En un país con dirigentes económicos poco dados a explicar sus decisiones, los márgenes de la asamblea legislativa china vieron este sábado, de una tacada, ruedas de prensa de los responsables del banco central, la comisión que gestiona las empresas públicas y los órganos reguladores de los bancos, las bolsas y las aseguradoras. «No hay en la actualidad necesidad de estímulos en la política monetaria», afirmó el responsable del ente emisor chino.
China tiene potencial para que su economía crezca al menos un 6,5 % este año, el objetivo propuesto por el Gobierno, a pesar de los riesgos que afronta en varios frentes, según defendieron hoy las autoridades del gigante asiático.
En un país con dirigentes económicos poco dados a explicar sus decisiones, los márgenes de la asamblea legislativa china vieron este sábado, de una tacada, ruedas de prensa de los responsables del banco central, la comisión que gestiona las empresas públicas y los órganos reguladores de los bancos, las bolsas y las aseguradoras.
Si el pasado día 5 el primer ministro chino, Li Keqiang, dictó las aspiraciones del Gobierno con una meta de crecimiento de entre un 6,5 y un 7 % en 2016, hoy casi todos los brazos económicos de la Administración comparecieron para exponer cómo llegar a ese punto.
La tarea se presenta difícil, según reconocieron varios de ellos, puesto que China, segunda economía mundial, sufre por el declive del comercio global, las fluctuaciones del yuan y los excesos de capacidad de su industria, que lastran la competitividad de sus empresas y llenan de préstamos impagados los balances de sus bancos.
A pesar de este panorama, el gobernador del Banco Popular de China (central), Zhou Xiaochuan, empezó la jornada con un mensaje de confianza: la potencia asiática puede cumplir sus objetivos económicos de 2016 sin recurrir a los estímulos monetarios.
«No hay en la actualidad necesidad de estímulos en la política monetaria», afirmó el responsable del ente emisor chino.
Estas palabras llegan después de que el banco central rebajara el pasado 29 de febrero los coeficientes de caja de la banca -por sexta vez en menos de año y medio- para agilizar el crédito e inundara de liquidez el sistema financiero de nuevo esta semana.
Zhou, en todo caso, dejó una puerta abierta para poner en marcha más medidas de estímulo en función de la coyuntura internacional.
«Si hay grandes estallidos o cambios en los mercados internacionales, todavía tenemos espacio para la flexibilidad en lo que se refiere a la política monetaria para alcanzar la demanda», explicó el gobernador del banco central.
El dirigente del banco emisor recordó que la economía china depende ahora más de su mercado interno y que la contribución de las exportaciones al crecimiento del país es menor que en el pasado.
Además, anticipó que el tipo de cambio del yuan mantendrá la «tranquilidad» que ha mostrado en febrero, para ahuyentar los temores a una devaluación de la moneda china.
«Ahora mismo, el pánico se ha ido apagando y, sin ninguna emergencia, este tiempo de tranquilidad continuará», dijo Zhou, esperando que cese la actividad especulativa contra la divisa china y rechazando una depreciación de la moneda para incentivar las exportaciones, tras la caída del comercio exterior del mes pasado.
Para Zhou, «no es un buen signo» que las exportaciones chinas se hundieran un 20,6 % interanual en febrero, su mayor caída desde 2009, pero le restó importancia atribuyéndolo al abaratamiento de las materias primas.
«Si los precios se han movido radicalmente, no tenemos que estar muy preocupados por eso y no tenemos que recurrir a medidas en el tipo de cambio para entrar en el mercado», declaró Zhou.
También el director de la Comisión para la Administración y la Supervisión de los Activos Estatales (SASAC), Xiao Yaqing, buscó generar confianza con promesas de avances en la reforma de las empresas públicas y de que la reestructuración industrial no implicará despidos masivos como los de la década de 1990.
El presidente de la Comisión Reguladora de la Banca, Shang Fulin, negó que el aumento de la morosidad y la caída de los beneficios supongan un «riesgo sistémico» para las entidades por el colchón de provisiones que tienen y sus «sanos» retornos de capital.
Por su parte, Liu Shiyu se presentó en sociedad como nuevo presidente de la Comisión Reguladora del Mercado de Valores (CRMV) -asumió el cargo el 20 de febrero- marcando distancias respecto a su discutido predecesor, Xiao Gang, y admitiendo por primera vez que lo que hubo en las bolsas chinas entre 2014 y 2015 fue una «burbuja».
«Desencadenó muchos problemas y dejó detrás de sí un rastro de desastre y daños. Se han detonado muchos riesgos en el mercado, que han captado la atención de toda la sociedad y han provocado pánico en todo el país», manifestó Liu.
El presidente de la CRMV se comprometió a aumentar la transparencia del regulador y alertó de la «inmadurez» de los mercados del gigante asiático, comentarios sobre los que los inversores se pronunciarán el lunes, pero que hoy arrancaron los aplausos de los periodistas chinos. EFE