Una pequeña empresa en su intento de crecer, “no le queda otra” que aceptar los términos de pago de un nuevo gran cliente. Y para eso, agacha el moño, pide un crédito de consumo, va a un factoring o lo que sea para “aguantar” el crecimiento. Esto mientras ella sigue pagando los sueldos al día, a sus proveedores en menos de 30 y gasta recursos cobrando. Difícil crecer así.
De 45 a 56 días aumentó el plazo de pago a proveedores en nuestro país durante el último trimestre, según el Ranking de Pagadores que trimestralmente elabora la Asociación de Emprendedores de Chile, en conjunto con la Bolsa de Productos.
Derechamente un escándalo.
El problema es que estamos tan acostumbrados, que ya nadie lo ve. Es algo que pasa en un mundo subterráneo entre facturas y contadores, pero que le pega al corazón del desarrollo de nuestro país.
¿Todos queremos un país con más desarrollo económico, más empleo y menos desigualdad, cierto? ¿Entonces por qué carajo dejamos que se financien los grandes a costa de los chicos? Es cómo si dejáramos que los escolares les hicieran las tareas a los universitarios, o que los mozos pagaran la cuenta en buen restaron pituco (tranquilo, les depositamos después… en 3 meses).
El clásico argumento a favor, es el libre mercado. La libertad de que dos partes puedan llegar a un acuerdo, y bien sabemos que cuando eso pasa, no hay acuerdo, sino que simplemente se acatan condiciones. Una pequeña empresa en su intento de crecer, “no le queda otra” que aceptar los términos de pago de un nuevo gran cliente. Y para eso, agacha el moño, pide un crédito de consumo, va a un factoring o lo que sea para “aguantar” el crecimiento. Esto mientras ella sigue pagando los sueldos al día, a sus proveedores en menos de 30 y gasta recursos cobrando. Difícil crecer así.
No quiero decir que las grandes empresas son “malas” per-se, sino que sin querer queriendo, se acostumbraron a una mala practica. Una que en la medida que se extiende, se complejiza más y le da un dolor de cabeza a toda la economía (menos a la banca). No necesariamente es el dueño quien dictamina que se pague a 90 días, pero si podría exigir que fuera a 20. Puede ser que las facturas se quedaron en un cajón, que hubo una descoordinación con el banco o que un jefe de compras quiere aparecer más “rudo” frente a un proveedor (o su jefe). Hay muchas razones, pero si una empresa se demora más 10 días en pagar, es ridículamente ineficiente o simplemente no tiene la plata. Y si no la tiene, sea “hombrecito”, no compre o vaya a un banco, pero no abuse del más débil.
El emprendimiento y las pequeñas empresas son la base de una economía sana e innovadora. Países como Inglaterra ya lo entendieron y por ley el pago a 30 días es universal. Así también debería ser también en Chile, si todos pagamos a tiempo, todos estaríamos mejor.
Tomás Sánchez