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Hasta los grandes se caen: cómo los Matte, Mustakis, Schwarzkopf y Gianoli perdieron US$ 580 millones en EE.UU.

Hasta los grandes se caen: cómo los Matte, Mustakis, Schwarzkopf y Gianoli perdieron US$ 580 millones en EE.UU.

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La historia de la mayor burbuja de commodities que se tenga memoria se vivió en el mercado de las tierras raras. Una de sus víctimas fue la compañía chilena Molymet, que invirtió en Molycorp en 2012 y hoy está en proceso de quiebra.


A fines de 2010, dos preguntas estaban en la mente de muchos inversionistas en commodities: ¿qué son las tierras raras? ¿Y cuándo podríamos comprar algo?

El grupo de 17 minerales oscuros y difíciles de pronunciar, que son usados en productos de alto consumo como smartphones, autos eléctricos y turbinas de viento, estaban comenzando a verse impactados por precios cada vez más altos, nunca antes vistos en mercados tradicionalmente tan volátiles como la energía y los metales. Para muchos inversionistas, la única manera de entrar en acción era comprar papeles de la productora estadounidense, Molycorp Inc. Su capitalización de mercado se había disparado a US$ 4.000 millones después de una oferta pública de acciones a inicios de 2010.

El jueves recién pasado, Molycorp se inscribió bajo la protección de quiebras de los EE.UU., después de haberse quedado casi sin efectivo, luego de una sostenida y estrepitosa caída de los precios de tierras raras. La compañía se transformó así en la historia ideal para contar cada vez que se trate de gatillar la cautela: la lección que de ella se aprende es cómo precios excesivamente altos de commodities pueden rápidamente revertirse.

“Fue absolutamente una burbuja de commodity”, dijo Jon Hykawy, un analista de Stormcrow Capital Ltd., en Toronto, que sigue la industria de tierras raras.

El problema es que una compañía con sede en Chile se transformó en uno de los principales damnificados de esta burbuja. Molymet, que tiene entre sus principales 10 accionistas a la austriaca Plansee (de la familia Schwarzkopf) y a las familias Gianoli, Mustakis y Matte, apostaron fuerte a esa empresa minera. Llegaron a invertir US$ 598,5 millones a través de Molymet, monto que al cierre de 2014 tuvieron que castigar, quedando la inversión valorizada en US$ 17,45 millones. Hoy reconocen una participación de 18,14% en la minera con sede en Delaware. Un desastre que han sobrellevado en silencio, pero que se ve reflejado en las cada vez más extensas y numerosas notas explicativas a sus estados financieros a contar de 2012.

China, una bala loca

Lo que gatilló el rally fue la decisión sorpresiva de China en 2010 de restringir sus exportaciones, enviando a los usuarios de lantano, neodimio, cerio, y otras tierras raras a peregrinar en busca de abastecimiento. Aunque las predicciones de que habría una escasez de esos materiales se probaron falsas, porque consumidores como Toyota Motors simplemente cambiaron a alternativas más baratas.

Hasta la década de los noventa, EE.UU. era el productor dominante de tierras raras y China casi no tenía un rol. Eso pronto cambiaría, cuando la mayor mina estadounidense cerró y los productores chinos tomaron ventaja de su mano de obra barata y regulaciones ambientales más relajadas. A principios de los 2000, China abastecía al 97% del mercado global, de acuerdo al Consejo de Relaciones Exteriores.

Las tierras raras pronto asumirían un significado geopolítico. Los minerales son usados para fabricar bombas inteligentes, misiles crucero Tomahawk y cazabombarderos F-35. La preocupación por la fiabilidad del abastecimiento chino, hizo que el Departamento de Defensa de los EE.UU. y otras agencias gubernamentales estudiaran el tema. En julio de 2010, sólo meses después de que su informe fuera publicado, los temores comenzaron a concretarse cuando China redujo las cuotas de exportación en 72% para asegurar su abastecimiento local.

Los precios de las tierras raras comenzaron a encumbrarse debido a que los consumidores optaron por elevar inventarios, y la estampida de precios continuó durante parte importante de 2011. Lantano, que es usado en las baterías de autos híbridos, y neodimio, que se destina a magnetos poderosos, quintuplicaron su valor. En tanto que el cerio, utilizado para pulir vidrio, sextuplicó su precio.

Las malas apuestas

En los EE.UU., Molycorp se transformó en una estrella del mercado. Los inversionistas que habían comprado en la oferta pública de julio de 2010 a US$ 14 por acción veían que el mismo papel rozaba los US$ 79,16 en mayo de 2011.

Las ventas de Molycorp se movían bajo la ilusión de la reapertura de la mina de Mountain Pass en California, lo que la posicionaba como la única fuente estadounidense de tierras raras, quebrando así el dominio chino.

Pero el boom de las tierras raras llegó a su fin tan rápido como se inició, con precios que declinaron a fines de 2011. Más oferta comenzó a arribar al mercado, no sólo desde California, sino también de Australia y Malasia, de acuerdo a Kevin Starke, un analista de CRT Capital Group.

La primera vez que Molymet entró a Molycorp fue durante el primer trimestre del 2012, cuando invirtió cerca de US$ 390 millones por el 13% de la compañía, es decir, cada acción le costó US$ 31,2. Un precio que para ese entonces era bajo si se tomaba en cuenta que el papel había llegado a transarse a US$ 79. Al poco tiempo de haber ingresado, en agosto, la firma requirió un aumento de capital y esta vez el título se valoró en tan sólo US$ 10.

En esa oportunidad, Molymet suscribió y aprovechó de incrementar su porcentaje de propiedad. Pero los vientos siguieron soplando en contra de la industria y, particularmente, en contra de Molycorp y su administración, lo que llevó a que la acción cayera a cerca de US$ 6. A este nivel, se buscó nuevamente capital fresco (US$ 414,2 millones en nuevas acciones y bonos convertibles) y Molymet apostó otros US$ 90 millones más en acciones y US$ 20 millones en bonos. Es así como en 2013 informó que contaba con el 21% de la propiedad y que era el accionista principal de la compañía.

Métodos alternativos

Los precios de tierras raras también estuvieron bajo presión porque los compradores corporativos hicieron su trabajo. Los pulidores de vidrio empezaron a reciclar cerio, según Hykawy, de Stormcrow . Toyota fue un paso más allá y desarrolló motores para autos híbridos y vehículos eléctricos que no necesitaran tierras raras.

“Había un precio máximo a pagar”, dijo Hykawy. “Me deja mal del estómago cada vez que oigo que las tierras raras son irreemplazables”.

Aun cuando los precios continuaron declinando, Molycorp decidió doblar su apuesta y comprar Neo Material Technologies Inc., un procesador de metales canadiense, en US$ 1,2 mil millones en 2012.

Los vientos definitivamente comenzaron a cambiar. En noviembre de 2012, la US Securities and Exchange Commission empezó a investigar si sus informaciones públicas eran fiables. Nuevas ventas de acciones y bonos se llevaron a cabo para desarrollar Mountain Pass. Ya en enero de 2015, la compañía tuvo que entrar en conversaciones con asesores para reestructurar su deuda.

La puerta de salida

En los documentos ante la Corte, Molycorp enlistó activos por US$ 2,49 mil millones y obligaciones por US$ 1,79 mil millones. Un grupo de acreedores acordó proveerle de US$ 225 millones adicionales para financiar su operación. La compañía planea salir de esta situación de quiebra hacia fines de año.

Las acciones cayeron a 9 centavos de dólar. Tres analistas recomendaron vender y solo uno mantener.

Pese a la desventura de Molycorp, la demanda por tierras raras continúa creciendo. China conserva el cetro de abastecedor mundial con una participación de 70%, según el Consejo de Relaciones Exteriores. Y sigue habiendo un discurso tendiente a buscar nuevos proveedores de tierras raras fuera de China. “Las compañías japonesas y otras muchas más quieren diversificar su exposición”, señaló Melissa Tan, una analista de RW Pressprich & Co.

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