El ex director del SII, que estuvo 14 meses en el cargo, dispara a varios en una extensa entrevista en La Tercera. Entre sus víctimas están Rodrigo Peñailillo, la UDI, Manuel José Ossandón, los políticos y empresarios en general, los medios y hasta su sucesor definitivo en el Servicio.
El 18 de mayo, una semana después que lo hiciera el entonces ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, Michel Jorratt dejó la dirección nacional del Servicio de Impuestos Internos (SII). Su rol en la preparación de presentaciones ante el Ministerio Público, sus declaraciones posteriores a la prensa y finalmente ante la Fiscalía, lo dejaron para siempre en el centro de polémico caso de las boletas y facturas ideológicamente falsas emitidas por políticos de derecha y la Nueva Mayoría en colusión con poderosos empresarios: de SQM y Penta.
Pero Jorratt fue aún más importante en sus 14 meses al frente del SII, porque lideró el organismo con mayor peso en la Reforma Tributaria, que él califica como la más importante al menos desde el inicio del proceso democrático, tras el término de la Dictadura en 1990.
En una entrevista con Reportajes de La Tercera, Jorratt habló de todo. El economista especialista en impuestos, uno de los principales actores en la génesis de la reforma tributaria hace varios años ya, defendió el cambio impositivo, criticó a sus “jefes” que le pidieron la salida para sacar al Servicio de la prensa, medida poco efectiva por cierto. Y polemizó con su sucesor definitivo, Fernando Barraza, por decir que el SII está para recaudar, aunque lo respaldó en la idea de que el organismo no puede tener el foco de su función en la presentación de querellas persiguiendo a políticos.
Irónicamente, la entrevista que concedió nació del hecho de que fue el propio Jorratt el que presentó la querella contra el líder de la UDI, Jovino Novoa, quien acaba de ser condenado por delitos tributarios y cuyo partido cuestionó duramente al SII.
Uno de los críticos de la derecha que ha dicho que el SII es el brazo armado de la Nueva Mayoría es el senador RN Manuel José Ossandón. Para él Jorratt tuvo palabras duras. “Lo primero es que los dichos de Ossandón no los tomaría muy en serio, porque creo que él tiene un sesgo grande en contra del SII desde que presentamos la querella en contra de sus parientes, en 2014, por cometer uno de los fraudes tributarios más grandes de la historia. Cuando asumí como director, ese caso estaba guardado en un cajón, esperando la prescripción”, dijo Jorratt.
Se refiere al millonario caso de evasión tributaria que enfrenta al SII con la familia Ossandon Larraín, uno de cuyos principales protagonistas es primo del ex alcalde de Puente Alto, quien se presenta como uno de los más prometedores rostros políticos de la derecha.
Frente a la crítica de la derecha por haber más querellas contra personeros vinculados a ese sector y por no haber acciones contra políticos de primera línea de la coalición gobernante, Jorratt considera que el SII tuvo la “mala suerte” de haberse topado con estos casos, aunque advierte que el caso Penta es más evidente y por ello lo llevó a acciones judiciales.
“Creo que ese tipo de acusaciones no tienen fundamentos y surgen sólo después de que, ¿por mala suerte’, aparecieron políticos vinculados a fraudes tributarios. El SII siempre ha actuado con un criterio técnico, al menos mientras yo estuve ahí y creo que ahora también. Por ejemplo, es claro que en el caso Penta había una serie de fraudes tributarios groseros, incluso antes de la vinculación de políticos, que tiene que ver con boletas de honorarios falsas de las esposas, de los parientes, y por ahí fue por donde el SII entró. En la medida en que ha habido antecedentes, el servicio se terminó querellando contra todos sin distinción de partido o si son políticos o no son políticos”, asegura.
Inquirido por el cuestionamiento a la autonomía del SII, el ex director del organismo apunta a los medios y quienes opinan a través de ellos, entre ellos los propios políticos. “El problema es que la parte mediática tiene mucha relevancia hoy en día, entonces efectivamente, la imagen del servicio se puede haber deteriorado en cierta medida, pero no por el accionar del SII, sino por la interpretación que otros, con sus propios fines, hacen respecto del quehacer del servicio. Si uno mira los criterios que aplicó el SII, son absolutamente técnicos, equitativos, apegados a la ley y, por lo tanto, eso no debiera haber ocurrido. Ahí el tirón de orejas no es para el SII, sino que es para los políticos que de alguna manera opinan sin conocimiento y con criterios que son ajenos al quehacer de la institución, y en el fondo con fines personales”, afirma.
A su juicio, florecen en exceso las opiniones infundadas y son aquellas, y no la actuación del SII, las que pueden afectar la imagen de autonomía del Servicio.
“(…) En general en el mundo político y también en el ámbito periodístico hay opiniones infundadas. Es una cosa más bien generalizada, no se ha querido entender el rol del SII. A mí me tocaron muchas situaciones muy injustas. Se nos cuestionaba porque nos demoramos tres semanas en presentar una querella, cuando el SII suele tomarse plazos muy superiores. Los tiempos del SII son distintos, se basan en cuestiones técnicas. Y ahí quiero poner un ejemplo, el caso del señor Jovino Novoa, en donde el SII presentó una querella, que de hecho la firmé yo mismo, por hechos bien concretos, y luego, durante la investigación de la fiscalía, se especuló mucho de una serie de otras irregularidades, por ejemplo, que había recibido dinero de SQM, y finalmente ¿por qué terminó siendo condenado Jovino Novoa? Sólo por lo que descubrió el SII y nada más. O sea, finalmente, el SII tenía la razón y así lo reconoció la justicia”, recalca, agregando que, a su parecer, la condena a Novoa fue “razonable”, pues “se comprobaron los ilícitos que había mencionado el SII, que tenía que ver con el uso de boletas falsas para reducir gastos en su empresa”, detalla.
Evitando rememorar las presiones desde el entorno del ex ministro Rodrigo Peñailillo, Jorratt polemiza con su sucesor definitivo, Fernando Barraza, quien dijo que el SII estaba para recaudar por sobre la persecución penal y que no siempre se deben presentar acciones judiciales contra todos los que resulten responsables.
“Comparto el hecho de que no es función del SII querellarse en contra de todos quienes cometen o presumiblemente cometieron un fraude, porque siempre la acción penal del SII ha sido una herramienta más y es discrecional del director si la ejerce o no frente a un determinado caso. Lo que no comparto de lo que él dijo, y que dicen muchos, es que el rol del SII sea recaudar. El rol del SII no es recaudar, el rol del SII es reducir la evasión. Y hoy, con la reforma tributaria, la elusión. Esa idea equivocada de ‘recaudar’ llevó a que durante mucho tiempo el SII se dedicara sólo a liquidar diferencias de impuestos, sin siquiera perseguir pecuniariamente algunos delitos. Lo que el SII tiene que hacer es elevar la percepción de riesgo de los evasores, y para ello debe fiscalizar, detectar, sancionar. Además, tiene que mejorar la aceptación del sistema tributario, facilitando el cumplimento, simplificando, educando. La acción penal es sólo una de las herramientas y la debe usar con criterio”, se explaya.
Además, cuestiona que eventualmente sean sancionados solo los facilitadores de boletas y facturas falsas en los casos Penta y SQM y no los implicados que coordinaron el financiamiento irregular de campañas a través de faltas tributarias.
“No debiera ser así. El SII, en general, apunta no sólo al facilitador, sino que también a quien diseña la figura de fraude, y al menos en lo que a mí me tocó, nosotros nos querellamos en contra de quienes eran responsables de ambas cosas. Yo no creo que vaya a ser así», sostiene.
Y agrega: «En la realidad se evalúa el monto del perjuicio fiscal, el efecto ejemplarizador, hay una serie de factores que definen cuándo el servicio se querella y contra quiénes, pero son factores técnicos. Yo fui bien tajante en decir que para nosotros no existían políticos, existen contribuyentes. Y el servicio se querella en contra de los contribuyentes, y de acuerdo a los criterios que usa para querellarse en contra de los contribuyentes, era probable que algunos políticos resultaran con querella y otros tantos, tal vez la mayoría, no. Por eso, yo siempre digo que la mala pata para el SII es que nos tocó un caso donde había políticos, porque el servicio ve todo el tiempo casos que son mucho más relevantes desde el punto de vista de la evasión tributaria”, explica.
Jorratt es irónico cuando se insiste desde la política con la falta de autonomía del SII y, por ello, apuesta a que cambie la estructura del referido organismo hacia una más independiente en la designación del jefe máximo, criticando, de paso, al Gobierno de Bachelet por los motivos por los cuales lo designó. “Es curioso, porque en la medida en que no hubo políticos involucrados, esa pregunta nunca antes existió», señala.
Y acto seguido, dice: «A la luz de los hechos, yo hoy día no veo tan mal que el SII fuera una entidad autónoma, parecida al Banco Central. Sobre todo, porque hoy día se gobierna con los medios y las encuestas. De hecho, el argumento que me dieron para pedirme el cargo es que necesitaban que el SII saliera de la prensa. O sea, a mis jefes no les importó que bajáramos la evasión en 2% en un año, que solucionáramos el tema de la carrera funcionaria, o que hiciéramos una implementación impecable de la reforma tributaria. O sea, da lo mismo que la evasión aumente mientras al director no lo critiquen en los diarios. Para eso, es mejor un SII autónomo”.
Jorratt, pese a la ‘cocina’ de Andrés Zaldívar en que se modificó la Reforma Tributaria en 2014, la considera a esta última un gran logro. “Yo creo que la reforma tributaria que se aprobó en el Congreso es una reforma tributaria contundente, la más grande en varias decenas de años, y que no tiene vuelta atrás. Y eso se corrobora con el proyecto de simplificación que envió el Gobierno en el sentido de que el grueso se mantiene. Si uno hablara en porcentajes, probablemente se está modificando un 5% de la reforma tributaria, lo cual no significa que yo comparta los cambios que se están haciendo. Algunos sí y otros no, pero creo que se mantiene lo central y creo, o espero, que eso se mantenga por mucho tiempo y que no haya una vuelta atrás ni en este Gobierno ni en los próximos”, sostiene.
Luego, frente a la pregunta de cómo evalúa el costo político de llevar a cabo una reforma como aquella, Jorratt no duda en poner en números el éxito del proyecto. “Lo que pasa es que si uno mira todas las reformas que se hicieron desde el 90 hasta antes de esta reforma tributaria, fueron reformas insignificantes que ni siquiera merecen llamarse reformas, entonces frente a eso, pasar de, como lo dice el estudio del Banco Mundial, un sistema en donde el 1% más rico pagaba un 12% de tasa media, a otro donde paga un 18% o 19%, es un cambio de todas maneras fundamental. Por eso, a mí me deja tranquilo en el sentido de que avanzamos hacia un sistema tributario de un país moderno. ¿Hubo un costo político? Sí. De alguna manera hubo que ceder con un sistema alternativo, como el semiintegrado, que es un sistema inventado para que los millonarios paguen un poco menos”.
Sus últimas palabras en la entrevista muestran su distancia de la política y el impacto que tuvo para él su paso por el SII en medio de tanta polémica: “Fue un año complejo, porque creo que nunca el director del SII había tenido tanta presencia mediática, que obviamente yo no busqué. De hecho, esa presencia es súper contradictoria con mi personalidad, porque soy una persona más bien introvertida. Pero me han preguntado: ‘¿Por qué sigues dando entrevistas y no te escondes como otros?’. Y la verdad es que, a pesar de que no me gusta dar entrevistas, es una de las formas que tengo de diferenciarme de otros que se están escondiendo, porque yo no tengo nada de qué esconderme”.
El comentario de Jorratt pareciera apuntar a Peñailillo o al ex titular de Hacienda, Alberto Arenas. Aunque luego parece aclararlo cuando le preguntan si se refiere a ex ministros que se fueron en silencio. “Sí. La estrategia del político cuando enfrenta un problema grave es esconderse hasta que la gente se olvide y después aparece como si nada hubiera pasado. Yo no soy político, ni tampoco he hecho nada incorrecto, así que no tengo nada de qué esconderme. Y por eso es que estoy disponible a dar entrevistas, nunca me voy a esconder”, aclara.
Su mensaje final es de desencanto con la política aunque también orgullo por la reforma tributaria, con palabras ácidas hacia el empresariado, que sería el último destinatario de sus dichos.
”La evaluación que yo hago es que no me arrepiento de haber sido parte de esto, porque mi objetivo principal, que era una reforma tributaria que Chile se merecía, es un objetivo que se logró. Y obviamente que yo tuve un costo grande, pero es un costo que alguien tenía que asumir. Así como también lo asumió el ex ministro de Hacienda. Por lo tanto, desde ese punto de vista, en ningún caso me arrepiento. Creo que valieron la pena todos los malos ratos, que todavía existen, porque se logró el objetivo principal. Aprendí lo que era meterse con el FUT, pero no me arrepiento”, concluye.