«Así, según la Teoría Austríaca del Ciclo Económico, en estos momentos se incuba la siguiente gran crisis mundial, debido al extensísimo periodo de política monetaria laxa en EE.UU. (la Fed imprimió en los últimos años dinero por un monto del tamaño de la economía de Alemania). Esto ya ocurrió previo a la Gran Depresión de 1929, previo a la Gran Recesión de 2008… y está ocurriendo ahora».
Como ya se ha repetido en varias ocasiones durante las últimas semanas, la Reserva Federal de EE.UU. (Fed), el símil a nuestro Banco Central, ha iniciado el proceso de normalización de tasas.
Como la palabra “normalización” lo dice, las tasas vienen siendo muy “anormales” hace varios años, específicamente desde la Gran Recesión del 2008. Esto podría estar incubando graves consecuencias en cuanto a la estabilidad económica mundial se refiere.
Es bueno tener presente lo que realmente son las tasas: el precio del dinero. Si hay poca gente dispuesta a ahorrar dinero, el precio del dinero subirá (habrá menos dinero disponible para prestar), lo que significa que las tasas naturalmente debieran subir. Asimismo, si más gente quiere ahorrar dinero, las tasas debieran caer.
Las tasas deberían moverse como un precio común y corriente, pues en un libre mercado nosotros decidimos el precio del pan, de la comida, de los autos y del cine, a través de la libre interacción entre todos nosotros. El precio va transmitiendo vital información a todos los participantes de la sociedad y ayuda a la colaboración mutua. Por esto también es que toda economía que ha abrazado la fijación de precios arbitrariamente, ha terminado sucumbiendo.
Pero hay un precio muy importante, de un bien que usamos todos, que es fijado por expertos en una sala de cuatro paredes: el precio del dinero.
Si hay mucha gente que demanda u oferta dinero, da lo mismo, pues la tasa de interés solo variará si así lo decide el comité de expertos. Si bien es cierto esta tasa es de muy corto plazo y solo relevante para las transacciones entre bancos, su implicancia en las tasas de más largo plazo y en otras variables tan importantes como el tipo de cambio o la inflación no es para nada menor. Estos expertos por supuesto son los miembros del Banco Central de cada país y que, como cualquier ser humano, son totalmente vulnerables a cometer errores. El problema es que ese error no les afectará solo a ellos: un error de una persona con tanta influencia en un sistema centralizado puede desencadenar devastadoras consecuencias en toda la sociedad (o en todo el mundo, si tu nombre es Janet Yellen).
¿Podría ser que algunos de estos errores sistemáticos hayan desencadenado alguna crisis en el pasado? ¿Podría ser que al fijar las tasas, con la mejor de las intenciones y la mejor información disponible en ese minuto, los bancos centrales se disparen en el pie una y otra vez?
Hay una fuerte corriente de pensamiento ya centenario que está convencida de que esto es así. Esta es la Teoría Austriaca del Ciclo Económico, que dice en simples palabras que al enfocarse en indicadores de corto plazo, como crecimiento o inflación, los bancos centrales llevan las tasas muy por debajo de su nivel de mercado, incentivando a que mucha gente y empresas pidan créditos y se embarquen en proyectos que de otra manera no iniciarían. Así, el banco central distorsiona las tasas, los precios y todas las señales de la economía, y se genera un “falso auge económico”.
Varios se embarcan en un espiral de malas decisiones, que en ese momento parecen buenas, pero cuando después de unos años se reciben señales de que la inflación está alcanzando niveles peligrosos y de que la economía se está sobrecalentando (la burbuja se está inflando a niveles peligrosos), el banco central comenzará a normalizar las tasas, de nuevo manipulando a su gusto el precio del dinero. Esto provoca que muchos de esos proyectos, demanda y créditos que se iniciaron con señales incorrectas, queden fuera de mercado y quiebren cuando las tasas vuelven a su nivel de mercado (se pincha la burbuja).
Todos esos recursos que se ubicaron mal, deben sufrir el doloroso proceso de reacomodarse a sectores más productivos. Numerosas empresas quiebran y despiden a sus trabajadores. Nadie quiere comprar ni invertir y un dominó bota al siguiente. Se desencadena lo que conocemos como crisis. Lo peor es que para suavizar la crisis recién provocada, el Banco Central inundará de dinero la economía nuevamente, bajando las tasas y comenzando un nuevo ciclo de distorsión de la economía. El temor a la deflación los hará imprimir todo el dinero que sea necesario.
Así, según la Teoría Austríaca del Ciclo Económico, en estos momentos se incuba la siguiente gran crisis mundial, debido al extensísimo periodo de política monetaria laxa en EE.UU. (la Fed imprimió en los últimos años dinero por un monto del tamaño de la economía de Alemania). Esto ya ocurrió previo a la Gran Depresión de 1929, previo a la Gran Recesión de 2008… y está ocurriendo ahora.
Podría desencadenarse en dos o diez años más, pero toda distorsión trae consecuencias. Encontrar un sistema monetario óptimo es muy difícil y quizás por ahora no hay otra opción que tener un Banco Central… pero lo hecho la última década por la Fed superó todos los niveles. No solo llevaron a cero la tasa corta, sino que golpearon con fuerza las tasas largas también, yendo mucho más allá del límite tradicional de un banco central y poniendo en riesgo la valorización real de muchos proyectos. La planificación centralizada está obsoleta, y ante este contexto, es válido preguntarnos si un sistema en donde un grupo de expertos tiene tanta influencia sobre todos nosotros es el óptimo, pues, como bien dijo alguna vez Milton Friedman, “cualquier sistema que depende del hombre correcto, es un mal sistema”.