¡Hola! En el número inaugural de Juego Limpio me planteaba que, ante las evidencias del cambio climático, no era posible tapar el sol con un dedo. Bueno, es probable que tampoco sea posible con la mano entera.
Si bien es un hecho más que claro que la carrera tecnológica para reemplazar los hidrocarburos marcha a toda velocidad con prometedores proyectos en diferentes partes del mundo, con Chile incluido, no es menos cierto que a la fecha las cosas han cambiado muy poco. Las emisiones de gases de efecto invernadero este 2024 nuevamente baten récord.
Para tomar conciencia a través de la evidencia, he querido compartir con ustedes en Juego Limpio tres informes, que –por respeto a la verdad– no son auspiciosos.
Marcelo Leppe, que se cuenta entre los expertos en ciencia antártica más respetados en Chile, nos explicará uno de los gráficos más significativos de un reciente informe de la Asociación del Programa Antártico Australiano que comprobó, por segundo año consecutivo, una disminución sin precedentes del hielo marino antártico. Leppe afirma que esto no hay que tomarlo para nada a la ligera, ya que las consecuencias pueden observarse desde una menor captura de carbono hasta una menor capacidad de reflejar la radiación solar. Y que dentro del área más sensible hay territorio chileno antártico.
Un segundo estudio estima que, dentro de 20 años, más de 5.600 millones de personas, equivalentes al 70 por ciento de la población mundial, sufrirán de eventos extremos por la variación del clima. Dejemos atrás las Fiestas Patrias y recordemos cuál era la postal hace unas semanas con los cientos de árboles y postes de alumbrado público caídos por los vientos de más de 100 k/h. Y hoy, sin más, las noticias de mayor urgencia vienen de nuestros vecinos, por los incendios forestales que están arrasando buena parte de Sudamérica, con el Pantanal y la Amazonía como epicentro de las llamas.
Y para centrarnos en nuestro país, un reciente estudio sobre el costo social de la contaminación atmosférica en Chile calcula en 4.800 las muertes prematuras asociadas a enfermedades cardiopulmonares. En algunas comunas de la RM, el costo social de la contaminación supera los US$ 100 millones.
Sí, no son buenas las noticias, pero en paralelo el mundo se reunirá de nuevo, ahora en torno a la COP16 de la biodiversidad, para tratar de buscar soluciones multilaterales a problemas comunes como la crisis ecológica. En este punto, tres investigadores del IEB nos adentrarán en las oportunidades significativas que se abren para Chile en dicha cumbre.
Y en temas energéticos siguen en nuestro país a toda marcha los proyectos sustentables para generar energía verde. Aunque hay preocupación ciudadana por los relativos a hidrógeno verde, como los que se proyectan en la Región de Magallanes, la canalización corre por los cursos democráticos con una activa participación de los organismos públicos y ciudadanos ante el SEIA.
Y como bonus track, en nuestra sección ¡Al hueso! te dejó la pregunta: ¿cuántas Tierras se necesitan para soportar nuestra huella ecológica?
Ok. Ya calentamos los motores (sin hidrocarburos), ¡arranquemos con Juego Limpio!
El informe «Costo social de la contaminación del aire», elaborado por los investigadores de la Universidad San Sebastián Cristóbal de la Maza, Francisco Fernández, Nicolás Rojas y Matías Otth, estima que la mortalidad asociada a la contaminación atmosférica en Chile está subestimada.
Sus principales resultados son:
La calidad del aire en Chile se ha convertido en un desafío crítico para la salud pública y la economía nacional, advierte el informe.
De acuerdo con el Quinto Reporte del Estado del Medio Ambiente (MMA, 2019), la contaminación por Material Particulado Fino (MP2,5) contribuye a la muerte prematura de alrededor de 3.600 personas al año. Sin embargo, el estudio que encabezó Cristóbal de la Maza indica que esta cifra podría estar subestimada, debido a la falta de cobertura de estaciones de monitoreo en muchas comunas. De hecho, advierte, solo el 16% de las comunas en Chile cuenta con estaciones para medir MP2,5, lo que sugiere que la mortalidad prematura atribuible a la contaminación podría ser cercana a 4.800 muertes anuales.
El impacto económico de la contaminación del aire es también significativo. Según una estimación basada en estudios epidemiológicos y datos satelitales, el costo social de la contaminación en Chile asciende a aproximadamente 5.000 millones de dólares anuales, lo que equivale al 1,6% del PIB del país. Este cálculo incluye los costos asociados a la atención médica y la pérdida de productividad a raíz de enfermedades cardiorrespiratorias relacionadas con la exposición a largo plazo al MP2,5. «En algunas comunas, como Puente Alto, Maipú y La Florida, los costos económicos superan los 100 millones de dólares anuales«.
En resumen, la contaminación del aire en Chile no solo tiene un impacto severo en la salud pública, sino también en la economía del país.
Para profundizar sobre los alcances de este informe, entré en contacto con el principal investigador, Cristóbal de la Maza, quien nos respondió el siguiente cuestionario:
–¿Cuáles son los principales factores geográficos y climáticos que influyen en los altos niveles de contaminación en las tres ciudades más contaminadas de Chile?
–El principal factor geográfico corresponde a barreras topográficas que limitan la circulación del aire. En zonas costeras con mayor viento, la capacidad de dispersión de contaminantes es mayor a la de zonas en valles rodeadas de montañas, como Santiago.
En cuanto a factores climáticos, el que más influye corresponde al fenómeno de inversión térmica, que ocurre durante invierno, donde la temperatura del aire, contrario a lo común, va ascendiendo a mayor altura, actuando como techo, impidiendo la circulación de la masa de aire, que se mantiene atrapada al ser más frío y denso el aire cerca del suelo.
A esto se suma que, durante el invierno, las menores temperaturas incentivan una mayor demanda por calefacción, que en las comunas más contaminadas en el sur de Chile, como Osorno, Coyhaique y Puerto Varas, depende del uso de leña, lo que aumenta drásticamente las emisiones de contaminantes.
–¿Cómo afecta el cambio climático a la dinámica de dispersión de contaminantes atmosféricos en las ciudades más contaminadas de Chile?
-El cambio climático está contribuyendo a una mayor frecuencia e intensidad de eventos extremos con bajas temperaturas en invierno, lo que induce un mayor uso de la leña y, por ende, una mayor contaminación. También podría inducir cambios en patrones de temporales, o condiciones de estabilidad atmosférica, afectando la capacidad de dispersión de contaminantes durante el año.
–¿Existe la correlación entre el crecimiento urbano descontrolado y el aumento de la contaminación atmosférica en las ciudades chilenas con mayor nivel de polución?
-El crecimiento urbano no planificado es una presión relevante. Incentiva recurrir a sistemas para calefacción por cada vivienda individual, en contraposición al uso de energéticos menos contaminantes, como sistemas de calefacción distrital, para múltiples viviendas, que requieren desarrollar infraestructura apropiada. A su vez, incentiva un mayor uso del transporte, uno de los principales responsables de la contaminación del aire.
–¿Cuál es la razón por la que las estimaciones que hace el MMA están subestimadas?
–La red de monitoreo que dispone el MMA solo considera 55 comunas a nivel nacional. En nuestro estudio, logramos expandir el análisis a otros territorios no considerados. Incluimos la totalidad de las comunas del país, mediante el uso de información satelital. Cabe destacar que 11 millones de habitantes no cuentan con estaciones de monitoreo y 3,5 millones de estos viven en lugares con una calidad del aire potencialmente riesgosa.
Como hemos reiterado en Juego Limpio, los proyectos para producir energía limpia avanzan a toda máquina. Solo como ejemplo, cada día la industria automotriz anuncia que ha creado un nuevo motor, con hidrógeno, sin él, con y sin agua. Y cada día se promete que el nuevo modelo jubila el anterior. Los proyectos fotovoltaicos, por otra parte, parecen campos de espejos sin fin y la energía eólica innova con tecnologías que aprovechan los vientos australes y los huracanes en el mar. Y en Chile la cartera de proyectos de hidrógeno verde (H2V), con sus millonarias inversiones, continúa en expansión.
La región que genera mayor interés es Magallanes, que podría producir el 13% de H2V mundial, con un potencial eólico que superaría en siete veces la actual matriz eléctrica chilena.
Sin embargo, así como hay entusiasmo de los inversores, también hay preocupación ciudadana por el impacto en esta región. Pero junto a esto, lo que hemos podido observar con buenos ojos en Juego Limpio ha sido la voluntad de participación.
En concreto, de las cuatro iniciativas relacionadas con H2V que se han presentado al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) para la región, dos de ellas han recibido observaciones ciudadanas: Parque Eólico Faro del Sur y la planta de combustibles carbono neutral Cabo Negro –ambas de la empresa HIF–, hasta el 31 de julio de 2024.
Pero, sin duda, el proyecto del consorcio austrodanés HNH Energy –que ingresó recientemente a tramitación ambiental y que plantea una inversión de US$ 11.000 millones– es el que concentra todas las miradas y también gran actividad en el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA), con más del 70% de los organismos públicos respondiendo a la solicitud de evaluar el Estudio de Impacto Ambiental del proyecto de amoníaco verde en San Gregorio.
El Panel Ciudadano sobre Hidrógeno en Magallanes –una articulación de organizaciones de la sociedad civil y la academia que busca relevar en la discusión pública los impactos que la industria del hidrógeno– nos hizo llegar un detallado informe en que se señala que, entre los organismos que presentaron observaciones al proyecto, se encuentran varias secretarías ministeriales, como las de Transportes y Telecomunicaciones, Medio Ambiente y Agricultura, además de entidades como la Dirección General de Aguas y el Servicio Nacional de Geología y Minería.
Por su parte, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, Aeronáutica Civil, la Municipalidad de San Gregorio y el Gobierno Regional se declararon conformes con la propuesta.
Aún se espera el ingreso de diez informes pendientes, provenientes de entidades como las Secretarías Regionales Ministeriales de Minería, Obras Públicas y Salud, entre otras. Estas instituciones fueron instadas nuevamente a entregar sus evaluaciones antes de que el SEA emita el informe consolidado.
El proceso de participación ciudadana sigue abierto hasta el 7 de noviembre, permitiendo que las comunidades presenten observaciones al proyecto en la plataforma del SEA.
Por segundo invierno consecutivo, la extensión del hielo marino antártico ha registrado niveles excepcionalmente bajos, alcanzando un nuevo récord mínimo para esta época del año. Científicos de diferentes partes del mundo han estado monitoreando esta tendencia a lo largo de 2024, tras un 2023 que también presentó mínimos históricos desde el inicio de los registros satelitales.
Las observaciones del 7 de septiembre de 2024 revelaron que la extensión del hielo marino fue de solo 17,0 millones de kilómetros cuadrados, ligeramente inferior al mínimo invernal registrado el mismo día en 2023 (17,1 millones de km²). Este valor contrasta con el promedio histórico de 18,4 millones de kilómetros cuadrados para esta fecha, lo que refuerza la tendencia a la baja observada en los últimos años.
Si bien el informe de AAPP es de septiembre, Marcelo Leppe, vicepresidente del Comité Científico de Investigación Antártica (SCAR), comentó para Juego Limpio que el estado del hielo marino en la Antártica fue uno de los temas centrales de conversación del reciente Open Science Conference de Pucón.
Con la finalidad de generar conciencia a través del aprendizaje, le pedí que explicara para Juego Limpio el gráfico que presentaron los científicos del centro australiano respecto de las anomalías registradas hasta el 7 de septiembre.
«Lo que está mostrando esta imagen es que hay una anomalía, pérdida de hielo marino antártico. El hielo marino es el que crece cada invierno. Esa es una de las preocupaciones más grandes, porque efectivamente con la no proliferación del hielo marino y no alcanzar la extensión que tenía en otros años, se afecta gravemente una de las fuentes alimenticias del krill. El krill es la mayor biomasa de la Antártica, pero también uno de los poderosos capturadores de CO2 atmosférico a través de las microalgas», explica Leppe.
La situación es altamente compleja, advierte el científico. Esto se debe a que las microalgas –detalla– que se come el krill son las que hacen fotosíntesis y fijan carbono desde la atmósfera y, por lo tanto, todo el proceso entra en un colapso y un feedback negativo. En sus palabras, la situación es más delicada que una doble caída, como advierten los australianos. Según Marcelo Leppe, «no es doble sino triple la afectación, porque obviamente también se disminuye la capacidad del hielo marino de reflejar. El continente antártico funciona como un espejo que refleja parte importante de la longitud de onda que llega del Sol, por lo que, si disminuye esa capacidad, más radiación solar va a entrar».
En esta segunda gráfica del informe de la AAPP, Leppe pone un particular acento, «porque justamente muestra que las anomalías más importantes se están produciendo al norte de la península Antártica».
Este punto geográfico es muy importante, subraya el experto chileno en ciencia antártica, porque es precisamente en el norte de la península Antártica donde Chile y Argentina han propuesto a la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos –que se conoce como Camelar o Cruma– un área marina protegida para salvaguardar la existencia de krill en la zona norte de la señalada península, un área de activa reproducción, pero también de reclutamiento.
El informe concluye que la situación debe abordarse de manera urgente, «ya que los cambios en los entornos polares están ocurriendo a un ritmo acelerado y con implicaciones globales significativas».
No hace falta más que echar atrás el calendario algunas semanas, antes de las Fiestas Patrias, para recordar que esta era la postal que decoraba la mayor parte de las conversaciones en la zona centro sur del país: los vientos extremos que provocaron la caída de cientos de árboles y de postes del alumbrado público, lo que dejó a miles de familias sin energía eléctrica durante varios días, incluso semanas.
De acuerdo con un reciente estudio del Centro CICERO de Investigación Climática Internacional de Noruega, publicado en la revista Nature Geoscience, eventos extremos como los ocurridos en Chile serán cada vez más comunes y sus efectos serán experimentados por más del 70% de los habitantes del planeta.
En el abstract, o resumen inicial del paper científico, los investigadores sostienen lo siguiente: «Utilizando grandes conjuntos de simulaciones de modelos climáticos, mostramos que se espera que grandes partes de los trópicos y subtrópicos que abarcan el 70% de la población actual experimenten fuertes tasas conjuntas de cambio en los extremos de temperatura y precipitación combinados».
Sudamérica se quema
Mientras leía precisamente sobre este informe de las variaciones climáticas, me llegó la siguiente información urgente. «Sudamérica se quema». Según los datos del Servicio de Vigilancia Atmosférica de Copernicus (CAMS), las emisiones de carbono han estado constantemente por encima de la media (incluso batiendo récords nacionales y regionales), debido sobre todo a los graves incendios forestales de las regiones del Pantanal y el Amazonas, que han afectado gravemente la calidad del aire en toda la región.
En síntesis, este es el recuento:
Con estos datos muy frescos que entrego para Juego Limpio, más sentido cobra el informe sobre los cambios climáticos que sufrirán los habitantes del 70% del planeta y sus ecosistemas.
Para llegar a este número, los científicos utilizaron cuatro simulaciones climáticas diferentes para proyectar cómo estos cambios impactarán en distintas regiones del mundo. La Dra. Carley Iles, autora principal del estudio, destacó en prensa internacional que los análisis se centraron en los cambios regionales, dado que estos son más relevantes para las personas y los ecosistemas que los promedios globales. Las áreas más afectadas incluirían el Mediterráneo, el noroeste y sur de América y el este de Asia, regiones que podrían enfrentar «tasas de cambio sostenidas y sin precedentes durante dos o más décadas», especialmente si no se controlan las emisiones.
El Dr. Bjørn H. Samset, coautor del estudio, subrayó la necesidad urgente de prepararse para fenómenos extremos en las próximas décadas. Según Samset, «la única manera de hacer frente a esto es prepararse para una situación con una probabilidad mucho mayor de fenómenos extremos sin precedentes».
Este estudio recalca la importancia de no solo mitigar las emisiones, sino también de adaptar las infraestructuras y sociedades para enfrentar los efectos inevitables del cambio climático, cuyos impactos ya están comenzando a manifestarse en forma de olas de calor, inundaciones y otros eventos meteorológicos extremos.
Chile se enfrenta a un momento crucial en la conservación de su biodiversidad con la COP16 en el horizonte, que se celebrará en octubre de 2024 en Cali, Colombia. Esta conferencia de la Convención sobre la Diversidad Biológica será clave para revisar los avances hacia el Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal, que establece la meta 30×30: proteger al menos el 30% de los ecosistemas terrestres, de agua dulce y marinos para 2030. Este compromiso mundial busca preservar la biodiversidad, respetando los derechos de las comunidades locales y fomentando una planificación espacial inclusiva.
Los investigadores del IEB, en el marco del convenio con Juego Limpio para la COP16, María José Martínez Harms (Universidad Santo Tomás), Eduardo Silva (Universidad Austral de Chile) y Patricio Pliscoff (Universidad de los Andes), explican que uno de los principales retos para Chile en este objetivo es el desbalance en la distribución de áreas protegidas.
Sostienen, que aunque más del 40% de su territorio oceánico está bajo protección, «estas áreas se concentran en regiones aisladas como las islas Juan Fernández y Rapa Nui, mientras que las zonas costeras más vulnerables, cercanas a la actividad humana en el norte, centro y sur del país, están subrepresentadas». Estas áreas, que incluyen la Ecorregión Paposo-Taltal, las costas del Chile central y los fiordos patagónicos, son críticas para la biodiversidad, pero están expuestas a la urbanización, la agricultura intensiva y la salmonicultura.
En cuanto al territorio terrestre, los investigadores señalan que, aunque Chile protege alrededor del 22% de su superficie, gran parte de las áreas protegidas están en la zona austral, mientras que la zona central –considerada una prioridad global por su rica biodiversidad– está poco representada. «La expansión urbana, la agricultura y el cambio climático han fragmentado los ecosistemas en esta área, amenazando la conectividad ecológica. Además, muchas de las áreas protegidas en todo el país carecen de financiamiento, personal y planes de manejo actualizados, lo que limita su capacidad para cumplir su misión de proteger la biodiversidad».
A pesar de los desafíos, Chile tiene oportunidades significativas para avanzar hacia la meta 30×30.
A nivel de gestión –apuntan–, se han implementado mecanismos de participación comunitaria y herramientas de monitoreo modernas como SMART, que permiten a los guardaparques recopilar datos sobre vida silvestre y amenazas. Sin embargo, es necesario seguir fortaleciendo la planificación y aumentar la presencia de personal especializado en regiones clave como el norte y centro del país, para garantizar una conservación más sostenible.
Un reciente gráfico elaborado por Visual Capitalist muestra un inquietante escenario: si toda la población mundial viviera como en algunos países, necesitaríamos varias Tierras para sostener el estilo de vida actual.
Por ejemplo, si todos viviéramos como en Emiratos Árabes Unidos, necesitaríamos 5,8 Tierras para mantener ese estilo de vida. Países como Estados Unidos (4,9 Tierras), Corea del Sur (3,9) y Alemania (3) también requieren una cantidad de recursos muy por encima de lo que la Tierra puede regenerar anualmente. Estos datos provienen de estudios del Global Footprint Network, que evalúan la biocapacidad y la huella ecológica de cada nación.
En contraste, algunos países como India y Ecuador presentan huellas ecológicas mucho más pequeñas. Si todos viviéramos como en India, necesitaríamos solo 0,7 Tierras para sostenernos, lo que demuestra que un menor consumo de recursos por habitante es clave para la sostenibilidad.
Este gráfico subraya la urgencia de reducir el consumo global de recursos. Solo con que los países más ricos ajustaran su huella ecológica a niveles más sostenibles, se podría reducir un tercio de las emisiones globales, destacando la importancia de un cambio en los hábitos de consumo para enfrentar la crisis ambiental.
En lugar de traerte El martillo de la SMA, en esta edición comparto contigo la sentencia del Segundo Tribunal Ambiental, que rechazó la reclamación presentada por la Asociación Pomaire Vive contra el proyecto Planta Solar La Greda, concluyendo que las observaciones ciudadanas fueron correctamente consideradas por el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA).
La agrupación sostenía que el proyecto debía haberse evaluado mediante un Estudio de Impacto Ambiental (EIA), y no mediante una Declaración de Impacto Ambiental (DIA), debido a preocupaciones sobre la alteración de sistemas de vida y el valor paisajístico de Pomaire.
Uno de los puntos clave de la sentencia fue la alegación de la Asociación Pomaire Vive sobre una posible afectación al valor paisajístico y turístico de la zona. El tribunal determinó que el SEA analizó y descartó correctamente estas preocupaciones, señalando que Pomaire no posee las características de zona de interés turístico, zona típica ni Monumento Nacional, según lo indicado por el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN).
Finalmente, la sentencia rechazó otras alegaciones relacionadas con el estudio del componente medio humano y una supuesta vulneración del principio preventivo. El proyecto Planta Solar La Greda, que se desarrollará en Melipilla, contempla una central fotovoltaica de 9 MW AC, con la instalación de 21.392 paneles solares en un área de 16,4 hectáreas.
¡Bien! Hemos terminado el último número de Juego Limpio de septiembre. Se acaba el invierno y comienza la primavera y, con esta, se eleva también la temperatura atmosférica y ya sabemos cuáles son los peligros que ello conlleva. ¡A jugar limpio!
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