Por supuesto, bajar la tasa de inflación objetivo no va a bajar las tasas reales, sólo podría reducir las nominales, lo que por cierto no es irrelevante para las decisiones económicas. Adicionalmente, reduciría la inercia inflacionaria y, al igualar la meta con mercados de monedas relevantes para Chile, prolongaría la vida del peso chileno como nuestra unidad de cuenta.
Estoy consciente de que la propuesta de bajar la meta de inflación en el contexto de países desarrollados, intentando estimular la tasa de inflación –el caso de Japón es paradigmático- y con tasas de interés cerca de cero –en algunos casos debajo de este “límite”, como hemos visto en Europa- puede sonar descabellado. No obstante, en muchos aspectos Chile no parece un país desarrollado, y el comportamiento de la inflación en los últimos años es uno en el que nos parecemos más a los emergentes de la región.
En los últimos tres años, la inflación ha estado sobre o cerca del techo de la banda de tolerancia del Banco Central, y la tasa de política monetaria ha estado por arriba del 3% en el mismo periodo, por lo que no hemos tenido riesgos de deflación ni límites a políticas de estímulo monetario hace un buen rato.
Por otro lado, hay bastante consenso en que a mediados de año la tasa de inflación se aproximará al piso de la banda y, aunque las expectativas de inflación siguen ancladas al objetivo de 3% en el horizonte de dos años, no hay ninguna razón para suponer que la inflación no se quede por un tiempo muy prolongado en torno a 2%, dada la relativa estabilidad que se anticipa para el tipo de cambio, los salarios y la ampliación de la brecha del producto.
En este escenario de crecimiento, bajo el potencial e inflación en torno al 2%, las expectativas debiesen desanclarse y muy probablemente el Banco Central tendría que bajar mucho más la TPM.
¿Qué efecto tendría esto? Hay básicamente dos visiones: por un lado están los que confían en un efecto de estímulo a la actividad y de hecho advierten que el central está rezagado, como es el caso de su ex presidente Jose De Gregorio. Hay quienes piensan que las tasas del mercado ya están en niveles históricamente bajos y que políticas monetarias más expansivas pueden ser ineficaces para bajar las tasas reales.
Confieso que tengo dudas sobre ambos planteamientos, y en esto coincido con la prudencia del Banco Central, ya que si lo que está detrás de la desaceleración de la economía es básicamente estructural no es mucho lo que se puede conseguir bajando la TPM. Por otro lado, tasas excesivamente bajas por un periodo muy prolongado puede tener efectos en el ahorro y en el crecimiento de largo plazo como estimo está pasando en algunos países desarrollados.
Pienso que una alternativa a evaluar es bajar la tasa objetivo del Banco Central de 3% a 2%, manteniendo la banda en más/menos 1%, es decir, entre 1% y 3%. No cambiar el ancho de banda sería una forma de mantener la gradualidad de la política monetaria. Por otro lado, es un objetivo suficientemente alejado del “límite cero” para la tasa de política.
Por supuesto, bajar la tasa de inflación objetivo no va a bajar las tasas reales, sólo podría reducir las nominales, lo que por cierto no es irrelevante para las decisiones económicas. Adicionalmente, reduciría la inercia inflacionaria y, al igualar la meta con mercados de monedas relevantes para Chile, prolongaría la vida del peso chileno como nuestra unidad de cuenta.
Economista Alejandro Puente
Docente Escuela de Ingeniería Comercial Universidad Santo Tomás Santiago