La segunda economía mundial se expandió un 6,8% en el cuarto trimestre del año, una décima más que en los tres precedentes. En el conjunto del ejercicio 2016, la tasa de crecimiento del gigante asiático continuó siendo la más baja desde 1990.
China cerró 2016 con un crecimiento económico del 6,7% respecto al año anterior, que se ralentizó en dos décimas comparado con el de 2015 y que se consolidó por un acelerón al final del ejercicio que superó las expectativas de los analistas.
La segunda economía mundial se expandió un 6,8% en el cuarto trimestre del año, una décima más que en los tres precedentes, según los datos publicados hoy por la Oficina Nacional de Estadísticas en rueda de prensa.
En el conjunto del ejercicio 2016, la tasa de crecimiento del gigante asiático continuó siendo la más baja desde 1990, igual que en 2014 y 2015, pero se ajustó al objetivo de Pekín de conseguir un incremento del Producto Interior Bruto (PIB) de entre el 6,5 y el 7 %.
«La economía nacional ha conseguido un desarrollo moderado, pero firme y sólido», afirmó el director de la agencia estadística, Ning Jizhe, también vicepresidente de la Comisión Nacional de Reforma y Desarrollo, el órgano de planificación económica.
Ning resaltó que China tuvo «el crecimiento más rápido» de entre las grandes economías con unas condiciones «complicadas» tanto dentro como fuera del país.
El habitual escepticismo con el que suelen ser recibidas las estadísticas oficiales chinas llegaba en esta ocasión atizado por la confesión de esta semana del gobernador de la provincia de Liaoning, quien admitió que se falsificaron datos económicos locales entre 2011 y 2014.
El director de la Oficina Nacional de Estadísticas defendió hoy la credibilidad de las cifras que publica la institución y aseguró que no habrá «indulgencia» para quien manipule los datos.
«Las estadísticas de ámbito nacional son precisas y fiables. Puede haber alguna falsificación de estadísticas en algunas localidades, pero, una vez que se encuentren, las detendremos y llevaremos ante la Justicia a sus responsables», dijo Ning.
El economista de la consultora Capital Economics Julian Evans-Pritchard se hizo eco de esas dudas y sugirió que la cifra real de crecimiento del país en el cuarto trimestre fue ligeramente inferior a la oficial, del 6,4 %.
«En realidad pensamos que la economía de China se está expandiendo actualmente cerca de la tasa oficial. Sin embargo, esto ocurre sólo porque ha experimentado recientemente una aguda recuperación de una caída que las cifras del PIB nunca reconocieron de forma adecuada», señaló Evans-Pritchard, en una nota a clientes.
La Oficina Nacional de Estadísticas reflejó ese repunte de la economía china en un crecimiento nominal del PIB, sin ajustarlo a la inflación, del 9,9 % en el cuarto trimestre, la tasa trimestral más alta desde 2013.
Estas cifras sorprendieron a los economistas del BBVA Jinyue Dong y Le Xia, quienes reconocieron que el rendimiento de la segunda economía mundial superó sus pronósticos para el pasado ejercicio.
«Pese a los vientos en contra para el crecimiento como las restricciones en el mercado inmobiliario y las aceleradas salidas de capitales, acompañadas por una depreciación de la moneda más rápida de lo esperado, la vigente recuperación económica parece ser más resistente de lo que anticipábamos en 2016», apuntaron.
En total, el gigante asiático generó una riqueza de 74,41 billones de yuanes (10,83 billones de dólares, 10,17 billones de euros) en 2016, con una distribución dominada por el sector servicios, que representó el 51,6 % del total, por encima del 39,8 % de la industria y del 8,6 % de la agricultura.
«En China, la economía ha entrado en una nueva normalidad, lo que significa que hay un cambio en la tasa de crecimiento, un ajuste de la estructura económica y un cambio en los motores de crecimiento», explicó el director de la Oficina Nacional de Estadísticas.
El consumo se mantuvo como el principal motor de la expansión económica, con una contribución del 64,6 % al alza del PIB que, en todo caso, bajó seis puntos y medio con respecto al acumulado de los tres primeros trimestres.
«El estímulo fiscal, sobre todo en forma de inversión en infraestructuras, desempeñó un importante rol en la estabilización del crecimiento de 2016», señaló la economista para China de HSBC Julia Wang.
Después de elevar su techo de déficit hasta el 3 % el año pasado, el Gobierno chino ya ha manifestado que su mayor prioridad es estabilizar su desarrollo económico en un 2017 que se le plantea lleno de desafíos tanto en el plano doméstico como en la escena internacional.