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La Fed debe prestar atención a advertencia de recesión británica

La Fed debe prestar atención a advertencia de recesión británica

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En el Reino Unido, donde parecía probable que el banco central siguiera los pasos de la Fed y empezara a elevar los costos del crédito, el deterioro del panorama hace que resulte más probable una rebaja que un aumento de las tasas. Los funcionarios de la Fed, en cambio, parecen estar a un mundo de distancia.


Mark Carney, el gobernador del Banco de Inglaterra –BOE por la sigla en inglés- ha roto con un tabú de la banca central. En la conferencia de prensa de hoy usó la palabra que empieza con R –recesión- al detallar los riesgos que enfrenta la economía del Reino Unido si el país vota a favor de abandonar la Unión Europea en el referéndum del 23 de junio.

Si bien los eurófobos podrían acusar a Carney de sembrar pánico, sus declaraciones reflejan una incomodidad más amplia en relación con el estado anémico de la economía global, un malestar que la Reserva Federal de los Estados Unidos aún no ha abordado de forma plena.

En el Reino Unido, donde parecía probable que el banco central siguiera los pasos de la Fed y empezara a elevar los costos del crédito, el deterioro del panorama hace que resulte más probable una rebaja que un aumento de las tasas.

El comité de nueve miembros del Banco de Inglaterra decidió hoy por 9 votos contra cero no modificar la tasa de interés. Pero en momentos en que el banco central reduce sus pronósticos de crecimiento hasta 2018, por lo menos dos de sus miembros parecen irse inclinando hacia una relajación.

En marzo, el economista jefe del banco, Andy Haldane, dijo que no consideraba que hubiera “motivos inmediatos” para un cambio de política, pero que “la política podría tener que cambiar en un futuro inmediato según hacia qué lado se inclinara el riesgo”. Eso fue en el momento en que los economistas pronosticaban que la inflación anual llegaría a alrededor de 1,7 por ciento a esta altura. Pero los pronósticos se están alejando más de la meta de inflación de 2 por ciento del banco central.

Deterioro de los precios

Dado que Haldane pensaba que el contexto estaba “equilibrado” hace apenas algo más de un año, el deterioro que se ha producido desde entonces en los precios y las implicaciones para la posibilidad de que la inflación vuelva a su meta sugieren que su voto puede haber sido una decisión difícil. No es el único cuyos argumentos sugieren un creciente pesimismo. Gertjan Vlieghe, que en septiembre se incorporó al grupo de fijación de tasas, dijo el mes pasado en una entrevista que “en teoría, pienso que las tasas de interés podrían hacerse un poco negativas”. En febrero dijo a una comisión de legisladores que consideraría bajar las tasas de interés si los datos económicos seguían siendo decepcionantes:

“Tengo relativamente poca tolerancia a más sorpresas negativas, y de continuar esas sorpresas creo que llegaremos bastante rápido a un punto en que me parecerá apropiado reaccionar”.

No cabe duda de que desde entonces en el Reino Unido ha habido más sorpresas negativas. Si continúan las malas noticias –sobre todo si se cumple la advertencia de Carney sobre una recesión producto del Brexit-, Haldane y Vlieghe tendrían que empezar a presionar a sus colegas hacia una rebaja de la tasa de interés clave del banco, que es de 0,5 por ciento desde 2009.

La Fed, a un mundo de distancia

Los funcionarios de la Fed parecen estar a un mundo de distancia. El Consejo Asesor Federal dijo el martes que “uno o dos aumentos en el momento oportuno y bien comunicados” este año serían algo “prudente”. En el mercado de futuros, sin embargo, hay que llegar hasta febrero de 2017 para que las que las chances de alza del costo del dinero superen el 50 por ciento.

En los últimos dos meses los operadores han reducido repetidamente sus apuestas a un segundo incremento de las tasas de los Estados Unidos en la reunión de julio de la Fed. Los contratos de futuros ahora sugieren apenas un 4 por ciento de probabilidades de un aumento el mes próximo. Para la reunión siguiente, las probabilidades se han reducido a menos de la mitad desde mediados de marzo, a 17 por ciento.

Dado que todos, desde el Banco Mundial hasta el Fondo Monetario Internacional y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos tienen una posición más pesimista sobre las perspectivas globales, el rumbo que la Fed se trazó a fines del año pasado parece cada vez más lejos.

La Fed ha tenido que prestar más atención a lo que pasa más allá de sus fronteras monetarias, por más que su mandato es estrictamente nacional. En momentos en que el Banco Central Europeo y el Banco de Japón redoblan los esfuerzos por impulsar su economía y se hace cada vez más probable que el Banco de Inglaterra se vuelque hacia una política de flexibilización, un nuevo aumento por parte de la Fed no sería bienvenido en una economía global a la cual aún le cuesta recuperarse.

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