«Ser un país desarrollado, desde luego, no es un fin como sociedad, sino que un medio para un mejor futuro. Pero necesitamos autoridades con perspectiva, sin miedo de hacer lo necesario, aunque esto sea diferente».
Hace días el Ministerio de Economía anunció la priorización de recursos para innovación en sectores estratégicos: Minería, Alimentos Saludables, Acuicultura, Pesca y Turismo.
Los argumentos son concretos: Chile posee ventajas comparativas y competitivas para que sean estas las que sustenten el crecimiento de la economía durante la Era del Conocimiento. Pero ¿estos sectores le permitirán a Chile ser una economía desarrollada?
Un genio anónimo publicó que “si haces lo que siempre has hecho nunca llegarás más allá de donde siempre has llegado”.
Innovar en minería no alcanzará para ser desarrollados. La evidencia señala que, luego de haber vivido casi una década con un precio de cobre inusualmente alto, el crecimiento económico no fue suficiente para alcanzar las metas de desarrollo; menor es la probabilidad ahora con el ciclo de precio de cobre a la baja.
Innovar en agricultura, pesca y acuicultura tampoco será suficiente. Mientras nosotros innovamos para cosechar la mejor fruta, otros países desarrollan maquinarias para hacerlo. ¿Quién se queda con el mayor trozo de pastel? La evidencia sugiere que el productor de la materia prima se queda con cerca del 2% del precio del producto con valor agregado; ¿se ha preguntado por qué las economías desarrolladas no destacan por estos sectores?
Respecto al turismo, primero debemos celebrar que, por primera vez, un servicio sea prioridad de desarrollo en Chile. Pero el turismo no será suficiente. Chile es pequeño y está alejado del mundo, jamás atraerá un flujo de turistas suficiente como para poder dejar el desarrollo económico en manos de este sector.
¿Y entonces qué? Miremos Singapur. Esta nación declaró su independencia en 1965, luego de ser abandonada como colonia británica y expulsada por Malasia debido a su pobreza en recursos naturales. Tras esto, las autoridades determinan que la lengua oficial sería el inglés, para poder relacionarse con el mundo. La segunda medida fue atraer a industrias tecnológicas y desarrollar capital humano especializado. El resultado fue posicionar a Singapur como líder mundial en el desarrollo de plataformas de petróleo, arquitectura y servicios. Al 2012, Singapur registró exportaciones por 235 mil millones de dólares, mientras que Brasil, el gigante Latinoamericano, registró para la misma fecha 200 mil millones; y la brecha continúa incrementándose.
Ser un país desarrollado, desde luego, no es un fin como sociedad, sino que un medio para un mejor futuro. Pero necesitamos autoridades con perspectiva, sin miedo de hacer lo necesario, aunque esto sea diferente. Hoy, mientras se discute cómo la bioingeniería, la aeronáutica espacial o la robótica serán las industrias del futuro, nosotros anunciamos con orgullo agendas de innovación que buscarán cómo ser más eficientes para extraer cobre.
PhD. Nicolás Magner
Profesor Facultad de Economía y Negocios
Universidad Finis Terrae