«Si el desarrollo científico y tecnológico a nivel nacional se verá afectado por el nulo aumento del presupuesto, creo que a nivel regional el impacto será doblemente negativo, pues junto a la falta de recursos financieros frescos, tendremos que seguir luchando contra el centralismo, que siempre acapara y asfixia con sus tentáculos los valerosos esfuerzos regionales en ciencia y tecnología».
Con desazón, pero sin sorpresa debido a la tendencia de los últimos años, hemos visto cómo en la discusión de la Ley de Presupuesto para el 2016 existe un nulo aumento para el desarrollo de la ciencia y la tecnología en el país.
Lo anterior refleja una situación clara: nuestras autoridades no creen que por medio del desarrollo científico, Chile pueda alcanzar un desarrollo sustentable.
La experiencia y la historia dan cuenta de que los países, como por ejemplo Finlandia, que invirtieron a tiempo en crear conocimiento sobre la base del desarrollo científico, alcanzaron un nivel de desarrollo envidiable. Este país, a diferencia de Chile, pasó de producir materias primas, a exportar inteligencia.
Pese a la adversidad del contexto, en nuestro país durante los últimos años hemos tenido un sostenido avance en cuanto al número de publicaciones ISI y a la formación de nuevos investigadores, obedeciendo esto al sumo esfuerzo individual de los científicos y al de las instituciones que los acogen.
Sin embargo, la precariedad laboral reflejada en que científicos de alta calificación deben trabajar a honorarios o financiar su trabajo sobre la base de proyectos, da cuenta de que Chile, más allá de los esfuerzos particulares, no quiere a sus científicos. La ciencia es un proceso que amerita años de trabajo para llegar a resultados aplicables y en beneficio de toda la comunidad, lo cual, al parecer, aún no es comprendido.
Si el desarrollo científico y tecnológico a nivel nacional se verá afectado por el nulo aumento del presupuesto, creo que a nivel regional el impacto será doblemente negativo, pues junto a la falta de recursos financieros frescos, tendremos que seguir luchando contra el centralismo, que siempre acapara y asfixia con sus tentáculos los valerosos esfuerzos regionales en ciencia y tecnología.
Esperamos equivocarnos en el título de esta columna y que las regiones no sean doblemente castigadas. Teníamos la esperanza de que mediante el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación anunciado por el Gobierno, el panorama sería mejor, pero hasta ahora esa nueva institucionalidad más parece un barco fantasma perdido en las aguas peligrosas y turbulentas de los políticos.
Con esta crisis, los Gobiernos Regionales tendrán la oportunidad de demostrar más aún su compromiso con sus universidades y centros científicos, pues creemos que llegó la hora de firmar alianzas contundentes y a largo plazo que otorguen financiamiento exclusivo y basal para el desarrollo científico, el cual debe ser considerado como parte del desarrollo productivo de las regiones de Chile.
Hoy nuestros científicos se movilizan por está preocupante realidad, distrayendo su valioso tiempo en cosas que deberían ser ajenas a sus preocupaciones. ¿Alguien se imagina a los investigadores de Alemania, Japón o Brasil en la misma paradoja? Creo que el panorama es difícil, y lo será mucho peor, si las autoridades no se dan cuenta de lo que ponen en peligro con su falta de visión.
Por Luis Loyola
Rector Universidad de Antofagasta y Vicepresidente CUECH