Hace una década Saieh se aventuraba a construir un imperio: banca, seguros, medios y retail. Pero su aventura en el retail le terminó pasando la cuenta. Ahora suelta el mando de su buque insignia, seguros desapareció, Copesa está bajo presión y solo le queda la promesa eterna de SMU. Mientras tanto, vivirá de las ganancias de lo que generen los brasileños y tendrá más tiempo para su impresionante colección de arte.
No había tensión el viernes último por la mañana. El salón Aysén del Hotel Hyatt, de propiedad de Álvaro Saieh, se llenaba de ejecutivos juniors de AFP asistiendo por formalidad para dar en silencio su voto de aprobación a la fusión del banco controlado por el dueño del inmueble, CorpBanca, con el brasileño Itaú.
Saieh Bendeck no participó del evento. Su hijo, Jorge Andrés, presidente del banco, llegaba temprano acompañando al presidente para América Latina del banco brasileño, Ricardo Marino, y luego se retiraría del lugar.
El ejecutivo carioca presenció la primera parte del evento, recibió el saludo de la mesa que dirigía la asamblea y luego se retiró, minutos antes de la votación crucial que finalmente no tuvo novedades.
Una arrasadora aprobación de más del 88% de las acciones emitidas terminó por concretar el mayor paso dado por CorpBanca en sus 18 años de existencia con dicho nombre y en sus dos décadas siendo dirigido por el holding que controla también al grupo de medios Copesa, la supermercadista SMU y un negocio inmobiliario.
Se hacía realidad, así, el paso final para que Álvaro Saieh, el multimillonario chileno que trepó en la escala de los más ricos y poderosos del país, consolidara 20 años gestionando el banco que se transformó en su mayor –si no el único– generador de flujos en el último quinquenio. Pasaba, de esta manera, Álvaro Saieh, de empresario, gestor, a rentista, como es el caso de muchas de las grandes fortunas de Chile.
Entre enero y mayo del próximo año, Saieh dejará de controlar el banco pero pasará a ser el segundo mayor accionista, con lo cual asegurará embolsarse en cada ejercicio casi US$ 200 millones.
En un cálculo lineal, el gerente general de CorpBanca, Fernando Massú, indicó que sumando los resultados de ambos bancos, en el año obtendrían utilidades de al menos US$ 520 millones.
Sin embargo, es sabido que el capital de ambas entidades ubicará al banco fusionado en la zona cercana a los dos principales bancos del país: Santander y Chile. Esto significa el beneficio del tamaño del banco, factor clave para generar rentabilidad a gran escala, pero, al mismo tiempo, implica el desafío de manejar una institución de marca mayor.
Saieh consigue, además de instalarse en la cúspide del sistema financiero, anclar las bases para expandir su base patrimonial y asegurar la continuidad de la mina de oro que construyó desde 1995 en adelante, cuando abandonó definitivamente su rol de ejecutivo financiero y se transformó en empresario del rubro.
Pasaría, después de eso, que se enamoró del poder empresarial, desafió a otros de su segmento en el rubro asegurador (CorpVida y CorpSeguros) en 2008 (la comentada compra de ING seguros) y, en paralelo, se adentraba en un negocio que hasta ahora solo le ha traído problemas: el supermercadista. A una larga pero rápida serie de adquisiciones de supermercados regionales y capitalinos se sumó luego la compra de las ferreterías Construmart. El resultado hasta ahora ha sido una incursión empresarial fracasada, donde lo más rentable han sido las ganancias que generó su incursión en la propiedad de Ripley.
Los problemas de SMU eventualmente gatillaron el retroceso forzado de las ambiciones de Saieh. Lo que comenzó como una serie de aportes a SMU a través de fondos de inversión privado y sus aseguradoras, terminó en triangulaciones irregulares que pasaron de CorpBanca a SMU, desatando el miedo de los agentes de mercado por el nivel de exposición que tenía el banco a los malos negocios de retail de Saieh.
Hubo una corrida bancaria por parte de las AFP e inversionistas institucionales, el Banco Central advirtió el peligro, aunque nunca fue sintético, y finalmente el Gobierno de Sebastián Piñera tuvo que intervenir a través de BancoEstado para estabilizar al cuarto mayor banco de la plaza.
En paralelo, aparecían dificultades en Copesa y los problemas de liquidez lo obligaron a buscar ayuda en forma reservada. Esta llegó desde Tanner, aunque no impidió que se viera obligado a interrumpir su proyectos de integración horizontal total en medios, con su ambiciosa apuesta de tener canal de televisión propio. En sus diarios tuvo que efectuar cortes drásticos para mantenerlos a flote.
La retirada
En la actualidad, los principales negocios de Saieh son CorpBanca y SMU. Hace dos años, en septiembre de 2013, agobiado por la desconfianza del mercado respecto de la contaminación de CorpBanca con su holding supermercadista, Siaeh vendió el control de su negocio de seguros –CorpVida– a ILC, el conglomerado de inversiones de la Cámara Chilena de la Construcción. Dicha inversión la tenía desde 2009, cuando le compró a ING el negocio de rentas vitalicias.
La salida no le significó una caja relevante (habían pagado casi US$ 350 millones), pero le permitió concentrar sus fuerzas en el principal generador de flujos del grupo, CorpBanca. CorpVida era clave en su holding de empresas, pues las compañías de seguros acompañan comúnmente los negocios del controlador en otros ámbitos.
Así, CorpVida tenía una alta exposición en CorpBanca a través de acciones y bonos, pero al mismo tiempo mantenía el 10% de La Polar, la cadena de retail a la cual apostó Saieh para consolidar su presencia en ese mundo, donde venía caminando a pasos agigantados mientras estuvo entre 2009 y 2010 en Ripley, la tercera cadena de multitiendas, tras Cencosud y Falabella.
Pero, además, en algunos años le llegó a generar más de US$ 150 millones (2010) –aunque con dos años mediocres (2011-2012)– y la apuesta era sostener ese ritmo y ampliarlo al futuro. Nada de eso funcionó, la inversión fue un mal negocio y terminó abandonándolo.
SMU, que en 2010 le aportaba casi US$ 60 millones en ganancias, adquirió la cadena Supermercados del Sur en el año siguiente y comenzaron los problemas. En 2011, la fusión de ambas se transformó en un dolor de cabeza, comenzaron las disputas públicas con los socios de Southern Cross, las que culminaron en un acuerdo en medio de la crisis del grupo Saieh en septiembre de 2013, donde el empresario aceptó cambiar al auditor, modificar la contabilización de los contratos de arriendo y cerrar malas prácticas de gobierno corporativo que mantenían al grupo en las sombras.
Eso sí, el arreglo significó reconocer un impacto de más de US$ 1.000 millones para 2013 y la postergación casi indefinida de las aspiraciones de generar ganancias en el corto plazo y la apertura en Bolsa. Por ahora, SMU sigue siendo un proyecto a consolidar en varios años más.
La problemática fusión
En junio de 2013, cuando estalló la crisis de CorpBanca derivada de las triangulaciones del banco con SMU, la entidad bancaria de Saieh se fue a pique. Las AFP aceleraron definitivamente su salida de la propiedad, donde meses antes llegaron a tener cerca del 9% de la propiedad.
También sacaron sus inversiones en bonos y depósitos del banco, lo que derivó en una crisis de liquidez en el mismo. El Gobierno de Sebastián Piñera salió al rescate. En silencio, BancoEstado compró, en el tercer trimestre de 2013, depósitos a plazo para dar una señal al mercado al no dejar solo a Saieh.
La apuesta resultó y CorpBanca reflotó. Pero el costo de ello sería que Saieh cediera el control o vendiera el banco, según confirman fuentes bien informadas cercanas al Gobierno de aquella época. Aunque es necesario mencionar que Saieh y CorpGroup insisten en que el proceso de fusionar o vender control del banco venía desde antes de la crisis.
Dos meses después este medio revelaba (y Saieh confirmaba) la negociación con BCI, BBVA e Itaú para ceder el control de CorpBanca. A fines de enero de 2014, Saieh firmaba con los brasileños el acuerdo para que se quedaran con un tercio de la propiedad de CorpBanca y controlar así el que será el cuarto banco en participación de mercado (colocaciones), con serias posibilidades de superarse rápidamente en la escala.
Pero la apuesta no sería fácil. El fondo estadounidense Cartica inició casi de inmediato el reclamo ante reguladores locales y tribunales chilenos y extranjeros por los privilegios que recibiría Saieh como parte del acuerdo con Itaú: casi US$ 1.200 millones en créditos a tasas preferentes que Saieh usó ipso facto para rescatar a SMU. Junto con ello, opciones de salida de la propiedad en ciertos eventos y un acuerdo original para la venta de un 12% de CorpBanca Colombia, que el holding de Saieh mantuvo en su poder cuando en los últimos dos años ingresó avasalladoramente comprando Santander Colombia y Helm Bank.
La disputa con Cartica duró hasta fines de 2014, mientras en paralelo el socio estratégico de Saieh en CorpBanca, el brazo de inversiones del Banco Mundial, IFC, se revelaba y aprovechaba la polémica para reclamar la mantención de privilegios del pacto de accionista que firmó con Saieh cuando adquirió el 5% de CorpBanca, a fines de 2012. Finalmente, fue Itaú y no el grupo local el que negoció a oscuras con IFC, manteniéndole uno de los beneficios que pedía: operar otros negocios financieros en paralelo a su participación en el banco.
No fue suficiente esa disputa. Luego Saieh abriría la más grande con sus nuevos socios, Itaú-Unibanco.
Enfocado en preparar la fusión, el banco que dirige en Chile el gerente general Boris Buvinic, defraudó en resultados en 2014, viendo una baja considerable en sus ganancias.
A ojos de Saieh, Itaú evidenciaba una gestión cuestionable como para mantener los términos de intercambio prometidos en enero de 2014. Se comentaba en el mercado que Saieh –y los minoritarios de su banco– estaban vendiendo barato el control.
CorpBanca elevaba en 2014 en un 46% sus ganancias, todavía con el impulso de sus adquisiciones en Colombia, mientras Itaú Chile reducía en 2% las suyas.
La disputa de pasillos se abrió al público en la junta ordinaria de accionistas de marzo pasado, cuando Fernando Massú, gerente general de CorpBanca, se marginaba de aludir al proceso de fusión y solo hacía comentarios marginales frente a las dudas del público. Finalmente, frente a la prensa, el ejecutivo se encargaba de dejar en claro que, si la fusión se caía, nada pasaría con CorpBanca.
El toreo con Itaú continuaría. A fines de abril, en medio de rumores sobre un quiebre entre Marino y Saieh, el informe pericial contratado por ambos con KPMG, revelaría una baja drástica en la participación que correspondía al banco brasileño, dado el impacto de la baja de sus ganancias en 2014 en los términos de intercambio.
Itaú saltaba a comienzos de mayo con una oferta de casi US$ 200 millones para acallar las críticas, pero el directorio de CorpBanca respondió duramente con una contrapuesta casi cuatro veces más cara.
Finalmente, la entidad brasileña reconocía la posibilidad de perder el negocio que tenía entre manos y cedía a la presión de Saieh, aceptando que CorpBanca distribuyera dividendos adicionales, que Itaú rebajara a la mitad los que podrá distribuir este año y sin una palabra pública de crítica a su futuro socio.
La junta del 26 de junio pasado fue finalmente un trámite. Saieh tenía los votos de AFP, Moneda, Consorcio y otros minoritarios que –aun cuando los propios directores de CorpBanca advirtieron que el acuerdo con Itaú no compensaba completamente el desbalance de los términos de intercambio en favor de los brasileños– prefieren tener a Itaú al frente de la gestión, recibir plata fresca y ver fuera de la gerencia general –o muy vigilados– a ejecutivos de Saieh.
Ahí radica la próxima polémica que se instalará en el futuro banco fusionado. El grupo Saieh no está convencido del acuerdo que firmó en enero de 2014, que le permite mantener la presidencia del nuevo banco pero le obliga a ceder la gerencia general a Itaú, con lo cual Buvinic sería el ejecutivo principal apenas comience a funcionar la nueva entidad, que formalmente será CorpBanca-Itaú, aunque comercialmente tendrá solo la marca brasileña.
Esto se suma a la fricción que han generado en los equipos de integración los sistemas tecnológicos a implementar en el banco fusionado. CorpBanca tiene definitivamente el liderazgo en banca comercial o el negocio de créditos y servicios a empresas, mientras Itaú es referente en personas (vivienda y consumo).
Saieh prefiere sus sistemas y adecuarles los modelos de Itaú como complementos; Itaú cree que debe ser al revés y priorizar sistemas tecnológicos con base en el negocio de personas.
La reserva rentista
Con todo, el futuro de CorpBanca-Itaú debiera poner en alerta a los mayores jugadores locales. Apenas se fusionen, el banco será el tercer privado de Chile en participación de mercado en créditos a empresas (15% frente a BCI, que quedará cuarto con 14,1%), cuarto en consumo (7,8% versus el 12,8% de BCI) y cuarto en vivienda (9,7% frente al 10,6% de BCI). En total, el día que CorpBanca se estrene, en los informes financieros de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (Sbif) será el cuarto banco, con el 12,7% de las colocaciones en Chile, por debajo del 13% de BCI.
Pero ese es solo el punto de partida. CorpBanca tendrá una base de capital que arrasa fácilmente con BCI y que se acerca peligrosamente a Santander y el Chile. Parte con casi US$ 3.700 millones de capital y un ratio de capital de 16%, que supera el promedio de 13,7% actual de los tres principales bancos locales.
Si Itaú gestiona bien el banco, la entidad debiera rápidamente acelerar su generación de utilidades y pasar del cálculo de US$ 550 millones actual (sumados Itaú y CorpBanca) a cifras más cercanas a US$ 800 millones o US$ 900 millones, en la parte inferior de la banda de utilidades que manejan Banco de Chile y Santander.
Así, la mina de oro de Saieh, que gestionada por él le generaba menos de US$ 200 millones en utilidades al año, pasará a una cifra que bordee los US$ 400 millones.
Ese fue el cheque que compró a plazo el empresario para dejar el control del banco, dejar de ser la estrella chilena en la banca, y transformarse en un millonario que vive de las rentas de su banco. Quizás desde ahí será el empresario de retail al que siempre aspiró cuando comenzó a comprar cadenas de supermercados hace una década.
Y sus cercanos señalan que Saieh probablemente ahora volverá a pasar más tiempo en su departamento en Nueva York, que acoge una colección de arte descrita, por aquellos que la conocen, como «extraordinaria».
En la Gran Manzana, Saieh pasa parte importante de su tiempo. Allí es dueño del departamento que perteneció a la familia fundadora de Lehman Brothers y luce una de las colecciones más importantes de los grandes maestros de la pintura, avaluada en cerca de US$150 millones, aunque cercanos a su familia afirman que esa cifra se queda corta.