la realidad es que los actuales expertos no son significativamente mejores que una persona promedio para predecir el futuro. Entre 1984 y 2003 el cientista político Phillip Tetlock realizó un estudio sobre la capacidad de predicción de 284 expertos en muchos campos, con más de 28 mil proyecciones sobre el futuro. Encontró que éstos eran sólo marginalmente mejores que tirar una moneda. Lo anterior no debiera extrañarnos, pues los chascarros predictivos de los grandes gurús son célebres y reflejan nuestra incapacidad para predecir crisis, revoluciones o la avanzada electoral de personajes como Donald Trump.
El ser humano siempre ha querido disminuir la incertidumbre. El agricultor quiere saber cómo será la próxima cosecha, el político cómo le irá en las elecciones y el inversionista qué acciones subirán.
Todas las sociedades a través de la historia han tratado de predecir el futuro, desde los sacerdotes en la antigua Roma, que buscaban señales en las entrañas de los animales, hasta las gitanas en Hungría que analizaban las líneas de las manos. Hoy la mítica antigua ha sido remplazada por los expertos, quienes, con excelentes pergaminos y emotiva narrativa nos deslumbran con sus expectativas del futuro.
Lamentablemente, la realidad es que los actuales expertos no son significativamente mejores que una persona promedio para predecir el futuro. Entre 1984 y 2003 el cientista político Phillip Tetlock realizó un estudio sobre la capacidad de predicción de 284 expertos en muchos campos, con más de 28 mil proyecciones sobre el futuro. Encontró que éstos eran sólo marginalmente mejores que tirar una moneda. Lo anterior no debiera extrañarnos, pues los chascarros predictivos de los grandes gurús son célebres y reflejan nuestra incapacidad para predecir crisis, revoluciones o la avanzada electoral de personajes como Donald Trump.
Pero no seamos tan duros con los expertos. Predecir variables sociales y económicas es considerablemente más complicado que predecir el clima. En las ciencias sociales, lo que nosotros pensemos que va a pasar cambia la probabilidad de ocurrencia de los mismos eventos. Por ejemplo, si todos pensamos que efectivamente habrá una recesión en la economía, lo probable es que nos pongamos pesimistas y efectivamente termine ocurriendo una.
Ahora bien, esto no quiere decir que no exista alguna herramienta que internalice de la mejor forma posible el futuro. A esta herramienta la llamamos “sabiduría de las multitudes”. En síntesis, pese a que las proyecciones individuales son muy malas, si agregamos las proyecciones de todo el mundo nos encontraremos con algo bastante mejor.
El mayor ejemplo práctico de esto es el sistema de precios en los mercados financieros, donde todos sus participantes generan apuestas sobre el futuro y el resultado de éstas termina siendo el precio, el que implícitamente tiene la expectativa de todo el mercado.
Este sistema es tan efectivo que derrota a los expertos proyectando la inflación, las elecciones políticas, el clima y una serie de otros eventos. Entonces, pese a que el mercado financiero también se equivoca bastante, es claro que debemos prestar más atención a él y menos atención a nuestros expertos favoritos.
Gonzalo Reyes
Economista jefe y socio de Abaqus