Parece al menos irresponsable seguir endeudando al país sin hacer un real esfuerzo por contener el gasto. Si este 3,9% está amparado en una proyección de mayores ingresos, en lugar de gastarlo amparados en que viene una “franca recuperación”, se pudo haber hecho un esfuerzo adicional por apurar en el cierre del déficit fiscal y esperar a que esta recuperación efectivamente sea realidad.
Con el discurso de la Presidenta Bachelet, el domingo 1 de octubre, se dio inicio a la discusión y Tramitación de la Ley de Presupuestos 2018.
En él, se dio cuenta de un escenario macroeconómico que pareciera ser de otro país. Entre otras cosas, la Presidenta mencionó que estábamos comenzando a transitar por una senda de “franca recuperación” económica, sosteniendo esta afirmación en que hay un repunte del empleo asalariado. Además, dijo que hay un renovado interés de los inversionistas y un alza sostenida de la confianza de consumidores y empresarios respecto al futuro del país, entre otros aspectos.
La verdad es que es difícil dilucidar de qué manera está interpretando los datos, puesto que la realidad es otra. En primer lugar, la tasa de crecimiento del PIB promediará 1,8% anual estos últimos 4 años (con una tasa de crecimiento de solo 1,5% para este año), al tiempo que la inversión acumula cuatro años de variación negativa, con una proyección para este 2017 que el IPoM de septiembre acaba de corregir a la baja: de -0,9% de variación anual a -1,6% de variación anual.
Por el lado del mercado laboral, la Presidenta omitió en su discurso mencionar que el repunte de los empleos asalariados se ha dado solo para el caso de los funcionarios de la administración pública. Es así como, analizando los últimos datos de empleo entregados por el INE, se observa que, en primer lugar, el empleo por cuenta propia sigue creciendo más que el asalariado (4,5% variación anual versus 1,5% de variación anual). Mirando más en detalle las cifras, se ve que en el último año el empleo asalariado ha aumentado. Pero este incremento se da solo en el empleo asalariado público, con 89.670 nuevas plazas de trabajo, lo que se traduce en un aumento de 10,2% anual. El empleo asalariado privado, en tanto, se ve reducido en 0,2% anual, traduciéndose en la pérdida de 8.223 empleos.
En cuanto a las confianzas, efectivamente han aumentado tanto la de los consumidores como la de los empresarios, pero en su mensaje la Presidenta omite decir que estos índices aún se encuentran por debajo del valor que establece el límite entre un escenario optimista y un escenario pesimista: 50. Es decir, lo que está ocurriendo es que se está dando cuenta de mejores perspectivas, pero que aún necesitan ganar terreno para llegar a la zona optimista.
Por el lado del escenario internacional, sí ha mejorado, pero esto no basta para afirmar que estamos frente a un escenario de “franca recuperación”.
Con todo lo anterior, se anunció que el Gasto de Gobierno en este presupuesto crecerá un 3,9%, valor muy por sobre lo esperado. Nuevamente, en este Gobierno se anuncia una expansión del gasto mayor a la tasa de crecimiento esperada para la economía, que en esta ocasión se cifra en 3%. Con esto, la Deuda Pública seguirá creciendo más todavía. Esta ya ha evolucionado rápidamente al alza: desde 12,7% del PIB en el 2013 a casi 25% del PIB estimado para este 2017.
Parece al menos irresponsable seguir endeudando al país sin hacer un real esfuerzo por contener el gasto. Si este 3,9% está amparado en una proyección de mayores ingresos, en lugar de gastarlo amparados en que viene una “franca recuperación”, se pudo haber hecho un esfuerzo adicional por apurar en el cierre del déficit fiscal y esperar a que esta recuperación efectivamente sea realidad.
Para poder sostener este gasto, la diferencia con lo estimado debería venir explicada por los ingresos estructurales que estima el Gobierno (donde influyen los ingresos tributarios y los supuestos de corto plazo, entre otros). Lo cierto es que con la información disponible se dibuja un panorama en que al año 2017 se estima que se tendría un déficit efectivo de -2,7% del PIB y un balance estructural de -1,7%.
Al respecto, la Presidenta mencionó en su discurso que, frente a un mejor escenario externo, lo que corresponde es “ser responsables… es decir, disminuir el nivel del endeudamiento de Chile”. Esta última afirmación no es correcta, puesto que –como explicó el ministro Eyzaguirre en la presentación de la Hacienda Pública– no es que Chile vaya a comenzar a “desendeudarse”, sino que cada vez nos iremos endeudando menos. O lo que es lo mismo, la tasa a la que irá creciendo la deuda será menor.
Es de vital importancia que en este Presupuesto 2018 se dejen provisionados fondos suficientes, de modo de garantizar los recursos en forma consistente con la sostenibilidad y la regla fiscal. Habrá que ir analizando en detalle y por partida qué es lo que se ha incorporado en las estimaciones de la Dipres (por ejemplo, ¿se incluirá alguna provisión para el reajuste de remuneraciones del sector público?) para llegar al escenario que se entregó en el Informe de Finanzas Públicas de la Ley de Presupuestos 2018, donde efectivamente se dejan holguras positivas. El punto es analizar cómo fueron estas construidas.
Carolina Grünwald
Economista Senior de Libertad y Desarrollo