En un reportaje en su revista Bloomberg Markets, la influyente publicación dice que el problema energético le quita brillo al éxito económico que ha logrado el país
Hace dos decenios, Fernando Almeda se mudó de su España natal al valle Curico, que está sur del centro de Chile, en pos de su pasión por la elaboración de vinos. La nación andina, dice, es un paraíso para los viticultores. El clima semejante al mediterráneo que hay allí va muy bien con el cultivo de uvas, y la cordillera de los Andes, al Este, y el desierto de Atacama, al Norte, le hacen de barreras naturales para protegerlas de las plagas. Y a medida que Chile se acerca a convertirse en una nación desarrollada, genera una cantidad creciente de consumidores que pueden acceder a la calidad del vino que producen los viñedos chilenos Miguel Torres, donde Almeda es director técnico, según la revista Bloomberg Markets de febrero. Aun así, trae nuevas inquietudes la prosperidad que supo beneficiar a Miguel Torres y otras empresas (el producto bruto interno de Chile creció a una tasa anual promedio del 4,4 por ciento en el decenio que cerró en 2011). Mientras que la inflación general de Chile se aceleró en tan solo un 2,1 por ciento en noviembre, los costos energéticos y laborales subieron súbita y repentinamente en el último quinquenio, dice Almeda mientras sorbe una copa del vino espumante Santa Digna Estelado durante el almuerzo que se realizó en uno de los restaurantes del viñedo. Miguel Torres, que es propiedad de la española Miguel Torres S.A., ahora comercializa productos medio-altos, como el Estelado, que se lanzó hace poco y tiende a generar márgenes de utilidad más amplios que los vinos más económicos. El viñedo también trata de refrenar los costos mecanizando las cosechas y generando fuentes de energía propias.
“Los costos van en subida y los retornos se contraen”, dice Almeda, mientras mira por la ventana las viñas que absorben los rayos del sol primaveral. “Desde mi perspectiva, el negocio se hace cada día más complejo”. A lo largo de todo Chile, las empresas que van de la minería de cobre a los productores de pulpas se han visto obligados a adaptarse a costos operativos más altos, en especial energéticos y laborales. En octubre, los costos laborales subieron en un 7 por ciento contra el año anterior, según un índice del gobierno que muestra porcentajes únicamente. Los precios de la electricidad de la red central se dispararon un 75 por ciento durante los últimos seis años. La demanda de energía y trabajadores sobresale en un país cuya economía crece a más del doble que el promedio global. Los retos amenazan con aminorar la velocidad de la expansión y obstaculizar la meta de ser el primer país latinoamericano desarrollado para 2018. Para ello, Chile tendrá que conseguir US$22.000 para su PBI per cápita, o sea por encima de los US$18.350 actuales, según el presidente Sebastián Piñera.
La subida de los precios de la energía se debe, en parte, a la escasez de suministro económico. Chile, que es el principal productor mundial de cobre, precisa duplicar la capacidad de generación de electricidad en el curso del próximo decenio a partir de los 16.500 megawatts de hoy, dicen las empresas mineras BHP Billiton Ltd y la estatal Corporación Nacional del Cobre (Codelco). Ellos y otros tienen planes de expandirse en US$100.000 millones a las minas de cobre y oro. En Chile, esta es la inversión proyectada más importante de todos los tiempos, país en que la minería representa el 15 por ciento del PBI. Joaquín Villarino, presidente del grupo cabildero para la minería Consejo Minero, dice que las empresas tendrán que congelar muchas iniciativas, a causa de la escasez de energía y de los costos. BHP y Codelco recurrieron al Estado a fin de acelerar las habilitaciones de los nuevos generadores de energía.
Hasta ahora, no se atendieron esos pedidos. El gobierno y los tribunales bloquearon dos proyectos a gran escala desde que Piñera, empresario multimillonario y ex afiliado al partido de centroderecha Renovación Nacional, asumió el mandato en marzo de 2010. En agosto de 2010, a solicitud de Piñera, GDF Suez S.A., que tiene su sede en Courbevoie (Francia), detuvo el proyecto Barrancones de 540 megawatts cuando los grupos ambientalistas se opusieron a él. En agosto de 2012, la Corte Suprema suspendió la planta Castilla a carbón del multimillonario Eike Batista, de 2.100 megawatts, y ordenó que se realizase un estudio de impacto ambiental más exhaustivo. “Fue un error cuando nuestro presidente repentinamente decidió que Barrancones no debía continuar”, dice el ex presidente Ricardo Lagos, de extracción socialista. “Ahora, nuestra política energética no está muy clara, lo que le dificulta a algunos hacer inversiones con Chile”. Para enfrentar todos sus retos, Chile tiene una economía que suscitaría la envidia de muchas naciones. El estado de las cuentas fiscales del país ocupa una posición singular, ya que no tiene deuda neta, gracias al fondo de riqueza soberana por US$15.000 millones que constituyó sobre la base de las ventas de cobre y la colocación de títulos.
El PBI chileno creció un 5,2 por ciento en 2012, más del doble que el promedio verificado en el mundo, según los analistas que relevó Bloomberg. El consumo y la inversión privados estimulan el crecimiento, mientras las empresas mineras compran equipos y los chilenos se abalanzan sobre los centros comerciales y se van de vacaciones, dice Joaquín Vial, el miembro más reciente del directorio del banco central de Chile, que se integra por cinco personas. La tasa de desempleo cayó un 6,5 por ciento en septiembre del 7,4 por ciento que tenía el año anterior, mientras que el salario real creció un 3,3 por ciento ese mes respecto de idéntico período del ejercicio anterior, según los datos del gobierno. El peso se viene apreciando: creció un 8 por ciento contra el dólar estadounidense durante los primeros diez meses de 2012, y la inflación del año pasado fue inferior a la mitad del 6,2 por ciento promedio que hubo en América Latina, según los analistas que relevó Bloomberg. Aun así, el crecimiento de Chile amenaza con generar cierto riesgo inflacionario, dice Vial. La escasez de electricidad es una inquietud de peso, dice.