«Probablemente 2016 se dé acorde a lo que la Fed propone. Desde 2017 en adelante aún existe una brecha que cerrar, la que se resolverá dependiendo de los datos. En una economía que sigue creciendo en torno al 2%-2,5% y está muy cerca del pleno empleo, la inflación debiera volver paulatinamente. De ser así la Fed gana».
En su última reunión de política monetaria, la Fed tuvo mantuvo la tasa de interés en el rango 0,25%-0,5%. Tanto en el comunicado como en la conferencia de prensa se recalcó que siguen con cuidado el entorno externo y que continúan viendo una economía local sólida. Por lo tanto, de no mediar sorpresas significativas, prontamente retomarían los aumentos de tasas.
Las últimas reuniones han terminado con el mercado diciéndole a la Fed «no te creo», con precios que incorporaban menos alzas a las propuestas por la autoridad. Un buen ejemplo fue lo que sucedió en diciembre de 2015, cuando vimos el primer alza de tasas en 8 años, que fue acompañado por proyecciones que apuntaban a cuatro aumentos para 2016 y cuatro más en 2017. En ese momento, los precios incorporaban tres y 2,5 alzas, respectivamente.
Durante enero vimos fuertes caídas en las bolsas y un aumento en la percepción de riesgo mundial. Esto llevó a que el mercado incorporara un escenario donde no habría alzas en 2016 y solo una en 2017. Tras la fuerte recuperación que siguió, y en particular por los mejores datos en EE.UU., la trayectoria esperada se elevó.
Esto, sumado a las últimas proyecciones por parte de la Fed, que fueron más expansivas de lo esperado, dejó casi cerrada la brecha que se había abierto entre ambos, manteniendo eso sí las diferencias hacia adelante. En otras palabras, el mercado dijo: «bueno sí te creo… por ahora».
El cierre de la brecha es una buena noticia, ya que reduce las fuentes de volatilidad, particularmente para las monedas de los países emergentes. La razón es que, en el caso que la diferencia se mantuviera, alguien se equivocaría, y la Fed es la que lleva las de perder.
En el caso donde las tasas suben de acuerdo a las proyecciones y por sobre lo incorporado en los precios, uno esperaría pérdidas en la renta fija y una apreciación del dólar junto a mayor volatilidad a nivel global. Para EE.UU. esto significa un nuevo golpe al ya débil sector manufacturero, e implica condiciones financieras más restrictivas (mayores costos de financiamiento para las empresas), factores que a su vez repercuten en la actividad e inflación a futuro, lo que también es malo para el resto del mundo.
El caso en que la Fed «ceda» y mueva las tasas de acuerdo a lo que el mercado espera, no está exento de costos. Si bien en el corto plazo no debiera generar movimientos bruscos en los precios de los activos, el «dejarse vencer» sí puede ser importante en el mediano plazo, manifestándose principalmente en la pérdida de credibilidad, probablemente su activo más importante. Sin esta, la política monetaria corre el riesgo de perder cualquier tipo de efectividad, lo que a su vez les quita municiones a las autoridades para enfrentar una nueva crisis.
Al final del día, es el banco central el que debe guiar la política monetaria, no los traders. Estos pueden no estar de acuerdo en cómo lo hace, lo que es normal; pero la pérdida de credibilidad reflejada en el desanclaje de las expectativas inflacionarias es algo que repercute en todo el mercado, poniendo a su vez en riesgo la meta de la autoridad, que en el caso de la Fed incluye inflación, empleo y estabilidad financiera.
¿Qué pasará? Probablemente 2016 se dé acorde a lo que la Fed propone. Desde 2017 en adelante aún existe una brecha que cerrar, la que se resolverá dependiendo de los datos. En una economía que sigue creciendo en torno al 2%-2,5% y está muy cerca del pleno empleo, la inflación debiera volver paulatinamente. De ser así la Fed gana.
En un escenario de riesgo, por ejemplo con precios que aumentan más rápido de lo esperado, podríamos ver más alzas de tasas, que fuercen a la Fed a poner en juego su credibilidad, siendo más restrictiva de lo que hoy le gustaría ser.
En el otro extremo, si el crecimiento, y en particular el consumo se desacelera más de lo esperado, tendríamos una política monetaria más restrictiva, lo que no tiene el factor sorpresa sobre el dólar, pero sería consistente con una economía mundial con mayor riesgo de recesión, lo que significa incluso peores noticias.