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El panorama en los emergentes puede cambiar… si el dólar lo permite Opinión

El panorama en los emergentes puede cambiar… si el dólar lo permite

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La suma de estabilidad en el crecimiento relativo, junto a términos de intercambio que se mantienen relativamente planos y en un escenario donde no hay una recesión (o un aumento brusco en los niveles de volatilidad), entregan como resultado un dólar estable e incluso más débil a nivel global, lo que es favorable para los activos de países emergentes.


La victoria del Brexit abrió un escenario incierto particularmente en términos políticos, al ser un evento que no habíamos visto antes y que no sabemos bien cómo evolucionará.

Tampoco era esperable la evolución que han tenido los precios de los activos, que en un primer momento tuvieron fuertes correcciones a la baja en el caso de las bolsas, pero posteriormente se han recuperado e incluso superado los niveles previos al voto.

En los emergentes y en Latinoamérica en particular, el impacto fue mucho más acotado. De hecho, las monedas de este grupo de países en general se mantuvieron estables e, incluso, terminaron fortaleciéndose respecto al dólar al pasar algunos días.

Esto no debiera sorprender tanto, especialmente si uno mira por encima del evento mismo y la volatilidad que genera. Esto, porque los fundamentos que tiran la economía mundial no han tenido mayores cambios. Los más afectados serían el Reino Unido y el resto de Europa, en ese orden.

En el mediano plazo la separación probablemente traerá menos comercio de bienes y servicios y menos inmigración de europeos, los que en el agregado son un aporte a la economía, incluyendo las cuentas fiscales. En el corto plazo, sin embargo, es menos obvio lo que pasará en términos económicos; en el ámbito político se han ido aclarando las cosas y la ascensión de Theresa May como Primera Ministra ha sido tomada como una buena noticia.

En el resto del mundo, el crecimiento en EE.UU. continúa moderadamente sólido en torno a 2%, el mercado laboral continúa fuerte, más allá de los vaivenes en la creación de empleo, que tradicionalmente ha sido una serie con mucha volatilidad. China, por su parte, ha seguido bombeando recursos a la economía, apuntalando el crecimiento en el corto plazo. Lo anterior les da más espacio a las autoridades para reparar el desbalance, principalmente monetario, que hoy enfrenta la economía.

Con esto en mente, el diferencial de crecimiento (como medida de diferencias en productividad) entre EE.UU. y el mundo emergente debiera mantenerse relativamente estable. Y esto es una buena noticia, ya que es el principal factor detrás de la evolución del dólar a nivel global. Si bien otras variables, como los términos de intercambio y los balances fiscales, también pueden afectar el tipo de cambio, al final es la fortaleza relativa de la economía la que entrega la señal más clara para el mediano plazo.

La suma de estabilidad en el crecimiento relativo, junto a términos de intercambio que se mantienen relativamente planos y en un escenario donde no hay una recesión (o un aumento brusco en los niveles de volatilidad), entregan como resultado un dólar estable e incluso más débil a nivel global, lo que es favorable para los activos de países emergentes.

El último ciclo de debilitamiento del dólar se produjo entre principios de 2002 y mediados de 2011, cuando el tipo de cambio real de EE.UU. se depreció un 29%. Esto fue acompañado por ganancias de 250% en la renta variable emergente, más de 10 veces la rentabilidad de la bolsa estadounidense. El IPSA rentó 300% en el periodo, mientras que en Brasil el Bovespa ganó 360%. Por el contrario, en el reciente ciclo de apreciación entre 2011 y 2015, los activos emergentes registraron pérdidas casi sin excepción, mientras que en EE.UU. la bolsa subió 45%.

Esto muestra cómo un cambio en el ciclo del dólar es importante por sus implicancias en el retorno de los activos. Hacia adelante, el mayor impulso externo proveniente de la liquidez de los bancos centrales y del debilitamiento del dólar permitiría que los flujos de capitales vuelvan a entrar a las economías en desarrollo (algo que ya se está observando), potenciando los precios de sus activos y a través de estos también la actividad.

Así, después de varios años difíciles para los países emergentes, el consenso pesimista actual podría revertirse rápidamente. Si bien no es momento de cantar victoria sobre una gran mejora en el panorama económico mundial, la estabilidad del dólar y la mejora en las condiciones financieras globales son señales potentes que favorecen a los países en vías de desarrollo. Los precios de los activos tienden a anticipar cambios en las perspectivas económicas, lo que podría suceder en este caso a causa del fin del ciclo de apreciación global del dólar. De continuar este proceso, el escenario puede ser más optimista que el actual.

Jorge Cariola
Analista Senior Macroeconomía
Departamento de Estudios
Inversiones Security

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