Se trata de la primera mujer en la historia que participará del directorio de la entidad bursátil, considerado por años como un Club de Tobi. Con estudios en economía, se ha especializado en temas de transparencia pública, habiendo creado índices para medir estándares de transparencia de partidos políticos, así como en el gasto fiscal. La génesis de su llegada a la bolsa se produjo hace unos 10 años, en la ONG The Nature Conservancy.
¿Quién es? Era la pregunta que se repetía ayer en el mundo bursátil sobre Jeannette von Wolffersdorff, la nueva integrante de la renovada mesa de la Bolsa de Comercio de Santiago, la primera mujer en Chile que entra al directorio de la entidad.
Si bien es economista, su experticia no son los mercados, a pesar de que su origen profesional fue el de investment manager del banco de inversiones del gobierno alemán, cuya finalidad era otorgar créditos de largo plazo a países en vías de desarrollo para que, a su vez, estos entregasen créditos a empresas locales.
Sí son parte de su esfera los temas de transparencia, el principal activo que la llevó a compartir sillones con algunos de los personajes más poderosos del mercado financiero doméstico.
La génesis de su llegada a la bolsa se produjo hace tiempo. Hace unos 10 años conoció a Juan Andrés Camus en The Nature Conservancy, ambos siendo consejeros de esta ONG dedicada a la protección del medio ambiente y con amplias redes en el mundo del poder, pues allí han participado como consejeros Andrónico Luksic, Álvaro Saieh y Ricardo Largos, entre otros.
Desde entonces mantuvo una relación de amistad con Camus, principal gestor en llevarla al directorio de la entidad bursátil. Su llegada se materializó de un modo más que discreto, pues no hubo mucha previa que antecediera a su nominación como carta independiente, misma condición para Hernán Somerville y los brasileños Roberto Belchoir y Milton Maluhy.
Sus conocidos la definen como una persona que no se anda con rodeos, va al fondo de las cosas y no teme hacer preguntas sobre cuestiones que no domina.
Su relación con el mundo empresarial es estrecha. Está casada con Christoph Schiess, presidente de Transoceánica. Tuvo a su cargo uno de los proyectos más polémicos de dicho conglomerado: el hotel Hanga Roa de Isla de Pascua, cuyos terrenos fueron donados a una fundación pascuense tras haber sido motivo de protestas por parte de clanes familiares de la zona.
En una entrevista a la revista Capital, Von Wolffersdorff se refirió al caso señalando que dicha medida era la correcta: “Es muy complejo hacer inversiones mayores en una zona geográfica que tiene poco desarrollo, porque uno, de alguna manera, lleva la desigualdad. Si yo instalo un hotel en un lugar donde todos los vecinos tienen casas muy simples, se nota la diferencia de la inversión con el desarrollo alrededor”.
Tras ese episodio optó por salir totalmente del grupo, porque “no es aconsejable que la señora de un accionista trabaje en la empresa”, dijo a la misma publicación.
No se considera de derecha ni de izquierda, pero fue cercana a Andrés Velasco. En 2014 se sumó a su think tank, Plural, con tal de que trabajar en el Índice de Transparencia de los partidos políticos. Al cabo de unos meses siguió trabajando en lo mismo, pero desde Chile Transparente.
Ulteriormente fue la directora ejecutiva de la Fundación Contexto Ciudadano, entidad que impulsó las denominaciones de origen en nuestro país, para finalmente fundar el Observatorio del Gasto Fiscal, fundación cuyo principal objetivo es monitorear cómo el Estado gasta sus recursos.
“Sueño de una sociedad más integrada, más justa y mejor informada, consciente del potencial que hay para todos cuando no existan abusos de poder –sean de monopolios privados o públicos”, dice en la web de la fundación, creada junto a Guillermo Patillo, economista de la Usach.
Su arribo a la bolsa la justifican los personeros de la entidad como una nueva señal por darle aires de transparencia a una institución que por años fue vista como un lugar exclusivo de hombres, criticada por el conflicto de interés que supone su actual estructura (corredores y dueños) y sus bajos estándares de autorregulación.
Desde que Camus llegó en 2014 a la presidencia de la bolsa, sucediendo a Pablo Yrarrázaval –quien la dirigió por 25 años–, se fijó como meta cambiar la imagen de la entidad e introducir más y mejores mecanismos pro transparencia, toda una política que tendría como principal resultado la esperada desmutualización bursátil.