El discurso reiteró temas de campaña que han enervado a los líderes extranjeros que temen que EE.UU. se aleje de su papel de “nación indispensable” y apueste menos a las alianzas tradicionales, al globalismo y al libre comercio. En el sitio web renovado de la Casa Blanca, el gobierno de Trump se comprometió a retirarse del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) y a renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
En su discurso inaugural, Donald Trump invocó la imagen de un Estados Unidos plagado por fronteras débiles, alianzas disparejas y malos acuerdos comerciales, insistiendo en su política de “Estados Unidos primero” y socavando el optimismo en el exterior de que el nuevo presidente moderaría su tono proteccionista.
“Durante demasiadas décadas, hemos enriquecido a la industria extranjera a costa de la industria estadounidense, hemos subsidiado los ejércitos de otros países, al tiempo que permitimos la muy lamentable merma de nuestro ejército”, dijo Trump. “Hemos defendido las fronteras de otras naciones negándonos a defender las nuestras”.
El discurso reiteró temas de campaña que han enervado a los líderes extranjeros que temen que EE.UU. se aleje de su papel de “nación indispensable” y apueste menos a las alianzas tradicionales, al globalismo y al libre comercio. En el sitio web renovado de la Casa Blanca, el gobierno de Trump se comprometió a retirarse del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) y a renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
“Se trató de Trump y su base populista contra el mundo, incluido alguno que otro país y el establishment de Washington, y eso me sorprendió”, dijo Jacob Kirkegaard, un catedrático sénior del Instituto Peter para Economía Internacional, en Washington. “Lo que de verdad me impactó más fue el tono oscuro del discurso”.
Un mensaje clave del discurso fue la necesidad de proteger el empleo y las fronteras de EE.UU, y Trump también prometió que el país “uniría al mundo civilizado en contra del terrorismo del islam radical”.
La reacción inicial al discurso inaugural de Trump en México fue rápida. Trump ha enfrentado a México por la necesidad de reformular el TLCAN, que amenaza las exportaciones mexicanas, siendo casi 80 por ciento de ellas para EE.UU.
“Adoptaremos la postura de anteponer los intereses de México”, dijo Marcela Guerra, senadora del Partido Revolucionario Institucional del presidente Enrique Peña Nieto, que preside la Comisión de Relaciones Exteriores, América del Norte. “Vamos a entablar negociaciones de mutuo respeto y beneficio, y en ningún momento aceptaremos nada que ponga en riesgo nuestra soberanía”, puntualizó.
El presidente Peña Nieto optó por un tono más diplomático, señalando en su cuenta en Twitter que trabajará para establecer “un diálogo respetuoso” con EE.UU. guiado por “la soberanía, el interés nacional y la protección de los mexicanos”. Una delegación de altos funcionarios mexicanos viajará a Washington la próxima semana para reunirse con asesores de Trump.
Como Peña Nieto, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, se mostró conciliador, y se comprometió a trabajar con el nuevo presidente estadounidense.
“Juntos, nos beneficiaremos de sólidos lazos comerciales y de inversión, además de economías integradas, que apoyan millones de empleos en Canadá y en Estados Unidos”, dijo Trudeau. “Ambos queremos construir economías donde la clase media y quienes trabajan arduamente por sumarse a ella tengan una oportunidad justa de éxito”.
Las felicitaciones a Trump llegaron de líderes de todo el mundo, incluidos el presidente egipcio, Abdel-Fattah El-Sisi; el primer ministro japonés, Shinzo Abe, y el príncipe de Arabia Saudita Mohammed bin Salman.
Aunque Trump enfatizó su plan de comprar y contratar todo en EE.UU., también dijo que el país “buscará amistad y buena voluntad con las naciones del mundo”. Aun así, fue el oscuro tono utilizado y el enfoque en “Estados Unidos primero” lo que impactó más en la retina del espectador extranjero.