me pone enfermo!”, confesó Darwin.
Su descontento se debía a que las colas de los pavos reales contradecían su teoría de la evolución por selección natural, ya que más que incrementar la supervivencia de los pavos reales, parecen hacer lo contrario.
Once años después, en 1871, Darwin propuso la solución a esta (aparente) contradicción en su libro El origen del hombre y la selección en relación al sexo. Según el científico británico, la función de los rasgos vistosos (ornamentos) no es aumentar la supervivencia de sus poseedores sino su éxito reproductor. Es decir, la presencia de rasgos llamativos, como las colas de los pavos reales, se explica por la selección sexual más que por la selección natural.
Actualmente, sabemos que los ornamentos funcionan como señales de calidad: informan acerca de la condición física, de la salud, o de la personalidad de los poseedores.
Además, también sabemos que los ornamentos transmiten información honesta debido a que son costosos de producir. Lo que provoca que sólo los individuos de más alta calidad sean capaces de producir los ornamentos más llamativos.
Sin embargo, pese a que nuestro conocimiento sobre los ornamentos ha avanzado mucho desde los tiempos de Darwin, aún hay muchas preguntas abiertas sobre su evolución.
El cambio climático y sus efectos sobre la fauna y la flora han recibido mucha atención de la comunidad científica. La mayor parte de los estudios se han centrado en explorar los efectos del cambio climático sobre el comienzo de la floración en plantas o de la fecha de puesta en aves.
En cambio, los efectos del cambio climático sobre otros rasgos, como los ornamentos que muestran multitud de especies de animales e incluso plantas, son virtualmente desconocidos.
La importancia de estudiar los efectos del cambio climático sobre los ornamentos radica en que sus costes de producción varían en función de las condiciones ambientales. Cuando las condiciones ambientales son buenas (por ejemplo, cuando hay mucho alimento) los ornamentos son relativamente más baratos de producir que cuando las condiciones ambientales son malas (por ejemplo, cuando hay poco alimento).
Si el cambio climático sigue empeorando las condiciones ambientales, los costes relativos de producción de las señales podrían aumentar. Como la energía disponible para un individuo es limitada, este incremento en los costes de las señales podría limitar la inversión energética en otras funciones vitales como la supervivencia, lo que podría tener consecuencias negativas para el mantenimiento de las poblaciones de una especie.
Por lo tanto, para comprender y predecir las respuestas de las poblaciones al cambio climático es importante estudiar cómo afecta a la expresión de los ornamentos.
En un reciente estudio, científicos del Centro de Ecología Funcional y Evolutiva en Montpellier y la Universidad del País Vasco hemos estudiado los efectos del cambio climático sobre las coloraciones ornamentales del herrerillo común (Cyanistes caeruleus).
El herrerillo es un ave de pequeño tamaño muy común en los bosques europeos. Se caracteriza por tener una coloración muy vistosa. Llama especialmente la atención su corona azul y su pecho amarillo.
Los herrerillos han recibido mucha atención por parte de la comunidad científica. Gracias a eso sabemos que tanto sus coronas azules como sus pechos amarillos funcionan como señales informando de la calidad de sus poseedores.
Nuestro estudio se centró en dos poblaciones de herrerillos del sur de Francia. Una localizada en las cercanías de Montpellier y la otra en el noroeste de la isla de Córcega, que se han estudiado durante más de 15 años.
Cada año, entre 2005 y 2019, capturamos todos los herrerillos reproductores de cada población. Gracias a eso pudimos obtener más de 5 800 medidas sobre la coloración y otras características de los herrerillos.
Los resultados de nuestro estudio muestran que en ambas poblaciones la coloración azul y amarilla de los herrerillos ha disminuido entre 2005 y 2019. Es decir, que actualmente en estas dos poblaciones, las coronas azules y los pechos amarillos de los herrerillos son menos vistosos que cuando comenzó el estudio.
Además, en Córcega encontramos que en veranos más calurosos y secos los herrerillos tenían coloraciones menos vistosas, tanto en el azul como el amarillo. Esto, junto con la subida de la temperatura y reducción de las precipitaciones en nuestra zona de estudio sugiere que la reducción en la coloración en esta población es una consecuencia del cambio climático.
Curiosamente, en la población en las cercanías de Montpellier no se detectaron cambios significativos en la temperatura o asociaciones entre la temperatura y la coloración de los herrerillos.
Por una parte, esto nos indica que los efectos del cambio climático no son iguales en todos los lugares. Por la otra, la ausencia de asociación entre el color y el clima sugiere que las coloraciones ornamentales son sensibles a otros factores ambientales que deben ser explorados en el futuro.
En resumen, nuestro estudio y otros elaborados en otras especies como el papamoscas collarino y las libélulas muestran que el cambio climático está teniendo un impacto negativo en los ornamentos de los animales.
En estudios futuros, deberemos explorar las consecuencias de este impacto sobre la capacidad de las poblaciones para adaptarse al cambio climático. De esta forma podremos comprender sus consecuencias no sólo para las aves sino también para los ecosistemas en general.
David López Idiáquez, Investigador postdoctoral en ecología evolutiva, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.